A muy pocas horas de terminar este enfadadísimo 2013, ya se podría estar en condiciones de hacer un rápido y breve balance de lo más resaltante que ha sucedido tanto en mi querida Ciudad del Este como en todo el Paraguay.
En realidad durante este año no ha sucedido nada importante, como puede ser una mega obra de infraestructura de largo aliento, que modifique totalmente la economía nacional.
La construcción del segundo puente proyectado para unir Presidente Franco de Paraguay con Puerto Meira en Brasil, fue postergado por centésima vez y ya se podría hacer una gran torta, donde cupieran 20 velitas, si tomamos el momento en que fue planificado.
También se ha perdido totalmente de vista la célebre maquinación de la Central Hidroeléctrica Yguazú, otra de las tantas obras eternamente anunciadas a ser terminadas, pero que luego son postergadas.
La epidemia de las ciudades que quieren tener su propia costanera, ha prendido muy fuerte en nuestro país, incluso en aquellas que no tienen ningún río en las cercanías.
Pero la ciudad de Hernandarias que no quiso ser menos, y que si posee una hermosa ribera sobre el lago Itaipú, totalmente desaprovechada, presentó a la Itaipú Binacional, un interesante proyecto integral.
Tal moción fue aprobada por la directiva de la Binacional e incluso enriquecieron el anteproyecto original. Según los recortes periodísticos de la época, la directora de Coordinación de Itaipú Binacional, la abogada Sady Aranda, estimaba contar con toda la papelería en regla, a la brevedad, para luego llamar a licitación.
El aporte de Itaipú era de US$ 17 millones, según los datos provistos por la misma Binacional. Desde esa fecha hasta la actualidad han pasado dos hermosos años y todavía la tan mentada Avenida Costanera está aún en veremos.
Durante los últimos 12 años, Ciudad del Este fue conducida por los integrantes de una misma familia. Por lo que a esta altura de los acontecimientos, sería ridículo que la actual gestión se quejase de la anterior.
Lo que sí, es muy llamativo que esta gran urbe, la segunda en importancia de la Nación, la otrora tercera ciudad comercial del mundo, que genera el 45 % de las entradas totales del país, no haya implementado ninguna obra importante de infraestructura en tanto tiempo de gestión.
Porque en doce años no se encaró ningún sistema actualizado para proveer de agua potable al microcentro y barrios aledaños al Lago de la República. Que no se encuentra en mejores condiciones que el Lago Ypacarai.
Que la planta potabilizadora que funciona en la orilla, prácticamente tiene casi 50 años y decir que ya tendría que figurar en un museo es hablar de redundancia.
Los ómnibus locales y suburbanos tienen un promedio de 25 años y a pesar de los reiterados reclamos de la ciudadanía, por la precariedad con que estos se mueven por la ciudad y los cotidianos accidentes que provocan, nada se hace.
Si bien esto es un mal nacional, eso no es ningún consuelo. Las ridículas multas que los empresarios pagan, no le hacen ni cosquillas y lo único que estos hacen son meros parches.
En muy poquísimos lugares de la ciudad se cuenta con bocas de incendio, y eso se debe a que nadie jamás la había previsto, cosa que siempre le ha provocado grandes problemas existenciales a los sacrificados Bomberos Voluntarios.
Y a pesar que son quienes tienen la potestad de controlar periódicamente la seguridad de los elementos eléctricos y mecánicos, entre otros menesteres, a la hora de la verdad, son muy poco tenidos en cuenta.
Las calles y avenidas de Ciudad del Este, están en regulares condiciones, aunque muchas de estas parecen que hubieran sido bombardeadas por artillería pesada.
Es más, las actuales autoridades se ufanan de inaugurar empedrados, cuando en realidad ni en Tanganika o Mongolia ya se realiza este tipo de pavimento, que es barato, pero que necesita continuo mantenimiento, sin contar que destroza vehículos y calzados.
Es imposible de creer que en doce años de gestión, no se haya conformado un verdadero plan vial integral, que contemplase no solo la fluida circulación de vehículos, si no descongestionar los lugares conflictivos, que se taponan muy fácilmente en las llamadas horas pico. Habría 3 tréboles en puntos claves a construir que serían una parte de la solución.
Ciudad del Este como muchas ciudades tiene un grave problema en la eliminación de la basura y mucho tiene que ver la poca colaboración de la ciudadanía, tanto como la autoridad comunal que nunca le dio la suficiente importancia.
La población a sabiendas de esto, no limpia sus propios terrenos aún con la inminencia de una nueva epidemia de dengue.
Tengo que hacer una pequeña salvedad, el enorme cuerpo de limpieza de la municipalidad local, es uno de los más eficientes, entre todas las reparticiones, al menos en el radio del microcentro.
Y acá hay un punto bastante irritante donde se superponen ciertos intereses malsanos. En primer lugar, estoy totalmente de acuerdo con que todos tienen derecho a trabajar, pero ser pobre no da derecho para hacer lo que a uno le venga en ganas.
Existe una situación muy puntual donde los cirujas del microcentro destripan las bolsas, que han sido bien embalados por los empleados de las casas comerciales, pero que dejan todo lo que no les sirve tirado por ahí.
Lo llamativo es que ni los agentes de policía, ni la policía turística o alguno de los tantos fiscales haraganes que mantiene la comuna esteña, los multa o les prohíbe esta perversa modalidad.
La operación “destripe” comienza a eso de las 5 de la tarde y termina, por lo general, antes de las 8 de la noche. Durante ese tiempo, los cirujas hacen suyas todas las calles del microcentro, impidiendo el libre tránsito.
A la par que un ejército de barrenderos y camiones levantan toda la basura, dejando el microcentro, totalmente limpio y brillante, como para recibir al otro día a los compradores, que cada vez vienen menos, dicho sea de paso.
Según su ignorante creencia como su arrogancia postura, los barrenderos están a su servicio. Mientras no elijamos mejor a nuestras autoridades ni se eduque a nuestra gente o se cree fuentes legítimas de trabajo, siempre será más de lo mismo.
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