A través de los años, he visto como muchas cosas, que en su momento estaban bien establecidas, con el correr del tiempo, perder de a poco su vigencia. Eso ha provocado que en innumerable veces quedara en “offside”, o pertenezca al “viejazo” o sea visto como el último sobreviviente de “Jurasic Park”.
Sin embargo, nunca he dejado de actualizarme, porque no hacerlo, implica morir un poco y aún sigo aferrándome a la vida, con uñas y dientes. Durante los últimos años aprendí a usar la mayoría de las herramientas que nos entrega la tecnología, con lo cual mi trabajo se ha vuelto mucho más sencillo.
Como me gusta mucha hablar de política económica tanto mundial como regional, comencé a bucear en internet y aprender más rápido que usando cualquier tipo de enseñanza convencional.
Y así comencé a “des-asnarme”, y luego ataqué otros temas que son de mi interés. Esto va, en cuanto a actualizarse, refiriéndome en materia de conocimientos. Pero si hablamos de mi imagen exterior, muchas cosas, a esta altura de mi vida, ya no se pueden cambiar y la resignación cunde en mi ánimo.
Sería ridículo ponerme aritos o “piercing”, en los lugares más insólitos de mi anatomía. Como hacerme esos tatuajes de serpiente, en los brazos. Justo en los míos, que son tan delgados, que si entra el grabado de un solo fideo, ya satura el espacio.
Tampoco ya no me animo a usar bermudas, porque mis piernas son tan flaquitas, que es toda una tentación para los pichichos. En fin, no me refiero a este tipo de cosas que han quedado en el olvido. Hablo de aquello que tenga que ver con lo espiritual.
He visto muchas veces que, cuando llega el padre a la casa, lo primero que le dicen a este, es: ¿Qué me trajiste?, parece que no existe más el beso y el saludo de los hijos. Prácticamente hay que obligarlos a que lo hagan.
Si hacemos un breve recuento de las cosas más importante que han pasado al museo, o se extinguieron, tendríamos varias sorpresas. Entre ellas:
· Los famosos “tomasitos” o los molestos chaperones
· Regresar a la casa un sábado a las 12 ó 1 de la madrugada
· Modelos de pasarela que no hagan sus extras
· Políticos honestos
· Funcionarios públicos idóneos
Dar el asiento en el colectivo a una embarazada
· Calles limpias y sin baches
· Atendimiento gentil en cualquier repartición pública
· Cobro justo por un servicio prestado por una empresa estatal
· Abogados leales y con honorarios razonables
· Una televisión sana con programas para toda la familia
· La ropa interior femenina
· Las profesoras que sabían “un montón” y daba gusto aprender
· Los buenos vecinos que no dejaban su perro suelto ni poner la música a todo volumen, un domingo a la siesta
La noviecita que no te ponga los cuernos con tu mejor amigo.
La verdadera fiesta de San Juan
Programas de TV infantiles sin dibujos animados japoneses
Que Navidad y Año Nuevo sean fiestas litúrgicas y no gastronómicas
Los médicos que te quieren curar sin necesidad de operarte
Las novelas que no tengan sexo ni se basen en la infidelidad;
Ir tranquilo a ver un partido a la cancha;
Los cines de barrio
Hablar con alguien que te ignora, por chatear con su celular.
· El romanticismo entre las parejitas
· La confianza, al dejar los hijos en manos de curas o pastores
· Salir de viaje sin transformar la casa en un bunker
· Encontrar un baño público limpio
· Una sola cuadra que tenga vereda o numeración correcta
· Vendedoras del microcentro que sean amables
· “Mesiteros” que no ensucie la vereda y que no piense que los barrenderos municipales están para su uso exclusivo.
· Los motociclistas que recorrían la ciudad, sin molestar a nadie
· Los Reyes Magos
· La cigüeña que nos traía de París
· El karai vosa fue reemplazado por los cientos de mendigos
· El ratón Miguelito, quien te ponía dinero debajo de la almohada, cada vez que se te caía un diente de leche
· La importancia de la virginidad
· La medallita que te regalaba el cura
· El respeto hacia la gente mayor
· El amor a la lectura
· Las plazas limpias, hermosas y seguras donde oxigenarse
· Los tratos de palabra y sellados con un apretón de mano
· Que te inviten a comer un asado
· El funcionario público que salía con el mismo patrimonio con el que había entrado;
· El campesino que se dedicaba a trabajar su chacra y no invadir terrenos ajenos
· Las frondosas y enmarañadas selvas paranaenses
· Ríos cristalinos sin contaminación
· Tierras sin agroquímicos ni fumigadas con pesticidas
· Alimentos sin elementos manipulados genéticamente
· Mujeres que no tengan algo de plástico en sus cuerpos
Banqueros decentes
· Legisladores que siempre se acuerden quien los votó
· Jueces que impartan realmente justicia
· Policías que cumplan con lo que juraron al salir de la Academia.
Estos han sido, solo algunos ejemplos de cosas que hemos perdido para siempre y presiento que nunca más volverán. Lo lamentable es que nuestros hijos y nietos no tendrán jamás la oportunidad de conocer y disfrutar de esas pequeñas y hermosas cosas perdidas, ya que entraron, hace mucho tiempo atrás, en la fase de extinción. No podrán verlas más, a no ser que las descubran, perdidas en algún museo, secas y momificadas.
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