domingo, 11 de diciembre de 2016

MANUAL FEMENINO CONTRA ABUSADORES COMPULSIVOS

Todas las mujeres del mundo están expuestas a sufrir acoso, lo quieran o no. Y esto es una constante desde el mismo inicio de los tiempos. 

El hombre utilizó siempre su voz fuerte y su fuerza física para imponer temor y lograr su propósito, mientras que la mujer le respondía con astucia e inteligencia, al evadir, a veces, los arteros embates masculinos. 

No siempre lo conseguía, ya que dependía del grado patológico que sufriera el sujeto en cuestión. Ahora bien, mi finada abuelita le repetía siempre a mi hermana menor: “que nunca se casase con un policía, un militar o un abogado, ya que mientras vaya bien será de maravillas, pero si las cosas van mal, te harán la vida imposible”. 

Es posible que sea algo exagerado, pero una cosa si sé, a la corta o a la larga, las viejas siempre tienen razón. 

Existe dos maneras de conocer a un posible acosador; la primera es totalmente ocasional. Puede ser en la calle, en un shopping, en una reunión de amigos, alguien que apareció en el trabajo. Aquí la mujer no tiene la menor idea de con quien está confraternizando. La segunda es una relación que fracasó, pero que el hombre parece no estar de acuerdo con eso. 

Aquí quiero detenerme un instante. Es justamente del hombre despechado de quien se ha de estar en guardia, porque este no acepta los términos que la mujer le ha impuesto y este pretende hacer lo que quiere y cuando quiere. 

La gente por lo general no tiene evaluado lo peligroso que es estar en la mira de un acosador. De acuerdo con estadísticas de varias ONGs, existen unas 150 millones entre mujeres y niñas que son acosadas en todo el mundo, de esa cifra, el 20 % representa a Hispanoamérica. 

En muchos de los casos, son las mismas mujeres quienes son tenidas como culpables de esa desgracia. Impulsadas por la soledad y su necesidad de encontrar a un compañero, se enredan en una relación, sin averiguar con quien lo hace. 

Ya que ante un eventual peligro, siempre es oportuno consultar con los parientes cercanos y vecinos del posible acosador. 

Pero la mujer jamás lo hace. En la mayoría de los casos, a los padres y amigos/as de la víctima, no les gusta esa relación, pero la mujer, por su total deslumbramiento y mucho de ese capricho contradictorio, que siempre tienen, no hacen caso. 

Es que se ha transformado como en aquellos Tres Monos; no oye, no ve ni quiere escuchar a nadie. 

Y entonces es inevitable que el desastre se precipite. Siempre existen ciertos signos que delatan al acosador y lo muestra a gritos, con el mismo lenguaje del cuerpo. Solo hay que estar atento a estos. 

Pero ellas no lo ven así, tal es la venda que tienen en sus ojos. 

Si bien existen diversos tipos de acosadores, hay algunas características comunes entre todos ellos, que bien pueden ayudar a distinguirlos. Pero por sobre todo a evitarlos. 

Las más importantes pueden ser su gran narcisismo o un gran amor a sí mismo y a su persona. Posee una muy baja autoestima o lo que es lo mismo, se siente que es indigno de ser amado por los demás. 

Posee ciertos síntomas que lo asocian con la paranoia y un leve toque de esquizofrenia, pero sin alucinaciones. 

Le cuesta relacionarse con otras personas por lo que la sociabilización, para un acosador es realmente un verdadero enigma. Intentar entender sus problemas puede ayudar a disuadirlos, calmarlos o evitar que se tornen violentos. O bien lleguen a cometer actos vandálicos. 

No toleran que los demás hagan las cosas de un modo muy diferente al que él lo hace. 

Porque lo considera totalmente inapropiado. Tampoco permite que tenga una opinión distinta a la suya. 

Siempre se sienten humillados y devuelven esa humillación a su manera. Nunca son responsables de nada y acostumbran a culpar a los otros de sus problemas. 

Para ellos tener el poder de una situación semeja a una especie de orgasmo, y esto es lo que más los obsesiona; el dominar, controlar y tener bajo su pie a la víctima. 

Son tercos y caprichosos y de un despotismo absoluto que no admite opiniones ni sugerencias. 

Son fríos y calculadores y se enfurecen cuando las cosas no salen como ellos quieren. 

Una particularidad que los identifica plenamente es que son muy hábiles y seductores ante un posible blanco, al que adulan y llenan de atenciones. 

Todo acosador es aquejado de un malsano acto como es la de perseguir, apremiar e importunar a una persona, imponiendo sus exigencias o requerimientos. 

El acosador nunca elige a una víctima al azar, al contrario, para serlo debe tener unas características muy puntuales donde el acosador sabrá muy bien como proyectar todo su poder sobre aquella. 

El acoso se puede producir de diferentes maneras; tanto a nivel psicológico o físico, como a través de internet o vía telefónica, además puede estar acompañado de hostigamientos a la pareja de la víctima o a otras personas muy cercanas. 

No debe olvidarse que el acosador tiene un grado enfermizo de lo que es pertenencia y considera, según este lo vea, que la víctima es de su propiedad y de nadie más. 

Incluso con el tiempo tratará de separar a la víctima de su familia y de sus amigos. Y sus celos aumentarán en la medida que la relación no marche como él espera. 

Pero como siempre se necesita un roto para un descosido, ya que no existiría un acosador si no hubiera víctima. 

Por eso también es necesario que conozcan las características de esta, para que sea cuidada y protegida de aquellos. 

Ya que un acosador siempre es una persona muy molesta, pero que en casos extremos podría llegar a caer en la violación o tal vez en el asesinato. 

Todas ellas son mujeres tímidas, que no le gustan levantar la voz ni ser el centro de las miradas. Odia los problemas y prefiere soportar lo que sea con tal de no armar un escándalo. 

Por eso su familia y amigos deben ser su apoyo para ahuyentar al acosador. Lo primero es cambiar las cuentas de correo electrónico, así como el perfil de las redes sociales. 

No dejarse intimidar ni permitir que aquel tome el control, en caso que se encuentren personalmente, ya que es esto con lo que goza el acosador. 

Siempre debe tener a un familiar o un amigo cerca suyo, ya que el acosador odia tener testigos. No es mala idea que la policía y el juzgado conozcan la situación, ante cualquier eventualidad. 

Siempre la victima debe conservar la calma. No es fácil evitar que esta tenga miedo ni que las lágrimas salgan solas. 

Es necesario presionar a las autoridades para que aumenten considerablemente las penas y castigos para estos delincuentes. 

Incluso estos mismo han desvirtuado lo que fue el “piropo” una galantería hacia la mujer y no una grosería ofensiva de pésimo gusto.

No permita que la acosen y denuncie a cualquiera que la este rozando en algún medio masivo de transporte. O en el trabajo o el supermercado. Es la única forma de ponerle freno a estos desubicados.

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