lunes, 18 de enero de 2016

INFIDELIDAD, DIVINO PECADO

Según el Antiguo Testamento, el 9º Mandamiento nos intimaba con un contundente y categórico: ¡No desearás la mujer de tu prójimo!, cosa que a través de la Historia muy pocos lo respetaron. 

Incluso en la misma Biblia, se citan muchos ejemplos posteriores a tal prohibición. 

La infidelidad es un irrefrenable impulso que impacta con fuerza a los sentidos, en un primer paso y este no se concretará hasta que no esté acompañado de otras variables. 

Por lo general tanto hombre como mujer jamás traicionarían a sus parejas solo por gusto. Sin embargo, siempre “poner los cuernos” es una gran tentación, muy difícil de contener. 




Y tal es así, que los celos y la infidelidad nunca fueron totalmente incompatibles. Eso explicaría el motivo por el cual hombres muy celosos hayan ideado ingeniosos artilugios que impidiera alguna traición en la pareja. 


A estos adminículos se les denominó genéricamente con el nombre de “cinturones de castidad”. Si bien eran muy incómodos y aparatosos, resultaban muy efectivos. 


Cuenta la leyenda que este aparatejo nació en la antigua Roma, debido a que los hombres pasaban largos períodos fuera de casa, como producto de los constantes frentes de batalla que el ambicioso imperio emprendía.

Y cuando regresaban a sus hogares se encontraban con la simpática sorpresa que la familia se había agrandado aún sin su intervención. 

Sin embargo, diga lo que se diga nunca ocurre una infidelidad totalmente fortuita, siempre existen antecedentes ocultos jamás confesados.

Tanto por no herir sentimientos al otro o porque no existe una gran fluidez en un diálogo sincero.

Pienso que la infidelidad se da como el resultado de una crisis de pareja, ya que el infiel le cobra “cuentas pendientes” porque supuestamente le habría fallado al no satisfacer plenamente todas las necesidades sexuales, emocionales o intelectuales de su pareja. 

La forma de encarar que tienen el varón y la mujer son bien distintos e igualmente válidos los motivos que la desencadenan.

Sin embargo existen puntos comunes en ambos géneros, totalmente independientes de las características de cada uno de los sexos. Y podríamos decirlas sin un orden estricto que: 

1.- Se sienten defraudados: Entraron a una relación con demasiadas expectativas y roto el enamoramiento inicial ven al otro como en realidad es. 

2.- La rutina: Todos los días lo mismo, el compañero se ha vuelto muy previsible y el aburrimiento carcome una relación que ha perdido todo su encanto.

3.- Un pésimo sexo: Este es un componente fundamental en la pareja y si éste, por uno u otro motivo no es satisfecho, es muy probable que se lo busque fuera de la relación.

4.- Unido al cordón umbilical: jamás funcionara una pareja en la que uno de los dos no haya madurado lo suficiente como para independizarse emocionalmente de sus padres. 

5.- Experimentar emociones fuertes: Cuando se termina el deslumbramiento y llega la monotonía, muchos desean concretar fantasías sexuales con otras personas. 

6.- Pareja en un pedestal: Para muchos su pareja es algo sublime e intocable y prefieren concretar todas sus fantasías con un amante, fruto de una educación reprimida donde la hipocresía es la estrella del film. 

7.- Pareja permisiva: Existen casos donde la pareja permite que se tengan aventuras con terceros, sin embargo tarde o temprano uno de los dos quedará atrapado en un nuevo enamoramiento.


8.- Relaciones asfixiantes: Son aquellos casos donde uno de los dos le quita el espacio al otro, convirtiendo a la relación en una verdadera prisión, que lo terminará empujándolo a oxigenar su vida con una relación clandestina. 

9.- Enloquecidos por el status: Son aquellos que habiendo logrado fama, fortuna y una óptima posición social, creen que el poder les da el derecho a mantener cuanta relación espuria encuentren a su paso.


10.- Inmaduros para afrontar una relación: No todas las personas están preparados para llevar adelante una pareja. Viven en una adolescencia permanente y no desean abandonar ese estado por ningún motivo. 

Ahora bien, estas han sido las causas muy generalizadas por la cual se comete un desliz. Sin embargo tanto varón como mujer tienen razones bastante diferentes para entrar de lleno en una relación clandestina.

Quisiera detallarles primero las causas más probables de la infidelidad masculina y a continuación la femenina, para terminar el presente comentario. 

El varón miente al querer una relación que nunca será monógama y por lo tanto se muestra como un ser bastante inseguro y acomplejado, por eso busca parejas nuevas para levantar su autoestima.

Esto nos trae una tercera causa: la inmadurez, que no le permite mantener una correcta relación y vivirla plenamente.

Y puede ser que tenga miedo al compromiso ya que sufrió maltrato o abusos en su niñez. Tendrá muchas parejas y a la primera dificultad las abandona. 


Es egocéntrico al pensar solo en él y exigiendo que su pareja esté siempre dispuesta al sexo o a sus mezquinas necesidades. Es un ser depresivo que necesita constantes estímulos en su vida y por eso busca tener aventuras con prostitutas o bien se aficione a la pornografía.

Es un ignorante emocional ya que piensa estúpidamente que solo existe el amor pasional, desechando el resto de los componentes. 

Es un adicto al alcohol, drogas o el juego, usando al sexo solo como un escape a sus problemas. Busca reemplazante y usa a sus aventuras como una simple excusa para terminar con su actual pareja.

Muchos piensan que las mujeres son más infieles que los hombres porque son mucho más astutas para ocultarlo. Así que ahora les dejo las razones femeninas. 

Para las mujeres la infidelidad es más un problema de afectos negados que otra cosa. Ellas odian sobremanera la falta de atención, tanto como no sentirse ya deseadas.

Caer en la rutina o porque le gustaba un hombre forzó la situación, y no vio más allá de su sonrisa, descubriendo luego que no eran afines. La venganza hacia un desliz masculino.

El constante maltrato doméstico y ser demasiado celoso son las causas más frecuentes, entre las mujeres. Ya teniendo una serie de causas, traten al menos de no caer en ellas, evitando el fracaso durante su relación.

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