Hay un dicho muy conocido que dice que vecinos y parientes no se pueden elegir y esto es totalmente cierto.
Uno ya los encuentra y tiene que defenderse de ellos como pueda. Existen muy pocos vecinos que sean realmente solidarios.
De esos que están allí firmes, justo en el momento en el que más se precisan de ellos.
Por lo general abundan los otros, aquellos que agazapados detrás de los ligustros, esperan pacientemente, hacerles una maldad, con premeditación y alevosía.