martes, 17 de abril de 2012

REPRESAS SIN COMPRESAS


Con mucha sorpresa he leído la semana pasada que el proyecto Corpus-Aña Cuá, quería ser reflotado, luego de quedar en letargo por espacio de 13 años, fecha en la que la ciudad de Posadas y todo el pueblo misionero (de Argentina), se manifestó en contra de su construcción. 

Por desgracia y como siempre ocurre; en nuestro país no tenemos ni estadísticas ni pre-estudios de impacto ambiental y ni siquiera cualquier tipo de proyección que nos pueda ilustrar. Es por eso que no me ha quedado otro remedio que utilizar todo los datos argentinos, que sabemos son más o menos confiables.



La idea es alertar a todos los paraguayos, de la magnitud del desastre que podría ocasionar la construcción de estas dos represas. No solo empeoraría el microclima existente en la zona, si no traería aparejado graves problemas económicos y sociales. Los datos recabados son del lado argentino, pero ellos mismos hacen proyecciones que del lado paraguayo el impacto sería mucho peor (como siempre) y lo grave del caso es que todos los daños son irreversibles. 

El 14 de abril de 1996, el 60% de los misioneros votó un plebiscito y el 88% le dijo: “No a la construcción de la represa de Corpus”, fuese tanto en Itacuá, 14 km al norte de Posadas, como en Pindo-t, 85 km más al norte, según propuesta de la COMIAP (Comisión Mixta Argentina - Paraguaya). El Presidente, de la Fundación Vida Silvestre Argentina, en Misiones, dijo: "El impacto ecológico de la construcción de Corpus será monstruoso. La provincia va a quedar dividida y será una enorme isla".

Los pliegos de licitación de Corpus, debían estar listos a fines de julio de 1996, según lo resuelto por Menem, de Argentina y Wasmosy, de Paraguay, pero esto fue decidido mucho antes del mencionado plebiscito. Sin embargo, con el siguiente resumen basta para tener solo una idea de lo que ocurriría del lado argentino, porque del lado paraguayo, sería muchísimo peor.

Además de inundar tierras para cultivo, ganadería y turismo, Corpus hará desaparecer ambientes ribereños del Paraná hasta el río Iguazú y lugares de valor histórico y cultural, como los Parques Provinciales de la isla Caraguataí, (un paraíso de 47 has, con flora y fauna únicas) y Teyú Cuaré; incluyendo la casa del escritor Horacio Quiroga y el Parque Nacional Iguazú. 

El embalse inundará Punta Peligro y la playa de la isla San Martín, aguas abajo de la Garganta del Diablo. 


"La modificación del hábitat dañará a animales y vegetales entre las que figuran especies amenazadas y otras de las que no se tiene suficiente información”, concluye el presidente de la Fundación Vida Silvestre.
Héctor Dalmau, ex subsecretario de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Nación, también se opuso a Corpus: 

"Hacer una represa para todo el Alto Paraná (Misiones), reducirá la calidad del agua y facilitará la propagación de nuevas enfermedades y aumento de las ya existentes. Y la formación del lago provocará el traslado compulsivo de más de 15.000 personas, con; graves perjuicios de su entorno cultural y laboral". Para Dalmau, Yacyretá y Urugua-i son suficientes para comprender que, en las represas, los famosos beneficios promocionados no son tales.

Yacyretá es una hidroeléctrica poco eficiente, ya que analizando la relación entre la energía generada y la extensión del terreno inundado, tendría un coeficiente de 20 kw/ha, mientras que para Itaipú es de 93 kw/ha. Su vida útil se estima en 70 años, luego se debe realizar obras de reacomodamiento para prolongar su tiempo de funcionamiento.


El caso de Urugua-í es para tener muy en cuenta. Se anegaron 9.000 has de selva virgen, se invirtió el triple de lo presupuestado y, según Claudio Álvarez, ministro de Ecología de Misiones, se basó en un mal estudio técnico, ya que el lago no reúne el agua suficiente para generar el 60% de la energía que consume la provincia, sino apenas la mitad. "Fue una obra política. Con lo que se invirtió se podrían haber tendido las líneas de Yacyretá a toda la provincia resolviéndose el déficit energético".

Sin duda, la imagen de Urugua-í, un cementerio de árboles asomando de aguas estancadas nauseabundas, impulsó a los misioneros a desconfiar de las represas. Tras el plebiscito, el gobernador misionero Ramón Puerta, fue quien alertó sobre una posible inundación a las ruinas jesuíticas de San Ignacio.

Entre las represas de Corpus y su complementaria Ana Cuá, se podrían perder unas 100.000 ha, entre ellas más de 300 islas, argentinas y paraguayas, correspondiente a ecosistemas de la selva Misionera. 

El efecto de la represa traería aparejado problemas sanitarios; eutrofización en el lago del embalse o sea en términos sencillos; todas las nutrientes de la tierra pasarían al agua; acumulación de productos tóxicos orgánicos y metales pesados en los sedimentos; proliferación de maleza acuática y sequías anuales del brazo Aña Cuá.

Si el agua llegase a la cota 83, como se pretende (metros sobre el nivel del mar) abandonarían sus viviendas, unas 10.685 familias más, que deberían ser reubicadas convenientemente. También unos 125 establecimientos industriales de Encarnación y Posadas se verían sensiblemente afectados. 

Esto independientemente de lo ya hecho en su oportunidad con Yacyretá. Podrían llegar hasta nuestros países varias enfermedades propias de los embalses, particularmente dengue, paludismo, y la esquistosomiasis, que es una enfermedad parasitaria producida por un gusano. No es mortal, a pesar de su alta fiebre, pero incapacita para la locomoción.

Hasta aquí, va mi humilde advertencia, de aquí en adelante ya corre por cuenta de ustedes. Con dos grandes hidroeléctricas instaladas en nuestro país, aún no se resolvió el déficit energético que padecemos ni nos hemos repuesto de la desaparición de los Siete Saltos del Guairá. Todo esto sin contar con la voracidad de nuestro querido vecino que buscará quedarse como siempre con todo, dejándonos únicamente otro dolor más de cabeza. 

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