Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), se le denomina Explotación Infantil a toda actividad laboral que emplee a menores de 14 años, que supere las 6 horas diarias, que impida su educación y que siendo un trabajo peligroso, atente contra el normal desarrollo físico y mental del menor.
Pero lo fundamental, es que no le permita tener una vida plena de acuerdo a su edad.
Para tal fin, fue promulgada la Declaración de los Derechos del Niño, que es un tratado internacional vigente desde el 20 de noviembre de 1959 y que fue aprobado unánimemente por los 78 Estados miembros que integraban, por ese entonces, la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Esta fue inspirada en la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño, de 1924. Tras esta declaración, en 1989 se firma la Convención sobre los Derechos del Niño, ya esta vez con 54 artículos, pero también cambiando el enfoque general.
Ya que se añade todo el peligro que corren las niñas, a las que se considera mucho más indefensas que los varones.
Actualmente existen más de 300 millones de niños que trabajan forzosamente en el mundo y de ellos, aproximadamente la mitad lo realizan en condiciones totalmente infrahumanas.
Dos millones de ellos mueren anualmente por dicho motivo y algo más de un millón, son víctimas inocentes del tráfico humano.
Ahora bien, hay que hacer una gran diferenciación entre el trabajo infantil, donde el menor contribuye para el grupo familiar donde pertenece, aportando lo suyo, como una necesidad, pero sin una exigencia obligatoria.
Y su contraparte: el trabajo infantil como explotación esclava. Cada una de estas tiene sus propios códigos que las identifican de inmediato.
Reconociéndose en la segunda opción, que esta actividad priva a los niños de vivir con una intensidad plena su infancia.
Por lo general la edad mínima para trabajar, dependiendo de cada país, ronda entre los 14/15 años.
Para el trabajo liviano, cualquiera fuera su edad son un par de horas no pasando de las 6 y con varios intervalos.
Mientras que para el trabajo más pesado, ya se tendría que hablar de una edad entre 16/18 años, según la legislación laboral de cada país.
Sin embargo las autoridades tanto nacionales como internacionales están muy preocupadas por aquellas actividades que involucren a niños como una forma de clara esclavitud pero disfrazándola muy bien como trabajo infantil.
La mayoría son prácticas delictivas como lo pueden ser: la esclavitud por deudas, la servidumbre, la prostitución, la pornografía, el reclutamiento militar obligatorio forzoso debido a conflictos armados, el tráfico de drogas, etc.
Y desde ya, todo aquel trabajo peligroso, así como las tareas domésticas realizadas durante demasiadas y extenuantes horas en un medio insalubre, que requieran el uso de materiales o herramientas peligrosas o que fuercen al niño a cargar objetos que lo superen en demasía su capacidad para levantarlos.
Todas estas pésimas condiciones de vida, en determinado momento traerán sus graves consecuencias.
Las más notables serán el envejecimiento prematuro, la desnutrición, enfatizando en la depresión o la drogadicción, ya que estos dos elementos, abren la puerta para todo tipo de enfermedades mentales.
Sin embargo existen muy graves consecuencias además de las físicas y mentales y que son muy difíciles de detectar.
En determinados casos, la explotación infantil saca a relucir la dignidad, la autoestima y la moral del niño involucrado, en especial cuando es una víctima indefensa de la violencia sexual actuando dentro de la prostitución o la pornografía infantil.
No hay continente que se salve de la explotación infantil y en cada uno de ellos tienen sus propias características, por ejemplo:
En el sudeste de Asia y en el Pacífico, las niñas son vendidas para las redes de prostitución o como empleadas domésticas. Mientras que los niños pasan a trabajar en fábricas textiles sin ninguna paga, para cubrir las deudas de sus familias.
En África, los padres venden a sus hijos, por una o dos vacas. Estos menores serán luego explotados en plantaciones, minas, o trabajos domésticos.
En América del Norte y América del Sur y del Caribe, los niños son víctimas fundamentalmente del turismo sexual y de los narcotraficantes.
En Europa, los niños son secuestrados, para abastecer a las redes de prostitución de Europa del Este.
Y Paraguay no puede escaparse de ningún modo a las odiosas estadísticas en este aspecto.
Existiendo desde tiempo aún antes de la colonia, el establecimiento institucionalizado del "criadazgo" por la que un menor, casi siempre traído del interior realiza servicios domésticos en casa de terceros, sin recibir ninguna compensación económica, a cambio de alimentación, vivienda o educación.
Según la Unicef, en Paraguay viven en esta situación, alrededor de 50 mil menores, casi todas niñas.
La misma entidad asegura que 470 mil niños y adolescentes entre los 5 y 17 años están en actividad, lo que representa 1 de 4 menores en esa franja de edad.
Solo el 25 % se dedica únicamente a estudian, el resto hacen ambas actividades: estudiar y realizar tareas domésticas.
Las niñas están mucho más desprotegidas que los varones de la misma franja, (32 %) solo estudian, mientras que ellas apenas (25 %).
En el año 2015, Paraguay contaba con unos 2.100.000 niños, niñas y adolescentes en la franja entre los 5 a 17 años de edad.
Y este dato es importantísimo ya que representa casi el 30 % de la población total, que se suponen serán todos ellos los hombres y mujeres del mañana.
Otro dato muy importante que proporciona el programa de la Unicef, es que la participación de los niños entre 10 a 14 años, en la actividad económica, constituye el 11,3%, de toda la fuerza laboral. Existiendo grandes diferencias según sea el sexo (niños 16,6%, niñas 5,6%).
Tanto la Unicef como varias Ong internacionales afirman que se ha logrado un gran avance en cuanto a la explotación en el trabajo infantil, sin embargo la antigua práctica del “criadazgo” aún no ha terminado y aunque se reconoce que ha disminuido sensiblemente, tal actividad.
Sin embargo día a día crece la utilización de menores para la explotación sexual y el tráfico de todo tipo de drogas, a través de los pasos fronterizos con Brasil y Argentina.
Esto es algo muy triste, pero si las autoridades de todos los países involucrados no colocan a este drama como prioridad número uno, entonces será muy difícil que la cosa cambie.
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