Es mi conclusión, después de ver a los cientos de estudiantes recorrer la ciudad con su “curriculum” bajo el brazo, luego de recibirse de peritos de “Nandivera” * y expertos en “Tekore´i” *.
Los jóvenes no tienen toda la culpa de recibir una pésima enseñanza que no los capacitan para vivir o sobrevivir en una sociedad competitiva y agresiva. Los programas educativos son los mismos que hace 50 años atrás, solo que menos exigentes.
Los jóvenes no tienen toda la culpa de recibir una pésima enseñanza que no los capacitan para vivir o sobrevivir en una sociedad competitiva y agresiva. Los programas educativos son los mismos que hace 50 años atrás, solo que menos exigentes.
Los profesores actuales son mediocres en conocimientos e inútiles en hacer interesante la materia. Nadie quiere aprender cosas aburridas que provoquen bostezos. El requisito esencial de la docencia es amar de corazón la enseñanza y poseer una gran paciencia. Eso he visto muy poco por aquí. Los programas son acumulación de información enciclopédica, con tendencia a memorizar como”lorito”.
Esto mismo sigue sólidamente establecido en nuestro país. Se desconoce lo que es estudiar por concepto, una modalidad implementada en todos los continentes, mientras tanto seguimos experimentando con nuestros hijos.
No se enseña a pensar, a razonar, a deducir o inducir, porque eso es pecado y al sistema no le conviene que nuestros jóvenes puedan hacerlo. Pero lo más triste, es que la mayor parte de los conocimientos exigidos no tienen ninguna aplicación práctica en la vida diaria.
Lo ideal sería enseñarles cosas útiles, ciertos elementos que le permitan defenderse en la vida y auto abastecerse. Al menos nociones básicas de carpintería, electricidad, mecánica ligera, cocina (hoy día, cocinar no es patrimonio de las mujeres, ni menos hombre por hacerlo), jardinería, albañilería, peluquería etc. Con estos elementos, pueden juntarse dos o tres colegas y formar una microempresa. Es así como la educación está al servicio del pueblo y no de un selecto grupo.
El 65 % de los egresados de la enseñanza media quedan por el camino, porque no pueden adaptarse al ritmo universitario que es muy diferente. Claro, con los pocos conocimientos adquiridos y el casi nulo hábito de la lectura, los mediocres que puedan superar el probatorio continuarán con los viejos vicios del “copiatin” o ciertas propuestas bastante indecentes por parte de algunas alumnas.
Las estadísticas del fracaso de los alumnos son conocidas por todos, ya que se las publica en los diarios capitalinos, tanto como las notas que los profesores reciben en sus concursos para supervisores.
Alumnos y profesores no tienen el hábito de la lectura, no saben explicar lo que leen, nunca tienen un diccionario como apoyo, no dan ni reciben estímulos para la investigación, no se busca información complementaria, no revisan su ortografía y por lo tanto trasmiten sus errores, no se comentan los hechos de actualidad, no se estimula la opinión propia, no saben organizar ni transferir los conocimientos.
Es evidente que el bachiller tendrá un vocabulario pobre en castellano y un guaraní prostituido, rompiendo el mito del famoso bilingüismo. Es posible que resulte también un profesional mediocre, porque el conformismo hará que no se actualice, a menos que se revierta esta situación y se adopten los puntos arriba mencionados.
¿A quién le echamos la culpa de todo esto?, a las autoridades, a los padres, o a los alumnos que están acostumbrados a la ley del menor esfuerzo, que se alegran cuando falta el profesor o no hay energía eléctrica; que se empeñan más en las olimpiadas que en sus estudios. Debe haber un “mea culpa” de las partes involucradas, si se quiere un futuro digno para la educación en este país.
Enhorabuena.
ResponderBorrarExcelente artículo, realmente me encanto la forma pintoresca de tu redacción y claro está tu denuncia a un problema mucho más grande que nosotros.
ResponderBorrarUna verdad que se vive en todos estos países latinos.
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