La violencia doméstica es una lacra que corroe nuestra sociedad y que es mucho más difícil de desarraigar de lo que se piensa. Aunque parezca mentira, es un fenómeno mundial, que a pesar de vivir en pleno siglo XXI, las estadísticas tienden a incrementarse con el correr de las generaciones.
Este es un estigma que soporta la sociedad mundial que debería avergonzar al hombre y no humillar a la mujer. Sin salirse de las estadísticas mundiales, también nuestro país padece de esta gangrena social que deja más víctimas que cualquiera de las enfermedades que sufre el ser humano.
En Paraguay, una de cada tres mujeres ha sido violada o sufre periódicamente castigos por parte de su marido, amante, concubino, amigo, padre, hermano o demás parientes. Hasta la misma Biblia reduce la condición de la mujer solamente a darle descendencia al hombre, preparar su comida, educar a los hijos y lavar su ropa. En caso de morir su marido, debía casarse con el hermano mayor y en caso de no haberlo, volvía a depender del padre o en su defecto del hijo mayor que se hacía cargo de la casa.
En Paraguay, una de cada tres mujeres ha sido violada o sufre periódicamente castigos por parte de su marido, amante, concubino, amigo, padre, hermano o demás parientes. Hasta la misma Biblia reduce la condición de la mujer solamente a darle descendencia al hombre, preparar su comida, educar a los hijos y lavar su ropa. En caso de morir su marido, debía casarse con el hermano mayor y en caso de no haberlo, volvía a depender del padre o en su defecto del hijo mayor que se hacía cargo de la casa.

Muchas veces las denuncias no son tomadas en serio en las comisarías, porque no desean meterse en problemas familiares, y “si tirotearse con verdaderos delincuentes”, según confesó cierta vez un ex comisario de la ciudad de Hernandarias. Generalmente es preferible hacerlas en la Fiscalía, donde mal que mal, algo a veces se hace. También hay que atender que por distintos motivos, entre ellos una probable represalia, una de cada quince mujeres hace una denuncia concreta y no la retira

La ONG “Colectivo de Mujeres 25 de Noviembre”, tiene un centro de recepción para mujeres, víctimas de violencia, donde reciben asistencia legal, sicológica y educativa. La ONG Kuña Aty también ofrece servicios para mujeres abusadas. Pero fuera de Asunción, no existen muchos refugios para mujeres que tienen el coraje de abandonar a sus parejas. Además, las ONG tienen la misión de brindar asistencia de salud y sicológica, y comunicarse con las autoridades en nombre de
las víctimas.

Según la Declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, elaborada el 20 de diciembre de 1993, se define "como todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada".
Por lo que se desprende, que la mujer maltratada es aquella mayor de edad, sometida a abusos reiterados de un hombre con el que mantiene o ha mantenido una relación íntima, tanto de hecho o de derecho. Estas agresiones van desde amenazas e insultos verbales hasta golpes e intento de homicidio.
¿Por qué se produce el maltrato?
La violencia contra la mujer siempre estuvo presente en la historia del hombre, esto no significa que sea natural o necesaria para la supervivencia. La violencia se aprende observando en casa el comportamiento de los padres en primera instancia y luego en el resto de la familia y en la de los amigos. Eso significa que también se puede aprender el comportamiento pacífico. Los expertos coinciden en que la histórica concepción de poder del padre o marido hacia los hijos y la esposa es para sostener el equilibrio de la estructura patriarcal.

Aunque ningún estrato social es ajeno al maltrato, es más frecuente en grupos con menor nivel de educación y económico, mostrando un gran déficit cultural. Por suerte, la incorporación de la mujer al mundo laboral, les ha permitido ser más autónomas e independientes, dejar su situación de víctimas y conseguir una posición más o menos igualitaria con respecto al hombre.
Generalmente no se establece patologías o trastornos psicológicos en el agresor. Sin embargo, existen tres factores repetitivos en el hombre golpeador: a) Dependencia al alcohol u otras sustancias, b) Celotipia mórbida (trastornos o delirios enfermizos provocados por los celos c) Depresión, de la mujer, que es un factor precipitante de la violencia familiar.
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