No existe persona, en nuestra sociedad enferma, que no haya consumido al menos una vez pornografía. La hipocresía impide que esto sea admitido. Lo malo de esto, es que uno de cada 30 personas adultas, se interese por la pornografía infantil, y se torne adicta a su consumo. Estos potenciales pedófilos rozan la patológica, como un pervertido y psicópata activo, como la del “vouyeur” o el seudo inofensivo “mirón”, pero que paga mucho dinero por ver niñas y niños de 9 a 13 años en posiciones eróticas. Los más osados intervienen activamente.
Mientras nuestros compatriotas no se decidan a realizar denuncias sobre el uso de menores en materiales pornográficos, no se podrá hacer cumplir la ley. Precisamente la ley 2861, que establece la prohibición de la difusión comercial o no de cualquier tipo de material con contenido pornográfico usando la imagen de un menor de edad.
Si la justicia no tiene conocimientos sobre hechos en los que involucre a menores de edad, esto impide que se pueda dar mayor fuerza a la ley que protege a los infantes y evita que sus cuerpos sean utilizados como un mero producto comercial y se atente a su dignidad como seres humanos.
Si bien, en la mayoría de los casos descubiertos, los autores eran extranjeros que venían a filmar pornografía recurriendo a niños y niñas paraguayos, se cree que existirían grupos de origen nacional, que amparados ante la falta de denuncia, no se los detiene y mucho menos condena por este deplorable delito.
Los pocos identificados que están siendo investigados por los fiscales, soportan un proceso muy lento ya que este es un delito difícil de probar porque las evidencias tienen que ser contundentes, para que se impute a la persona responsable.
Si la justicia no tiene conocimientos sobre hechos en los que involucre a menores de edad, esto impide que se pueda dar mayor fuerza a la ley que protege a los infantes y evita que sus cuerpos sean utilizados como un mero producto comercial y se atente a su dignidad como seres humanos.
Si bien, en la mayoría de los casos descubiertos, los autores eran extranjeros que venían a filmar pornografía recurriendo a niños y niñas paraguayos, se cree que existirían grupos de origen nacional, que amparados ante la falta de denuncia, no se los detiene y mucho menos condena por este deplorable delito.
Los pocos identificados que están siendo investigados por los fiscales, soportan un proceso muy lento ya que este es un delito difícil de probar porque las evidencias tienen que ser contundentes, para que se impute a la persona responsable.
Un caso resonante fue el de Ricardo Andrashko Godoy. La Policía Nacional decomisó material pornográfico infantil en la residencia del padre de la ministra de Acción Social, Judith Andrashko.
Los agentes del orden y el fiscal que intervinieron en el allanamiento, encontraron en la casa, un pequeño estudio de televisión, con monitores, reflectores, cables, equipos de audio, cámaras, mezcladores de audio e imágenes.
Teniendo pruebas concluyentes, material pornográfico infantil, equipos sofisticados de filmación y varias testigos menores de edad, el caso quedó en el famoso “oparei”.
Cómo empieza la historia
Unicef Paraguay reveló mediante una investigación, que la venta de niñas, la prostitución infantil y el uso de menores en la pornografía es muy común en este país. Los datos demuestran que dos de cada tres prostitutas son menores de edad, y que todas son “iniciadas” entre los 12 y 13 años de edad.
Es frecuente leer en los diarios locales sobre el rescate de niñas explotadas sexualmente en prostíbulos o casas de citas clandestinas desparramadas por todo el país. La mayoría de ellas son esclavizadas en sitios espantosos, víctimas inocentes del desamparo y la mísera situación económica de sus familias.
Cómo empieza la historia
Unicef Paraguay reveló mediante una investigación, que la venta de niñas, la prostitución infantil y el uso de menores en la pornografía es muy común en este país. Los datos demuestran que dos de cada tres prostitutas son menores de edad, y que todas son “iniciadas” entre los 12 y 13 años de edad.
Es frecuente leer en los diarios locales sobre el rescate de niñas explotadas sexualmente en prostíbulos o casas de citas clandestinas desparramadas por todo el país. La mayoría de ellas son esclavizadas en sitios espantosos, víctimas inocentes del desamparo y la mísera situación económica de sus familias.
Hace muy poco tiempo, en un solo día la Fiscalía allanó 7 casas de citas en la Colonia San Lorenzo, al norte del departamento del Alto Paraná, de las que se rescató a 9 menores del sexo femenino, entre 13 y 17 años, quienes eran explotadas sexualmente por los dueños de estos locales, muchos de ellos de origen brasileño.
Según los fiscales, estos lugares que funcionan como “bares” son frecuentados por camioneros que solo utilizan los servicios de las niñas, y en otras las llevan como acompañantes en sus largos viajes, sometiéndolas a todo tipo de vejámenes.
