Desde hace un largo tiempo que noto que muchos malos periodistas están bastardeando la noble profesión del periodismo.
Que posiblemente se iniciaron con nobles propósitos, pero por el camino han perdido el verdadero sentido de su función.
Y ahora simplemente navegan perdidos en una nebulosa que finalmente los llevará directo hacia la mediocridad y el olvido.
Otros son “paracaidistas” que han adoptado al periodismo, como su medio de vida, pero que van pisoteando todo aquellos valores que son la esencia de la profesión.
Estos han trabajado en áreas anexas y complementarias del periodismo, pero no tienen una preparación mínimamente adecuada. Y aún tienen el atrevimiento de opinar en temas que los sobrepasa.
Es así que, solamente con leerlos, verlos y escucharlos dejan mucho que desear.
Por ese mismo motivo he podido armar una pequeña lista de las cosas que un verdadero periodista jamás hace.
Pero que, de ahora en más, usted podrá rápidamente identificar.
No tienen un orden determinado, solo la hice a medida que iba recordando cada uno de los preceptos que si deben ser respetados.
1.- Jamás se embandera políticamente, de lo contrario perderá por completo toda su credibilidad. Eso no significa que no tenga opinión propia, pero esta debe quedarse en casa.
A menos que trabaje institucionalmente en alguna dependencia estatal. Pero si toma esta decisión, desde ya no hay vuelta atrás.
2.- Conoce y cuida la ortografía, por más que esté muy apurado y el jefe de redacción lo esté apretando.
Para muchos, ese es un detalle estúpido, pero que en realidad, va en contra de su profesionalidad.
No solo me refiero a olvidarse de las comas y los tildes, si no al abuso de “neologismos” o “extranjerismos” que no figuran en ningún diccionario.
Nunca se olviden que el periodista es un ícono de conocimientos y una de sus funciones es la de educar e instruir.
3.- Se mantiene siempre actualizado, no solo en las nuevas herramientas tecnológicas, ya que actualmente esto es en verdad fundamental.
Si no que también profundiza constantemente sus conocimientos en temas, que no siempre se relacionan con sus temas cotidianos.
Hace cursos que renuevan y amplían sus conocimientos sobre su profesión.
Intenta, por lo general, no ser monotemático, ni aburrir a los seguidores de su medio.
4.- Confirma siempre las fuentes, especialmente si es la versión oficial. Nada más que toma a esta, como una simple guía.
Verifica que las diferentes versiones sean ciertas y que los testigos, mínimamente confiables.
Escucha todos los relatos sin enamorarse de ninguno de ellos, y pone el nombre de la fuente, si es que ella, así lo permite.
Se debe respetar siempre, cuando esta quiera permanecer en el anonimato. En este caso, siempre consulta con el jefe, para deslinde de responsabilidades.
5.- Nunca acepta conferencias de prensa que no permitan hacer preguntas, ya que es una forma de insultar su inteligencia y menospreciar a todo el periodismo.
Nunca consiente que lo condicionen, ni que violen el sagrado derecho que tiene el pueblo a ejercer por completo, su libertad de prensa.
En especial, si se vive durante la gestión de un gobierno, que se jacte de estar en un Estado de derecho.
6.- Nunca deja de buscar el lado crítico de la cosa, ya que de hacerlo, la función de periodista se habrá acabado y será necesario que se dedique a otra profesión.
Eso sí, siempre desde el punto de vista del aporte de ideas, no de soluciones. Y eso es porque ya existe un funcionario al que le pagan para hacerlo.
7.- Evalúa cuanto valor tiene una noticia, dentro de su escala de valores y que haría para obtener una primicia. ¿Vale la pena pisar muchas cabezas para conseguirla? ¿Qué costo estaría dispuesto a pagar sin sentirse realmente culpable?.
Estas son las preguntas que todo periodista se hace, al traspasar el umbral de su casa. Los que tienen principios éticos, resisten a la tentación.
Tampoco se le ocurriría hacerla pasar como suya y mucho menos busca un material ajeno y darle otro formato para disfrazarlo. Esto puede considerarse un mero plagio, o lo que se denomina en la jerga periodística de “refrito”.
9.- No ser imaginativo, y dedicarse cómodamente solo a la aburrida rutina diaria, en vez de tratar de descubrir lo que otros no ven.
De mostrar, desde otro ángulo, lo que los otros medios no toman en cuenta.
Rescatar del anonimato a personas, historias y lugares para darles el brillo que se merecen, pero desde su óptica. Es una forma para desarrollar el verdadero instinto periodístico.
10.- ¿Cuán importante es la intimidad del otro?, con tal de conseguir una nota. Hay casos donde la ética se va al demonio y como un simple ejemplo citaré aquel caso de Diego Armando Maradona.
Este pidió a los periodistas que asediaban su casa, que por favor respetaran su intimidad.
Sin embargo, a pesar de los reiterados ruegos y pedidos hechos de buen modo, uno de ellos se trepó a un árbol y tomó varias fotografías.
Indignado, Diego lo bajó del árbol, disparándole con un rifle de aire comprimido. Hubo demandas y contrademandas. Polarizándose entonces la opinión pública, a favor y en contra.
El famoso caso de Lady Di, pone en el tapete, una forma exagerada y abusiva de como se consigue una información.
Que es el constante acoso a una figura conocida, que de pronto pasa de interés periodístico, a una víctima de persecución.
11.- Resistirse a la constante manipulación de la información, especialmente cuando existen intereses políticos, religiosos o económicos.
Muchas veces el periodista también es un rehén de un sinnúmero de variantes, entre las que se encuentras sus propios jefes.
Las empresas que publicitan sus productos y servicios, también amenazan con retirar su apoyo, si el contenido del medio está en contra de sus intereses.
Los buenos periodistas son supervivientes que saben adaptarse a todas las situaciones y resurgir con fuerza ante las adversidades.
Y también cometen errores, como cualquier mortal, pero de buena fe y siempre, siempre con la frente bien en alto.
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