domingo, 15 de noviembre de 2015

LOS ANIMALES Y LA ABERRANTE CRUELDAD HUMANA

Cuando tenía 8 años, un amiguito me invitó a cazar pajaritos y como nunca lo había hecho, acepté el convite. Me alegré mucho cuando maté una paloma torcaza. 


Contento con tal hazaña, se lo mencioné a mi abuelito. 


En ese mismo momento, ingenuamente le muestro mi “hondita” o “gomera” a este, quien inmediatamente me la quita con fuerza de mi mano.



Casi sin darme cuenta, mi abuelito se agachó y recogió del suelo varias piedras. Y entonces, con la velocidad del rayo, las descargó contra mi humanidad, como si fueran municiones.

Grité de dolor, con toda mi voz, mientras aquel me decía: “¿viste como duele?, imagínate lo que sentirá el pobre animalito.

Luego más enojado que antes me recriminó:¿Quién te dio derecho para quitarle la vida a otro ser vivo? 



Agaché la mirada y una enorme tristeza me invadió. Desde esa fecha hasta la actualidad, he intentado proteger a los animales de cualquier tipo de maltrato, inspirado siempre por aquellas terribles palabras, que me lanzara mi difunto abuelo.


Luego participé activamente en los comienzos de Greenpeace, cuando vivía en California, allá por la década de los ´70. 


Luego los abandonaría, cuando percibí que ellos priorizaban las donaciones antes que el salvamento de las ballenas.

Más tarde participaría en dos organizaciones protectoras, en Argentina.

Para mí, el maltrato es el comportamiento aberrante que un ser humano consigue al provocarle dolor o estrés innecesario a un animal.

Los mismos van desde la negligencia en el cuidado básico, pasando por el tormento del hacinamiento en el tráfico de mascotas hasta llegar la inmoral muerte por indiferencia. 

Todos, en algún momento dado de nuestra vida, hemos sido partícipes activos o simple testigos ocasionales de algún acto irracional de crueldad.

El maltrato es en sí, es un acto totalmente aberrante, solo superado por la crueldad hacia los animales.

Puedo conceptuar a la crueldad como el episodio en el que alguien se deleita sádicamente en hacer sufrir o se satisface en torturar y saborear el sufrimiento de cualquier ser vivo. Existe una amplia variedad de maneras de infringirle crueldad y maltrato a un animal. 

Muchas de ellas pueden que sean consideradas como involuntarias, pero que las utilizamos en la vida diaria, a nuestras mascotas.

O bien, a los animales silvestres o los que son criados en una granja.

Un animal que está encadenado todo el día, sin agua ni comida, soportando las inclemencias del clima, es una de las tantas formas de maltrato. Pero también su dueño está cometiendo actos de severa crueldad. 

Otro ejemplo es la forma cruel que se tiene de transportar, hacinar y sacrificar al ganado y las aves que nos proporcionan nuestro alimento cotidiano. El que más o el que menos, todos tenemos cierta idea sobre esto, ya que lo hemos visto mil veces.

Pero es la indiferencia el verdadero cómplice mudo de este delito y no hacemos absolutamente nada para evitarlo o remediarlo. 

Por desgracia, existen actos de crueldad a los que muchos inadaptados insensibles lo aceptan y hasta lo celebran y festejan, como ocurre con ciertos espectáculos atroces.

Podría citar a las famosas corridas de toros, peleas de gallos, peleas de perros, la caza del zorro, como ejemplo.

Y que ellos defienden a muerte por interpretar que esto forma parte de su bagaje cultural. 

En buena parte de España y en la América hispana siguen considerando a la tauromaquia como un arte, a pesar de ser uno de los actos más cobardes de abuso y crueldad hacia un animal.

Lo triste del caso, es que los fanáticos de estas actividades aberrantes al que llaman deporte, lo justifican con argumentos totalmente falsos y absurdos.

Pero no dicen nada sobre la gran variedad de torturas a que son sometidos antes de entrar al ruedo, para “ablandarlos”.

Ni hablar de las tristemente famosas peleas clandestinas de perros o la de gallos, donde los combatientes se infringen dolorosas heridas, de las cuales sangraran hasta finalmente morir.

Ahora bien, siempre me arrepentí por aquel hecho que desgraciadamente desembocó en la muerte de un ser vivo.

Menos mal que mi abuelo y mis padres me dieron una visión totalmente contraria, enseñándome a respetar a todos los seres vivos. 

Sin embargo, millones de niños que no han tenido mi suerte, al contar con una buena guía, matan diariamente a cientos de animales, porque sí, como si esto fuera una simple diversión.

Y aunque sea muy doloroso contar que ese acto lo cometen niños; es mucho más aberrante y criminal cuando lo cometen adultos. Llamando hipócritamente a esto deporte. 

Es muy común comprar o aceptar una mascota de regalo, cuando apenas es un bebé. Todo será maravilla, como jugar con un peluche las 24 horas del día.

El problema comenzará cuando comience a comer más y a crecer por encima de la expectativa que se tenía sobre su futuro tamaño. Especialmente si se vive en un espacio bastante reducido.

A esta altura, todos los integrantes de la familia ya se han desencantado de la mascota. Su magia definitivamente se ha terminado. Por lo tanto, la primera y espantosa opción será subirlo a un auto y arrojarlo en el medio de la nada.

Sin una pizca de remordimiento y ni una sola lágrima, por todo el cariño recibido durante el tiempo que la mascota permaneció en dicho hogar.

El maldito tráfico de animales produce mundialmente lucros muy semejantes a los de la droga, con la única salvedad que en el primero, las penas de prisión son sensiblemente ridículas.

Estadísticamente hablando, el 40 % de los todos los ejemplares arrancados de su hábitat natural muere durante el transporte. 

Y a pesar de esto, los márgenes son tan fabulosos, que no para de crecer anualmente. Las increíbles torturas a los que se les someten a los animales en los principales laboratorios farmacéuticos y de cosmética.

Pinchados por agujas, cortados por bisturíes, hacinados en pequeñas jaulas, inoculados con substancias tóxicas, mutilados y quemados, hasta quedar un guiñapo.

Lo que no puedo entender, es el placer que le proporciona a un ser humano, el observar el sufrimiento visible y atroz de un ser vivo. Por suerte existe una gran fuerza creciente de gente que ama por sobre todo a los animales.

Y que por suerte, se oponen con todo su corazón, a que se sigan cometiendo cualquier tipo de maltrato y crueldad, a criaturas indefensas. 

Si nos uniéramos todos en una cruzada mundial, la presión social haría que se cambie la denominación de delito por la de crimen de lesa humanidad.

Les sugiero que lean este cuento corto
de mi libro “Cosas de chicos”

http://www.nacurutunews.com/2011/01/una-leccion-para-no-olvidar.html

1 comentario:

  1. PERSONALMENTE LO VI EN ESPAÑA EN LOS FAMOSOS TOREOS Y LLORE AMARGAMENTE DE VER LA CRUELDAD CON QUE SON TRATADOS LOS ANIMALES
    RUTH GARCIA NEUQUEN ARGENTINA

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