Ninguna de las niñas tienen documentos de identidad, pero los fiscales estiman que sus edades oscilan 13 y 17 años. Todas las chicas rescatadas son de escasos recursos y fueron mantenidas en el lugar bajo amenazas o porque sus propios padres las habían vendido.
Se venden hasta por una chipa
Menciona casos de pequeñas de 8 años que ya se inician en la prostitución. Ellas no van a la escuela, mendigan por la calle y se ofrecen a posibles clientes, con preferencia automovilistas, a cambio de unas monedas, porque deben llevar dinero a sus casas, sin importar como. Caso contrario sufrirán severos castigos de sus padres.
También se menciona los lugares en donde ejercen la prostitución, como las mismas calles, los prostíbulos de baja categoría, centros comerciales, casas de masajes, estaciones de servicio, parada de camioneros y terminales de ómnibus. No hay que olvidarse de los prostíbulos encubiertos como bares, copetines y parrilladas.
Obligadas por la pobreza extrema en que se debaten sus familias, en las zonas marginadas de la capital e interior del país, estas niñas caen en redes “invisibles” de explotación sexual tejidas en los barrios pobres de las ciudades, cruces de carreteras internacionales y parajes rurales.
En Paraguay, según Unicef, las adolescentes víctimas de explotación sexual se ubican entre los 15 y 18 años. El estudio reveló que la actividad sexual de las menores se inicia entre los 12 y los 13 años. El 98 % de las niñas que se prostituyen percibe entre 30 y 50 mil guaraníes (entre 6 y 10 dólares) por el “servicio”.
En el mismo informe, la Unicef da terribles testimonios de niñas de corta edad que se prostituyen por menos de 5 mil guaraníes (menos de 1 dólar) e incluso por un mísero plato de comida.
Menciona casos de pequeñas de 8 años que ya se inician en la prostitución. Ellas no van a la escuela, mendigan por la calle y se ofrecen a posibles clientes, con preferencia automovilistas, a cambio de unas monedas, porque deben llevar dinero a sus casas, sin importar como. Caso contrario sufrirán severos castigos de sus padres.
También se menciona los lugares en donde ejercen la prostitución, como las mismas calles, los prostíbulos de baja categoría, centros comerciales, casas de masajes, estaciones de servicio, parada de camioneros y terminales de ómnibus. No hay que olvidarse de los prostíbulos encubiertos como bares, copetines y parrilladas.
Obligadas por la pobreza extrema en que se debaten sus familias, en las zonas marginadas de la capital e interior del país, estas niñas caen en redes “invisibles” de explotación sexual tejidas en los barrios pobres de las ciudades, cruces de carreteras internacionales y parajes rurales.
Mediante una prolija investigación se estableció que en cada ciudad del interior del país, existen prostíbulos encubiertos. En Los Cedrales y Santa Rita, en Alto Paraná, se contaron entre 7 y 9 casas de citas, mientras que en Coronel Oviedo, departamento de Caaguazú, en donde hay un cruce de ruta internacional, se detectaron 107 locales. Generalmente el encargado del copetín es el que explota a las menores para su propio provecho.
En Asunción, las víctimas llegan del interior. Son pequeñas cuyas familias están separadas y cuentan con antecedentes de violación, abuso sexual o maltrato físico producidos en su mismo entorno. El nivel de educación es muy bajo o casi nulo, y la falta de dinero y las carencias afectivas hace que el vínculo con el proxeneta resulte difícil de romper.
En Asunción, las víctimas llegan del interior. Son pequeñas cuyas familias están separadas y cuentan con antecedentes de violación, abuso sexual o maltrato físico producidos en su mismo entorno. El nivel de educación es muy bajo o casi nulo, y la falta de dinero y las carencias afectivas hace que el vínculo con el proxeneta resulte difícil de romper.
Epero que algun dia esto acabe no es posible que las autoridades no inviertan mas en tecnlogia para poder para estos casos graves,con fe en todo que se puede confiar ,se podra lograr acabar con esto.
ResponderBorrarHola amigo, saludos desde Colombia y sí en tú país no es solo un tema que no importa e interese a la autoridades, acá también sucede, La ley de Infancia no se aplica, es más grave robarse un TV que maltratar, matar o violar un niño.
ResponderBorrarLa sociedad está enferma y tenemos que hacer algo
que le corten los testiculos de apoco a cada uno de esos hijos de puta degenerados nada de dios nosotros tendriamos que tomar la ley hijos de puta degenerados
ResponderBorrarson unos malparidos meresen que los maten!!!!!!!!
ResponderBorrarDeverian de exterminar a todas las personas q son capaces de hacerle esto a una niña o niño..y q todo el q sea conciente q los denuncie
ResponderBorrarLa Primera Foto Es Tan Angustiarte De Donde Salio ¿? :(
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