Realmente estamos viviendo en un mundo donde las cosas se hacen al revés, que por obra de la casualidad, contradice a todas las enseñanzas que nuestros padres o mayores nos lo han inculcado desde la infancia.
Y aunque se diga comúnmente que con la edad uno va endureciendo el carácter y formando un resistente caparazón protector, ante lo que uno ve con sus ojos o se entera por los diarios o los noticieros, eso no es verdad.
Temas que a esta altura de la civilización ya tendrían que haber sido superados, al menos en el plano ético y moral. Pero parece que estas disciplinas enseñadas a temprana edad van a contramano con la realidad cotidiana.
Cosas tan básicas que recuerdan aquella canción de María Elena Walsh llamada “El reino del revés”, por lo que nos hace constantemente dudar de nuestro juicio.
No cabe en ninguna cabeza, en su sano juicio, que aquellos que deberían impartir una justicia pronta y barata, sean exactamente los mismos encargados de corromperla. Esto involucraría a todos aquellos que tengan algo que ver, con la larga cadena de eslabones que intervienen en el acto de administrar justicia.
Aunque parezca mentira, toda la sociedad se ha mercantilizado de tal forma que aquellos quienes deberían cuidar de nuestra salud, en muchos casos la destruyen.
Es inentendible que el gran esfuerzo que hacen los padres por darle a sus hijos la mejor formación académica posible, sea solo una muy triste burla transmitida en todos los niveles de enseñanza, en el que un alumno participe.
Por lo tanto, es seguro que al terminar cualquier carrera universitaria, en alguna de las nuevas universidades de morondanga, que han brotado como hongos, egresará un profesional mediocre. Siendo estas “altas casas de estudio” solo un comercio encargado de destruir al conocimiento.
También podremos encontrar gobiernos hipócritas que pregonan su amor al pueblo y defender a brazo partido, el achicamiento de la brecha entre ricos y pobres.
Sin embargo son estos mismos gobiernos que con discursos populistas, manipulan a la gente de tal forma que, poco a poco, y casi sin darse cuenta van silenciando a la prensa, reprimiendo manifestaciones pacíficas.
Incentivando las condenas para los pequeños “ladrones de gallinas” pero “carta blanca” para los grandes saqueadores del Estado. Eso es una forma también de destruir la libertad.
Cuando la prensa deja de ser objetiva, perdiendo de vista la noticia, para manosear toda la información, algo anda mal. Especialmente cuando los intereses mezquinos, las ansias de poder y la honestidad se superponen, es ahí que se destruye la información.
Cuando los hombres hacen de la religión, un medio bajo y sucio de comercio, y que les permite enriquecerse a costa de la manipulación de los sentimientos, entonces algo anda bastante mal.
Y si a esto se le agrega que algunos santurrones inventan dogmas insistiendo que ellos son más importantes que la vida misma, entonces si la religión destruye la moral.
Cuando la gente que está fuera del circuito financiero quiere acceder a un crédito, para crecer comercialmente, es muy probable que jamás lo logre.
Pero es muy factible que con otro tipo de gente, que tenga mucho más nombre y un buen respaldo económico tendrá las puertas abiertas, para que pueda hacer, con tranquilidad, “lavado” de grandes cantidades de dinero, que le dejará a la entidad, mayores comisiones que prestarle dinero a un pobre. Con esto se puede decir que los bancos, si destruyen la economía.
Es muy doloroso ver como todo se encuentra ahora, completamente de cabeza. Donde ser un mero espectador de un genocidio, en vivo, por un canal de televisión, en cualquier país africano, es mucho menos grave que matar un pobre animal indefenso, en una plaza de corrida, por simple y estúpida diversión.
Que se puede esperar de un mundo donde la forma de vestir con ropa de marca tiene más valor social que devolver una billetera completa a su dueño.
Como es posible que la entrega de una pizza a domicilio llegue mucho más rápido que una patrullera de la policía.
Que el sueldo de un bombero voluntario apenas le alcance para sobrevivir, él y su familia, cuando arriesga su integridad física en cada salida y salva decenas de vidas humanas, mientras que cualquier concejal de morondanga que trabaja cuando quiere y sin horarios que lo controlen, vive como un jeque árabe.
En nuestro mundo, los animales son simplemente más nobles, confiables, fieles, cariñosos y por supuesto mejores amigos que la mayoría de los seres humanos.
Que uno sale a la calle asustado e inseguro, no sabiendo, a ciencia cierta, si es que regresará a su casa.
En caso de ser asaltado nunca tendrá certeza que quien lo está apuntando con un revolver es un asaltante o un agente de policía que está fuera de servicio.
En muchos lugares de nuestro asombroso planeta, presentarse como contrabandista, es todo un honor y eso conlleva cierto exótico estatus, sabiendo que esto es una actividad totalmente ilegal y castigada severamente por la justicia de todos los países.
Estamos en un mundo donde vender marihuana o cocaína es un grave delito, sin embargo es totalmente legal vender cigarrillos y bebidas alcohólicas, que arrastran mucho más muertes, según estadísticas mundiales, que cualquier otra droga.
Es una verdadera aberración que se prohíba el aborto cuando miles de mujeres mueren en las camillas de falsos parteros. Que no exista la esterilización química para los violadores en serie.
Que sea vergonzosa la muerte asistida para aquellas personas que se encuentren en estado vegetativo y sea irreversible. Que se prohíba la pornografía cuando las telenovelas diarias muestran cosa aún mucho peores.
Nuestro mundo ha cambiado radicalmente, ya que todos los valores y principios inculcados por nuestros mayores prácticamente se han extinguido y por lo tanto, todo es ahora dominado por el caos.
La ética y la moral son prácticamente cosas del pasado y por lo tanto hablar de ello en esta época es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Si no revertimos todo esto, en poco tiempo, terminaremos deshumanizandonos y bien podría suceder lo que muchas películas de ciencia ficción ya han anticipado.
Es totalmente cierto Ricardito,extraño la epoca en que vivia en el campo; una vez mi papá le vendió veinte ganados a un vecino y le pagó por diez y le dijo que le pagaria el resto despues de faenar los animales, papá le pasó la mano y el otro apretó fuerte y se retiró,yo me preocupé y le pregunté a papá si confiaba en el señor y el me respondió: me apretó la mano sellando su palabra, pagará. y fue asi mismo a los seis dias le pagó todo.
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