Existían muchas expectativas con la creación del 911, un servicio de intervención rápida, especialmente diseñado para atacar la delincuencia en las grandes ciudades, muy semejante a los que tienen los países mucho más adelantados que el nuestro.
Se entrenó al personal especializado que iría ocupar los distintos puestos operativos, con mayor dedicación a los controladores, que estarían a cargo de agentes con buenos conocimientos informáticos y excelente digitación.
Además se preparó a conductores veloces, adiestrados en marchas ofensivas y defensivas. Los mejores hombres de la fuerza fueron incorporados a esta tarea.
Taiwán, Estados Unidos, Alemania y la Comunidad Europea donaron muchos y buenos equipos con tecnología de punta, amén de suficientes camionetas 0 Km ., como para iniciar los trabajos, excelentes unidades de radio comunicación, armas y cartuchos bastantes como para enfrentar durante un buen tiempo a las huestes del sub mundo del hampa.
Sin embargo, con todo este moderno equipamiento, aún no se ha llegado a los resultados esperados por la ciudadanía, por la deficitaria tarea del 911. Es más, esta se siente en parte defraudada, ante toda la publicidad institucional desplegada por este organismo, en los diversos medios masivos de comunicación.
Las excusas para minimizar el presumible fracaso de esta fuerza urbana de operaciones, son las mismas de siempre: estamos rebasados por el poderío del hampa, ellos tienen mejores armas que nosotros, nuestros móviles no son suficientes, ahora tenemos vehículos pero estamos sin rubro para combustibles, no tenemos hombres suficientes para cubrir un área tan grande.
Pueden ser que algunas de estas excusas sean ciertas, pero la población, se halla cansada de las historias y por una vez, solo por una vez, quiere ver resultados concretos y positivos. Existen muchas comisiones de vecinos que trabajan incansablemente junto con los uniformados, tratando de solucionar al 911 y a la Policía Nacional de su zona, todos los inconvenientes posibles. No obstante, pareciera que no hay una reacción rápida y efectiva en el combate a la delincuencia, por parte de las fuerzas del orden.
El ciudadano común ya está realmente cansado de vivir atrincherado en su propia casa, por temor a salir y ser asaltado. Es mas, ya no solo le quitan el dinero o un celular, sino matan hasta por negarle lo que no se tiene en el bolsillo. En caso que los delincuentes sean perseguidos y atrapados; entran por una puerta y salen por la otra.
Entonces, si reina la impunidad entre los marginales, este hecho los estimula para que cada día se muestren mucho más osados. Si el servicio del 911 no acude a un llamado desesperado, al cabo de 30 a 45 minutos, entonces éste no sirve y debe ser reemplazado por otro o mejorarlo radicalmente, ya que si no cumple con los simples requisitos por el que fue creado.
Si al descrédito que ya goza, se le puede sumar la tremenda decepción en la población paraguaya al sentirse realmente desprotegida y desamparada. Equiparándose con la decepcionante justicia autóctona, de la cual sus postulados rezan que debe ser pronta y barata.
Un ejemplo de la terrible inseguridad que experimenta esta noble nación guaraní, el último domingo, una joven de tan solo 22 años de edad perdió la vida en manos de dos delincuentes de baja calaña, en la ciudad de Hernandarias, al negarse a entregar el aparato celular, cuyo valor en el mercado local es de 150 mil guaraníes.
Los taiwaneses, los norteamericanos, los alemanes, y la Comunidad Europea continúan aportando elementos y muchos ciudadanos paraguayos también cooperan sin retacear esfuerzo alguno. Sin embargo el sistema 911 no cubre ni las necesidades ni las expectativas por lo cual sigue manteniendo una gran deuda con toda la sociedad. Las autoridades pertinentes deben revertir la deficitaria tarea del 911.
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