Quizás el oficio de ser padre o madre sea el trabajo más difícil que exista en todo el mundo.
Primero porque no existe un lugar donde se pueda aprender a serlo, más que con la misma práctica. Como tampoco no existe ninguna receta universal para ser un buen padre, ya que lo que es bueno para uno, no siempre le sirve para otro.
Por lo general, los hijos le enseñan a los suyos, todo lo contrario a cómo sus padres los instruyeron, como si los nuevos padres corrigieran los ancestrales errores cometidos en su contra, durante la niñez.