Provengo, orgullosamente, de una antigua familia de campesinos alemanes y como casi todos los europeos, ellos eran muy supersticiosos.
Si bien fui muy influenciado por estas simpáticas creencias, durante mi infancia, en especial por mi abuela materna, estas nunca me dejaron de maravillar y hasta asombrar.
Las mismas se siguen contando desde hace unos 3500 años, de generación en generación.
Y creo firmemente que si uno las sigue, sin fanatismo, nunca pueden hacer mal a nadie.