viernes, 7 de diciembre de 2012

SOLA SIN ESTAR ANGUSTIADA


Las mujeres solas que quieren formar una pareja estable, generalmente cuentan con un elemento que puede llegar a interferir negativamente a la hora de iniciar una relación: es la ansiedad. Una actitud que asusta a los hombres, y solo consigue que estos huyan despavoridos. 

No existe ninguna mujer, por más inteligente que sea, que no demuestre tarde o temprano, su angustia. Por lo general esto sucede ante la posibilidad que “el pescadito” escape del anzuelo, y sintiéndose inútil e impotente para retenerlo, se  trastornará por una asfixiante ansiedad, cometiendo groseros errores.  

Uno de los más comunes, es no asumir el tiempo transcurrido ni la edad cronológica que se tiene. Resaltan mentalmente las marcas del tiempo en su cuerpo, en vez de minimizarlos. Se torturan  comparándose con las modelos o al ver un ícono estético utópico, por lo que se deprimen y pierden la última pizca de autoestima. 

No toman en cuenta que para el hombre, un pecho prominente o una nalga dura, pueden pasar a un segundo plano cuando hace entrada una sonrisa seductora, una simpatía arrolladora o una conversación amena, fluida e inteligente. 

Lo que sucede es que la mujer se deja influir por biotipos imaginarios de seducción a los que ya sabe de antemano, que no puede competir.

Otra cosa que traiciona a la mujer, en su complicado y zigzagueante razonamiento, que transforma un simple acto de seducción en un complicado sistema de trampas y cepos para poder atrapar a una pobre víctima. Es lo único que ella piensa, en una primera cita. En vez de hacer las cosas más sencillas y esperar que la situación se desarrolle sola y sin más expectativa que pasarla bien.


Este devaneo solo provocan que a la mujer le aflore sentimientos de inseguridad, se sienta inferior y se torne temerosa. Solo tiene ojos para ver los defectos del hombre y omitir aquellas posibles virtudes. Y en caso de hallar alguna, le parecerá muy poca cosa.

Es la misma mujer quien se encarga que el misterio que la rodea, se enturbie mucho más; en especial si su filosofía de vida es complicada de por sí. Probablemente lo acentué, por lo que únicamente logrará que cualquier hombre se canse de ella y la abandone definitivamente.

Las confesiones de malas experiencias vividas, que tanto les gusta contar a ellas, pretendiendo conmover a su ocasional conquista, solo lograrán desanimarlo. Porque esos sucesos forman parte del aprendizaje, que la vida nos imparte. Pretender ser una mártir, ante estos acontecimientos, solo desilusiona a quien las escuche. 

Otro tema que espanta definitivamente a los hombres, es esa necesidad obsesiva y compulsiva de ser mamá. En especial,  aquellas mujeres a las cuales el reloj biológico ya no corre si no vuela. 

Entonces deciden buscar parejas solo con ese único propósito. El hombre lo intuye y se siente usado y burlado. Por concretar el sueño de ser madre; en una relación donde lo único que se le permitió aportar fue su semen.


Este tipo de mujeres, por motivos desconocidos, prescindirán de todo varón y criarán a sus hijos, lejos de los ojos del que fuera su padre. Por lo general, nunca se entera que lo ha sido. Buscarán su independencia económica, tendrá relaciones ocasionales  superficiales y con el tiempo se convertirán en viejas amargadas. Despotricarán contra todos los hombres, pero nunca confesarán que jamás intentaron entenderlos.

Otras, las que les gusta más la seguridad de tener cerca a un proveedor de dinero y algunas comodidades; intentarán retenerlo usando todos los medios y recursos al alcance de la mano, pero gozando de cierta autonomía y sin un compromiso serio de por medio. La relación dependerá de la avidez y codicia de la mujer y el grado de asfixia que le provoque a la pobre víctima.

Existe un tercer tipo de mujer, no demasiado preocupada por quedar embarazada, ya que cuenta con varios hijos, de anteriores relaciones. Ellas intentarán un nuevo acercamiento, pero sin perder su libertad. Sus únicas dudas consisten en la duración de la convivencia, ya que el ocasional pretendiente estará demasiado acotado y cubierto por estrictas reglas hechas por ellas mismas.

La relación de pareja se construye de a dos, lentamente, con amplios aportes diarios de cada uno de los integrantes, pero sin perder la individualidad y sin subordinarse al otro.

Siempre la ansiedad hace que las mujeres empleen tácticas inadecuadas que harán, finalmente, que el buen intento del comienzo, termine, por lo general, en un rotundo fracaso. 

Sin embargo, el peor de los temores a que se expone una mujer es el miedo a la soledad. Esta siempre fue una mala consejera a la hora de la búsqueda de pareja. La soledad hace que se baje la guardia y que los ojos se cubran con una gruesa venda. No se verán defectos, solo virtudes. No importará quienes forman su familia ni las actividades a las que se dedique.

Lo triste es que no escuchará las advertencias de nadie, y acusará a todos de envidiosos y querer separarla del amor de su vida. Cuando realmente caiga la venda, le parecerá que el mundo se le viene encima y sentirá aún más el fracaso, al profundizarse esa sensación  de soledad, que la embargará.

Por lo general la mujer jamás aprovecha los momentos en que no tiene pareja para replantearse los errores cometidos, sin recriminaciones ni culpas. No intenta reencontrarse o bucear en su interior sobre lo que quiere y lo que no. Solo se encierra en sí misma y rehúye conocer gente o fortalecer las viejas amistades.  

En esta fase, la angustia le hará cometer más errores que les costará muchas lágrimas. Intentaran volver con alguien con quien la relación no funcionó, o aceptará a cualquier individuo, con tal de no sentirse sola. Lo mejor de todo es tener cierto tiempo para meditar, ponerse metas, esclarecer los objetivos y dejar que el tiempo decante todo lo malo sucedido.

Si una mujer logra estar sola, sin angustiarse, por algún tiempo, y es capaz de conseguir el justo equilibrio entre lo que siente y lo que piensa; es muy probable que con algo de paciencia, haya una posibilidad que aparezca en el horizonte, la persona indicada, que tanto ha esperado y que la haga feliz por el resto de su vida.

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