domingo, 20 de noviembre de 2016

EL VÓMITO LITERARIO

Llamo vómito literario al texto en bruto, arrojado al papel o a la computadora así como fue sentido, y pensado en ese mismo momento. 

Luego vendrá el pulido, donde el escrito deberá pasar tres cedazos. 

El primero es rectificar los errores más groseros, como la sintaxis y aquellas palabras demasiado burdas o que su significado no corresponden a la acción. 

El segundo paso es corregir todos los errores u horrores ortográficos, así como la concordancia de número y género entre otras cosas. 


Y para finalizar, lo que a todos nos sucede, que es colocar algunos acentos olvidados, fijarnos en los signos de puntuación. 

Y aquellas letras que aparecieron involuntariamente en el escrito, debido a que nuestro dedo apretó una tecla equivocada cuando nuestro cerebro pensó otra cosa. 

Pero para llegar a eso, es imperioso aprender. Por desgracia los conocimientos no caen del cielo y por lo tanto debemos adquirirlos sudando como cualquier mortal. 

Todo escritor debe contar con una buena imaginación, pero si no se la sustenta con un soporte técnico, su idea llegará al lector en forma muy difusa y eso puede llegar a ser lapidario, si es que piensa en futuras ediciones. 

Ahora bien, muchos escritores afirman que es un verdadero fraude el tema de los talleres literarios, ya que para saber escribir solo hace falta leer buena literatura. 

Es probable que tengan cierta cuota de razón, sin embargo, en honor a la verdad, muchos de ellos son hipócritas, ya que enseñan Literatura en colegios y universidades prestigiosas. 

También alegan que la casi totalidad de los asistentes, carecen de todo el talento necesario, pero eso sí, no se les `perdona el cobro un interesante arancel. 

Estos mismos detractores, afirman que los grandes escritores y escritoras que nosotros conocemos, y que son lo máximo de la literatura mundial, jamás concurrieron a un taller literario. 

Para ello, dan una enorme lista de literatos citando como ejemplo a Borges, Cervantes, Neruda, Gabo Márquez, Kafka, Julio Verne, Tolstoi, Octavio Paz, entre otros. 

Pero se olvidan que muchos de ellos, fueron a muy buenas escuelas privadas o tuvieron clases particulares con maestros exigentes. 

Otro punto es que la enseñanza de esa época, pedagogía mediante, era realmente excelente. 

Para cualquier género que el futuro escritor quiera incursionar, será necesario tener un soporte técnico como bagaje del oficio. 

Es indudable que de allí no saldrá convertido en un Doctor en Gramática, pero si tendrá una orientación cierta y una visión completa del tema. 

El instructor guiará sus primeros pasos e intercambiará ideas con sus compañeros del taller. Allí recibirá críticas sin anestesia y elogios sin ser acaramelados. 

Una vez que conozca más a fondo los recovecos literarios y quiera hacerse el rebelde sin causa, pues rompa las reglas de todo lo aprendido. 

Por ahí tiene suerte y tal pose lo convierte en un mimado de las letras. 

Pero volviendo del divague, el acto de escribir y crear es una actividad solitaria y estar en compañía de otros que también comparten su misma pasión, le puede generar una interacción muy positiva, así como a todos los participantes. 

Podríamos compararlo con salir a correr o andar en bicicleta, dos actividades maravillosas pero algo aburridas cuando se practica solo. 

No importa cual sea su preferencia literaria: la poesía, el cuento, la novela, el relato, la crónica o el ensayo. 

Lo que aquellos grandes literatos tenían era la idea conceptual de lo que iban a desarrollar. 

O sea, para ser un buen escritor lo que vale son las buenas ideas, ya que el soporte técnico se estudia pero si la idea es pésima o trillada, no hay gramática que lo salve del estruendoso fracaso literario. 

No se olvide que las buenas ideas no se compran en el almacén. 

Es cierto que la escritura se nutre de la buena lectura, pero esta debe estar acompañada de su correspondiente comprensión. 

No tiene sentido leer a lo loco 20 libros y no entender lo que dicen. 

Además de recibir una buena teoría, con seguridad, el instructor les permitirá descubrir los distintos caminos literarios y elegir aquellos donde el futuro escritor se sienta más cómodo.

Eso no quita que con el tiempo incursiones en todos los géneros que este se anime. 

Según mi experiencia personal, no existe estar bloqueado o falto de inspiración alguna, porque es una cuestión de profesionalidad, ya que todo lo que nos rodea o nuestras propias experiencias de vida son un motivo o germen para un escrito interesante. 

Desde aquella sensación incómoda de querer orinar en el momento menos oportuno, hasta el instante previo a conocer a la persona que podría ser tu compañero/a de vida. 

Todo sirve para escribir, pero solo está en uno darle alas a la imaginación y reflejarlo con un buen tratamiento literario. 

Ser escritor por más romántico que suene, no es soplar y hacer botellas. Se requiere no solo de paciencia sino bastante constancia, para enfrentar a quienes quieren desalentarnos y a nuestros propios temores. 

También es preciso crearnos una rutina de trabajo diario, aunque sea una hora. 

Así como cualquier atleta debe entrenar, el escritor debe ejercitar la coordinación exacta entre su imaginación y la puntas de sus dedos que estarán conectados o a un lápiz o una computadora. 

Eso es fundamental y un factor determinante que hace la diferencia entre el éxito o el fracaso del creador. 

Siempre el comentario de un instructor puede orientar pero siempre créale un 50%, el resto investigue por su cuenta para saber si tiene o no razón. 

La investigación siempre es necesaria antes de escribir, especialmente cuando lo hace sobre un tema que desconoce. 

En mi caso, escribí un cuento sobre el tráfico de cocaína. Como del tema sabía tanto como de energía atómica, no me quedó más remedio que consultar con un químico de la Policía Nacional. 

Lo peor que le puede pasar a un escritor, es que hable de lo que no sabe y el lector lo descubra. Ese será su fin. Siempre investiguen y cuando escriban, tengan siempre a mano un diccionario convencional o uno “online”. 

Otro detalle muy importante, nosotros somos humanos y cometemos muchos errores que no vemos a simple vista, por lo tanto, reclute a un par de amigos para que lean lo suyo y le digan la verdad, sin anestesia. 

La adulación siempre perjudica al creador, porque tanto “caramelo” nubla los sentidos y deja pasar sus yerros sin corregirlos. 

Ahora que está llegando a su fin este comentario, espero que hayan entendido lo de “vómito literario” que entre mis alumnos y yo lo hemos convertido en una revista y allí se refleja todo lo que ellos aprendieron durante todo el taller. 

Hasta ellos mismos se sorprenden la diferencia entre el inicio y la graduación. Pero más que a escribir, se les debe inculcar a pensar y razonar, ya que esa es una de las funciones que debe cumplir un escritor, dentro de la sociedad.

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