domingo, 5 de marzo de 2017

EL FEMINISMO QUE NADIE QUIERE VER

Salvo muy raras excepciones, desde siempre y en todas las civilizaciones, el hombre tuvo a la mujer, bajo su zapato. 

Ella soportó estoicamente una constante vejación y una permanente humillación en todo el amplio sentido de la palabra. Sus expresiones no eran tenidas en cuenta y sus opiniones no pesaban. 


Con la masificación de la Biblia, por parte de don Gutenberg, la cosa empeoró aún más, ya que este es el libro más machista de cuantos ya se han escrito. 

En todos los párrafos asoma un tenue vestigio de misoginia que se hace evidente al echarle la culpa a la mujer, de todos los pecados terrenales existentes y por crearse. 

Y esto es totalmente literal, ya que alrededor del siglo XI comienza la trágica fantasía de las brujas, con sus famosos pactos con el diablo. 

Una forma que tenía la Iglesia Católica de justificar la Peste Negra que asolaba a Europa en esa época. Hoy sabemos que era la peste bubónica transmitida por las ratas, al no existir las más mínimas normas de higiene. 

Tenemos el caso de Juana de Arco quien fue quemada en la hoguera por no querer tener sexo con el Arzobispo de Beauvais. 

Nunca se pudo comprobar fehacientemente la existencia de una sola bruja, ya que no existen, pero si murieron quemadas u ahorcadas, unas 200 mil mujeres tanto en Europa como en Estados Unidos. 

Con la llegada de la Revolución Industrial, las mujeres tomarían valor y reclamarían con justa razón un pago equitativo y mejores condiciones de trabajo. 

Claro, ellas eran mano de obra bien barata y disponible en exceso. 

Les reservaban las tareas más pesadas en comparación con la de los varones. 

Es así que nacen los grupos feministas que ya tenían un serio antecedente durante la Revolución Francesa. 

Pero sería un fatal incendio en una fábrica de camisas la que cambiaría el rumbo de las mujeres trabajadoras. 

Ellas reclamaban 10 horas de trabajo, tiempo para darle el pecho a sus hijos y mejores condiciones de salubridad. 

Se sospecha que el mismo dueño, ante el temor que las trabajadoras se fueran, las encerró dentro de la fábrica y le prendió fuego. 


Allí murieron 146 obreras, el 25 de marzo de 1911 en Nueva York. A partir de allí, muchas cosas cambiaron. 

Entre estos cambios, figuran que ellas se auto revalorizaron y el feminismo comienza a tomar forma de un movimiento mucho más complejo que lo que la clásica definición le otorga. 

Según la Real Academia de la Lengua Española (¿cuándo será de la lengua castellana?) dice: “Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”. 

Es un movimiento social que exige la igualdad de derechos de las mujeres frente a los hombres. La palabra, exigir suena imperativa por causa del constante atropello masculino a sus necesidades básicas. 

Como tiempo y un lugar adecuado para darle de mamar a sus hijos pequeños. Protegerlas del acoso sexual. 

Que por el mismo trabajo, sea igual el salario para ambos sexos. Licencia obligatoria antes y después del parto. Serían los cuestionamientos prioritarios de cualquier mujer trabajadora. 

Pero las marchas más violentas se produjeron a finales del siglo XIX, cuando las feministas reclamaban con insistencia y a gritos, su derecho al voto femenino, so pena de sostener una larga “veda carnal” con sus maridos. 

Esto comenzó en EEUU y rápidamente corrió la voz a Europa, donde inglesas, francesas y alemanas las imitaron, viendo el éxito obtenido por las americanas. 

Quienes habían presionado a las esposas de los congresistas, para que ellas también se adhirieran a la causa. 

Tampoco se podría dejar de mencionar la valiosa colaboración que prestaron las prostitutas al negarse a realizar su servicio, entendiendo que aquello también era un beneficio, incluso para ellas. 

Los movimientos feministas han conseguido muchos logros a través de los años y seguirán haciéndolo, de eso no cabe la menor duda, pero siempre y cuando su esencia no se desvirtúe y se convierta en una estúpida y ridícula guerra de géneros. 

También es muy probable que en ambos bandos se tengan conceptos muy confusos e incluso teniendo la certeza que existen roles muy específicos en cada uno de los sexos. 

Como que cocinar, planchar y lavar es únicamente femenino y manejar un camión y hacerle su mantenimiento está solo reservado para varones. 

Error grosero e inmensamente ignorante, ya que muchos hombres en el mundo hacen tareas domésticas con mucho dominio de lo que hacen y miles de mujeres trabajan en empresas de transporte de cargas o de pasajeros con un excelente rendimiento, 

incluso superando a los varones. Y óptimamente conceptuadas por sus patrones. 

Porque ser una líder no te convierte en “machona” ni ser un bailarín de ballet en un afeminado. Margaret Thatcher. Golda Meir e Indira Gandhi fueron grandes líderes mundiales y nadie puede acusarlas de no ser femeninas. 

Así como Mijail Baryshnikov o Julio Bocca de dudar de su masculinidad. Todo pasa por conceptos prejuiciosos pasados de generación en generación y a las feministas les ha tocado la dura tarea de desmitificarlos. 

Ahora bien, el Machismo es la creencia que el hombre es superior a la mujer en todos los aspectos y por ese motivo tiene que ser el dominador y quien lleve la voz cantante en todo. 

Algo similar pasa con algunas feministas quienes al superar los parámetros y límites establecidos por sus pares, transforman su causa en Hembrismo.

En esta expresión la mujer abusa de su condición, para sacar mejor partido a una situación. 

En realidad el feminismo solo busca la equidad pero no por ser mujer sino por ser una persona y es ahí donde radica fundamentalmente el error conceptual de muchos hombres pero también de infinidad de mujeres. 

Cuando en el ómnibus se le cede el asiento a una embarazada, no se la debe mirar solo porque es una mujer sino porque es una persona que está cargando una vida dentro de sí, y que su peso la termina por fatigar. 

Ser feminista implica aspirar a ser autónoma, tener libertad de movimientos, fuerza, valor propio, estar orgullosa de su sensibilidad, su empatía, capacidad de sacrificio y voluntad que va mucho más allá del propio sexo.

Por eso es indignante para miles de mujeres sean feministas o no, ver el triste espectáculo de cientos de mujeres mostrando sus pechos en el famoso “Tetazo” en Buenos Aires. 

Mostrar las tetas o el vello púbico como lo hicieron miles de mujeres rusas en la Plaza Roja de Moscú, es una afrenta para la causa de las mujeres. Una famosa feminista al ver tan triste espectáculo dijo: “El mundo no debe girar en torno a lo que tenemos entre las piernas, debe girar alrededor del respeto, la empatía y la libertad”.

2 comentarios:

  1. En estos Tiempos. la mujer se cree mama y Papa de lo pollitos. asi es como se convierten en Mamas solteras. todo ellas lo quieren ser Solitas.

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