viernes, 10 de diciembre de 2010

ESTOY CON DOLORES DE PARTO

Puedo llegar a decir sin lugar a dudas, que soy realmente un hombre afortunado. Es muy probable que muchas personas, con más talento que quien les escribe estas líneas, jamás hayan tenido la mínima oportunidad  de concretar algún sueño tan vehemente acariciado, sin embargo, después de tantos contratiempos e impedimentos de todo tipo, he sido bendecido con tal gracia.

Estoy con dolores de parto, y las contracciones se están haciendo más seguidas. Estoy por dar a luz a mi primer hijo literario. O lo que es lo mismo, se está terminando de imprimir, en la gráfica, mi primer libro. Según la mayoría de mis amigos, coinciden en afirmar que este es uno de los peores momentos para hacer semejante  inversión.

Pero como decía mi finado abuelo, “si esperamos el momento justo para hacer algo, es probable que este nunca llegue”. Esto significa que siempre aparecen contratiempos y dificultades, pero somos nosotros los que tenemos que imponernos a ellas. Si pensamos fríamente, algo de razón ellos  tienen, ya que con la propia crisis que padecemos, sumándole la hecatombe mundial, estamos algo más que fritos.

Nuestro actual día a día se ha vuelto tan complicado que además de la estrechez económica que sufrimos, debemos vencer la depresión que nos causa el bombardeo de los medios masivos de comunicación. Es así que tenemos a los descontentos “sesameros”, que pensaban recibir toneladas de dinero, caído del cielo, solo que el gobierno apenas puede solventar un modesto “recreo”.

Decenas de policías de alta graduación, complicados en una extensa variedad de hechos delictivos, que van desde el simple enriquecimiento ilícito hasta asaltos y múltiples asesinatos. Los continuos reclamos por falta de insumos y maltrato desmedido en los distintos centros de salud del país. Y esto pasa por tener la mala costumbre de ser pobre, con dinero en el bolsillo, seguro que la vida nos va a sonreír. Las dramáticas carencias en todas las escuelas y colegios, con profesores mal pagos y alumnos que asisten sin haber probado siquiera un mísero desayuno.

Habituales muertes en rutas y calles de Paraguay, producto de la impericia, velocidad excesiva, imprudencia y un negligente abuso de alcohol terminan por enlutar a miles de familias. Motos conducidas por potenciales suicidas que tienen la firme creencia que son inmortales, pero que inundan las innumerables salas de espera, de los distintos hospitales, cubiertos de sangre, sin dientes, con huesos rotos y algún que otro acompañante descansado en la morgue.

Ministros y secretarios que en poco tiempo se han desgastado, por ineficiencia, desconocimiento de la función o lentitud en la toma de decisiones. Elíjase la opción que  más le guste. Pero al fin y al cabo, todos, de una manera u otra, están en la cuerda floja, esperándose cambios de figuritas, y vaya uno a saber si serán mejor que los reemplazados. 

Parlamento perezoso, más preocupado por las pequeñeces egoístas y el personal rédito comercial  que en brindar sesiones de provecho que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los desamparados compatriotas. Chismes baratos de modelos que no son modelos, pero que ganan suculentos honorarios, con el sudor de la cintura para abajo. Futbolistas que son famosos más por las orgías en que participan que por sus goles.

Personajes de la farándula, “figuretis”, paracaidistas, más conocidos por sus infidelidades conyugales o porque “comen pasto ajeno” que por sus propias virtudes. Marihuaneros enriquecidos que han llegado hasta el propio Congreso para ampliar su base de poder y proteger mejor sus intereses. Jueces, fiscales y auxiliares de justicia, con autos y mansiones que no condicen con sus míseros sueldos.     

Es en este contexto en el que va a nacer mi primer libro. En el de una sociedad castigada por las promesas incumplidas, la decepción ante la falta de cambio dentro de la estructura de poder. De una corrupción tan enquistada en nuestra comunidad que se resiste por todos los medios a morir, ya que se mantiene firme aferrándose con uñas y dientes, en todos los estratos.

Pero soy caprichoso y cuando me fijo una meta intento cumplirla y esto es lo que me impuse cuando tenía 15 años. Claro que pasaron más de cuarenta años, pero nunca desistí. Siempre se mantuvo viva en mí, esa llama que todo escritor lleva dentro. Muchas cosas se me cruzaron por el camino durante ese tiempo, es así que mi derrotero tiene más vueltas que la oreja.

Según decía mi abuelo eso se debía a mi sangre de indio alemán. Pero en fin, ya está hecho.
Se que meterse en una deuda en estos momentos es mortal pero, siento que debía hacerlo, ya que es la única forma de conseguir las cosas que uno ansía. Mientras tanto ya he dado el anticipo y el libro está en gestación. Ya he visto la ecografía del mismo, que son las tapas y veo que goza de buena salud. Esta es mi pequeño grano de arena que tengo para aportar a la cultura  de un país que me ha brindado la oportunidad, que en el mío propio no tuve.

Es aquí donde intento alcanzar la madurez suficiente para poner las palabras justas en los lugares adecuados. De ahí mi eterna gratitud a este bendito país, tan castigado por sus propios gobernantes. Pero las cosas van a mejorar, aún a pesar de nuestros congresistas, por eso sigo manteniendo intacta la fe en que se produzca finalmente un milagro que nos salve. Disculpen los voy a dejar porque parece que rompí bolsa y ya está naciendo mi bebe. Espero que como Guillermo Armindo también traiga un pan bajo el brazo.  

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