Las liendres y los piojos, son considerados como uno de los males más antipáticos que existen en el planeta.
Si bien padecerlo no implica un grave riesgo de vida y ni siquiera sufrir peligrosas consecuencias, pero soportarlo es muy molesto.
Ser llamado de “piojoso” es un insulto incomodo y doloroso y tener piojos, tanto adultos como niños, nada tiene que ver la higiene.
Del mismo modo que los mosquitos, los piojos también se alimentan de sangre. Ellos se refugian en el cuero cabelludo porque allí tienen calor y comida.
Los piojos son parásitos, que miden de dos a cuatro milímetros de largo, de color blanco grisáceo. Ellos pueden provocar daños en el cuero cabelludo, si es que no son eliminados.
Las principales víctimas de los piojos son las criaturas en edad escolar, siendo las escuelas los lugares propicios para ser invadidos.
Sin embargo, deberían ser incluidos las plazas y parques públicos, clubes deportivos, locales de videojuegos, reuniones sociales como un cumpleaños o un partido de futbol en algún terreno baldío.
Probablemente poco tiempo después, comenzará una tremenda picazón en la cabeza, que nos indicará que algún piojo invasor, perteneciente a una de las 3250 especies, está haciendo de las suyas.
Cuando esto sucede, es mejor no perder tiempo y comenzar lo más rápido posible, la batalla por la eliminación total de este molesto parásito. De lo contrario, en pocas horas, toda la familia será contagiada.
Hasta hace no mucho tiempo atrás, proferir la palabra “piojoso” era equivalente a un terrible insulto, emparentado con la desidia y la falta total de higiene.
Hoy día, tal fuerza agresiva ha caído en desuso, por varios motivos. Estudios muy serios aclaran que los piojos atacan sin discriminar edad ni clase social, aunque sus estragos son mayores entre los niños y niñas más pequeños.
Por lo tanto, es totalmente erróneo creer que tener piojos está ligado con la higiene. Pareciera que ellos han desarrollado cierta inmunidad contra los diferentes venenos, por eso los pequeños monstruitos constituyen una plaga tan difícil de combatir. Tampoco su mordedura causa dolor o picazón.
Los piojos son hematófagos o sea se alimentan de sangre, alrededor de unas cinco veces al día, y segregan una sustancia que evita la coagulación: es esto lo que genera escozor, e incluso puede producir heridas y derivar en infecciones y fiebre.
Por eso, en caso de que el afectado sea menor de dos años, se debe acudir a la consulta del pediatra.
Es totalmente falso que los piojos salten de persona en persona, ya que ellos solo caminan. Ahora bien, la mayoría de los padres no quiere consultar a un médico por considerar a esta plaga muy poca cosa, así que atacan al problema, solo con remedios caseros.
Por lo general, aprendidos de su madre y su abuela.
Algunos son satisfactoriamente efectivos y otros son peligrosos mitos, que pueden hacer mucho más daño que los mismos piojos.
Lo primero que se debe hacer es aislar al niño/a, permaneciendo en sus casas, por unos tres o cuatro días, mientras que los padres los desinfectan con productos específicos.
Pero también para evitar que los demás niños se contagien. Tener piojos no quiere decir que se padezca una enfermedad contagiosa.
Aunque muchas madres se ofenden cuando se les dice que en las cabezas de sus hijos tienen piojos. Pero mucho peor se sienten los mismos niños ante las burlas de los otros niños no infectados.
Entre los remedios caseros más utilizados se encuentran las infusiones de hojas de eucalipto, donde la madre le masajea el cuero cabelludo.
Algo muy similar con un preparado con ajo triturado y luego se le envuelve la cabeza con una bolsa plástica durante toda la noche. El aceite de lavanda puro, que se aplica con guantes, pero solo en las raíces.
El aceite de bebé es un elemento que nunca falta en cualquier hogar. Se, empapa la cabeza del afectado y se la cubre con una bolsa plástica por un par de horas. Repitiendo la operación dos veces más.
El vinagre de manzana es un remedio muy eficaz. Se mezcla agua caliente y vinagre, en partes iguales, aplicándolo con un pincel. Desde la raíz hasta las puntas, repetir la operación hasta que desaparezcan los piojos.
Aunque parezca demasiado loco, la mayonesa sofoca a los piojos y retirar a las liendres. Cubriendo toda la cabeza con abundante mayonesa, se la envuelve con una bolsa plástica por un par de horas, para luego enjuagar y peinar con el peine anti-piojo.
No dejar tampoco de ser efectiva la ruda, que se prepara como una infusión común y se aplica del mismo modo que los otros remedios alternativos. El aceite de oliva sigue las líneas generales de la mayonesa con resultados similares.
Eliminar los parásitos es solo una pequeña parte del problema, ya que en la primera ocasión, estos volverán irremediablemente. Para ello es necesario crearles un lugar desfavorable y que dificulte su retorno a la cabeza de los niños.
Por lo tanto se recomienda, el pelo corto en los varones y las trenzas o coletas en las niñas. Lo mismo se aconseja revisar el cuero cabelludo de las criaturas de la casa, como una buena medida de prevención.
Como las escuelas son el lugar preferido de los piojos y siendo las niñas quienes son las víctimas preferidas de estos parásitos, es necesario que haya una comunicación muy fluida entre maestros y padres. En caso que se detecte un caso de pediculosis, se debe avisar a los padres del niño y evitar su vuelta a las clases hasta que no se lo haya desparasitado.
Como el contagio es fulminante, es recomendable que el centro educativo cerrara sus puertas por 24 horas a fin que los mismos padres comprueben el estado de sus hijos. Se recomienda no compartir peines, cepillos o hebillas.
Es necesario desmitificar que los piojos están relacionados con la falta de higiene de los niños. Y aclarares a estos que los piojos no distinguen clase social, ni color de piel, ni el estado de higiene. Los piojos solo necesitan del calor humano y de la sangre para sobrevivir y reproducirse. Cepillarse los cabellos todos los días, antes de acudir al colegio, es otra buena medida.
La mayoría de los padres y maestros no le dan la suficiente importancia, sin embargo una reciente encuesta revela que se gasta en la lucha contra la pediculosis, de unos 7.500 millones anuales de dólares a nivel mundial. Ni sobreestime ni minimice esta dolencia, si no contrólela más de cerca. Por el bien de sus niños.
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