martes, 3 de julio de 2012

¿QUIÉN LE TEME AL EPP?


Durante toda mi vida, siempre fui un acérrimo enemigo de la violencia, viniera de donde viniera y nunca acepté las excusas que se daban por propiciarla. También, he sido, desde que tengo uso de razón, un defensor de los derechos humanos tanto como la autodeterminación innegociable de los pueblos, a regir sus propios destinos.


Mucho tuvo que ver, las múltiples lecturas que hacía de Mahatma Gandhi, Rousseau, Lin Yutang, Hermann Hesse, entre otros,  cuando apenas era un adolescente, y de eso hace mucho tiempo atrás. Pero casi siempre tengo presente sus frases, que me marcaron para el resto de mi vida.


Hice un pequeño preámbulo, pero a medida que ustedes vayan metiéndose en el comentario, entenderán porque hice esa pequeña antesala. En la década del 60 y 70, comenzaron a formarse grupos de izquierda, reaccionando contra el poder de la ultraderecha que asfixiaba, a casi toda nuestra  América hispanoparlante.

Todos esos gobiernos títeres instalados y financiados por fuerzas de extrazona, comenzaron a generar tal opresión y tiranía que no se necesitó ser adivino para saber que, en cualquier momento, podría venir una reacción. Cuba, se colocó en la vereda de enfrente de USA, desde 1959, y comenzó a entrenar y exportar guerrilla a Sudamérica y  África.

Así nacieron grupos armados irregulares, siendo los más nombrados el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros en Argentina, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Sendero Luminoso en Perú, Tupamaros en Uruguay, la guerrilla sandinista en Nicaragua, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el Estado de Chiapas, México y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez  (FPMR) de Chile, por citar algunos.

Apenas comenzadas sus operaciones, de inmediato las rechace de plano. Toda aquella violencia extrema, tanto de un lado  como del otro; me pareció brutal y cavernícola. Sin embargo, al menos todos aquellos grupos guerrilleros, tenían un ideal, aunque utópicamente romántico, difícil de alcanzar, pero ideal al fin.

Creían ciegamente en su ideología y que ese era el camino para liberar a los pueblos del fascismo y así darles, a sus conciudadanos, una mejor calidad de vida, bajo el manto marxista. Esos mismos grupos, vistos a la distancia, en especial los guerrilleros argentinos, chilenos y uruguayos, tenían al menos, cierto tipo de ética, muy particular y extraña, por cierto, porque atacaban solo blancos militares o bienes de multinacionales a los que consideraban sus enemigos, por explotar a las clases obreras. En fin, cosa de zurdos.   

No toda la guerrilla era así. Sendero Luminoso y las FARC cuyos oscuros objetivos, eran el imperio del terror mediante la toma y masacre de pueblos enteros, solo por no plegarse a sus ideas o ante la mínima sospecha de delación de los aldeanos, para que aparecieran en medio de la noche y asesinaran a todos, sin piedad. Estos pueden ser los antecedentes directos del EPP.

Otros grupos respiraban amor por su tierra y odio a los invasores que la habían tomado por la fuerza. Como el IRA irlandés, que ha luchado desde hace mil años por sacarse a los ingleses de encima y todavía no lo han logrado. Tomar lo que no es suyo es propio de los ingleses. Gibraltar y Las Malvinas son dos pequeños ejemplos.

La ETA de los vascos, que no se sienten españoles, y prefieren gozar de  su autonomía, su idioma y su cultura, cuando se les cante las ganas, y sin pedirle permiso a Madrid. Estas dos muestras de guerrillas “patrióticas”, como a las anteriores se las podría llamar “ideológicas”. Con esto no justifica su violencia ni pretendería avalar sus actos; pero ellos de una manera u otra tienen motivos valederos, coincidamos o no en sus razones y en los fines para lograrlos.

En Paraguay, aterriza una pandilla de inadaptados, que escudándose detrás de un barniz marxista, funda un movimiento político. Este se llamaba Patria Libre. Allá por 1990. Luego comienza a atraer adeptos con poco seso y mucha sangre fría. En el 2001 sus líderes Juan Arrom y Anuncio Martí, son acusados por la justicia paraguaya de llevar a cabo varios secuestros. Entre estos se encuentraba el de  María Bordón de Debernardi.

Ante el “sarambi sorokue” armado por la prensa y la seudo “justicia paraguaya”, esos dos siniestros personajes huyen a Brasil, en donde piden asilo político (¿?). El movimiento aparentemente terminado, se recicla, y convierte en una pandilla “ñembo” reivindicadora de la justicia social.


Pomposamente se autodenomina EPP o Ejercito del Pueblo Paraguayo. Deja de lado sus ideales, y la simulada capa de marxismo salvador y la cambia por el metálico capitalismo y sus sucios billetes de 100 dólares. El producto de los secuestros a gente prominente, nunca fue a parar a manos de los pobres. Ellos fueron obligados a recibir, solo una vez, unas cuantas vacas locas.

El EPP no es Robín Hood ni sus objetivos van más allá de robar y vivir sin trabajar. Solo son una banda de mercenarios jugando a ser reivindicadores sociales. En cuanto a los pobres, ellos están resignados a su destino y no va a ser esta banda de forajidos que los libere de tal “tygerakû”. Su máxima suerte se demuestra en Curuzú de Hierro, en donde se pone en el tapete que tenemos una policía ineficiente que pretende reemplazar a los militares y no dan pie con bola.

Una justicia incompetente y un ministro que ya tendría que haber renunciado, por vergüenza de enviar hombres a la muerte y que estos vuelvan con las manos vacías. El EPP no tiene otra egoísta ideología que ser mercenarios y desvalijar a sus víctimas y vivir lo mejor que el dinero del otro pueda comprar.

No piensa en el pueblo, si no, en ellos mismos. No quieren el poder para cambiar el sistema, solo desean el caos por el caos mismo, porque a río revuelto, ganancia de pescadores. 

Sus seguidores de a poco se irán desengañando, ya que el paraguayo no acepta órdenes de lo que tiene que hacer, cómo lo debe hacer y en qué preciso momento. El paraguayo es un alma libre y rebelde que genéticamente rechaza la verticalidad y mucho menos que lo manden.

El modelo cubano jamás resultará aquí tanto como el de las FARC. En consecuencia el EPP está totalmente fuera de contexto como lo estaría el senador Alfredo Jaeggli haciendo publicidad de productos dietéticos. 

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