Ya no resulta nada extraño que vayas muy campante por la vereda y a la vuelta de la esquina, especialmente los fines de semana, veas a varios jóvenes tomando cerveza.
Lo llamativo del caso es que la mayoría de ellos, aún tienen la cara de niños, como para estar ingiriéndola.
El consumo desmedido de todo tipo de bebidas alcohólicas es cada vez más frecuente entre los preadolescentes, que por lo general se inician a una edad demasiado temprana.
Por dos motivos fundamentales. El primero es que algunos de sus padres, consume alcohol diariamente y por eso el niño lo toma como un hecho suficientemente normal.
El segundo es la permisividad con que las personas encargadas de venderlo, les importa un reverendo pepino, que aquellos sean menores o no, ya que deducen rápidamente que de no hacerlos ellos, otro lo hará. Por lo tanto no quieren desperdiciar una venta, solo por un problema ético.
Con la excesiva publicidad en todos los medios masivos de comunicación, donde promulgan que los bebedores son unos triunfadores en la vida, exaltando todas sus bondades y ninguna trágica secuela.
Acompañada de una extrema facilidad para conseguir alcohol, incluso con locales que se encuentran frente a las mismas escuelas. Desde ya que el Estado pareciera no importarle mucho, ya que los dueños de dichos comercios eluden las posibles multas que sobrevenga, al transgredir la Ley.
Esto es lo que ha permitido que la ingestión del alcohol haya aumentado drásticamente, en los últimos 20 años. Se nota un incremento del 50 % de consumo de alcohol, entre los más jóvenes.
Datos suministrados por la OMS (Organización Mundial de la Salud) quien afirma que la franja de edad ubicada entre los 10 y 15 años, es la que más ha crecido.
Si comparamos a Paraguay con los otros países de la región, se diría que estaríamos en el 4º puesto, siendo Chile el que registra los índices más altos de consumo por habitante.
Se estima unos 9,8 litros por habitante y por año. Luego, segundo, seguiría Argentina con 9,4 litros.
En el tercer puesto lo ocupa Venezuela con 8,8. El cuarto puesto, como ya lo dije, Paraguay con 8,7, en las mismas condiciones que los anteriores.
El mismo informe nos cuenta que 3,9 millones de personas murieron en el mundo en 2013, o lo que es lo mismo; el 6 % de las muertes en todo el mundo.
La estadística habla de una relación directa entre la ebriedad y el aumento de la violencia, además de perecer en accidentes de tránsito o terminar con enfermedades, que incluyen la cirrosis, algunos tipos de cáncer o bien quedar encerrado, de por vida en un manicomio, debido al famoso “delirium tremens”.
Según nos muestra la OMS, lo que más se consume en América Latina, es la cerveza (55 %); seguida a gran distancia, con un 34,3 % de licores, de mucho mayor precio (vodka, whisky), y un 14,8 % de vino.
El gran consumo de alcohol no solo causa daños físicos, como ya lo indiqué más arriba, sino que crea graves problemas emocionales.
Entre los más conocidos trastornos se pueden mencionar, al conocido síndrome de abstinencia, que es un estado de ansiedad acentuado a retirársele, por prescripción médica, la bebida a un adicto. Se pueden producir también ataques de tipo psicótico, y en algunos casos más raros, sufrir de intensas convulsiones.
Pésimo comportamiento social que lo hace perder el trabajo, la familia, los amigos. Algunos con extrema neurosis o bien para darse valor, lo usan antes del suicidio.
El alcohol, en la época de la adolescencia, provoca daños irreparables en el cerebro, esto se nota en la pronta y progresiva pérdida de la memoria, la falta de atención y les cuesta mucho tomar rápidas decisiones.
Pero la manifestación de su agravamiento más evidente, a simple vista, es la pérdida del control inhibitorio y de todos sus impulsos primarios.
Lo triste del caso, es que el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, por parte de los preadolescentes, es un paso previo para el comienzo de otro tipo de adicciones.
Según una compulsa realizada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), afirma que el 75 % de los estudiantes paraguayos ha probado eventualmente una copa de alcohol, mientras que el 37 % sostiene beberlo habitualmente.
Luego la OPS comenta que en los barrios más humildes de la capital paraguaya, la iniciación en el consumo de las llamadas drogas legales (alcohol y tabaco), es el de los 12 años en los varones y 13 en las niñas.
También un 3 % de la población preadolescente a nivel nacional ya consume marihuana y 1 % utiliza a la cocaína.
Como a esa edad, se les hace muy difícil mantener estos vicios, es muy probable que terminen siendo pequeños traficantes o bien se conviertan en ladronzuelos de poca monta.
Como a esa edad, se les hace muy difícil mantener estos vicios, es muy probable que terminen siendo pequeños traficantes o bien se conviertan en ladronzuelos de poca monta.
Ya la OPS había realizado un informe muy similar a este, en el año 2005, sin embargo existe un aumento bastante considerable respecto al tomado en el año 2013, donde se registra un incremento del 15 %.
Evidentemente que no existe una política de Estado que impida que este mal se siga desarrollando.
Tampoco se observan en los medios masivos de comunicación, que los distintos gobiernos hispanoamericanos, lo combatan. Pero sí, un avance agresivo de la publicidad de las empresas cerveceras y tabacaleras.
El tema puntual es que hay intereses que juegan de un modo muy contradictorio, ya que el monto en publicidad que invierten las empresas que venden drogas legales, prácticamente es el 60 % de las entradas que perciben los medios de comunicación. Y es imposible que los mismos medios jueguen en su contra, ya que sería un verdadero suicidio.
Una reflexión para terminar mi comentario. Si nuestros jóvenes son el futuro y la esperanza de nuestra patria, ¿qué deberíamos hacer ahora mismo, para proteger a los niños y niñas de las garras del alcoholismo?
Creo que dos cosas muy simples: hablarles con sinceridad, haciéndoles ver el peligro que representa el alcohol a su edad y segundo es darle el ejemplo, de tomar una o dos copas en la mesa, como parte de un ritual social, pero que ellos nunca sean dependientes ni esclavos de la bebida, porque de lo contrario sus vidas serán un verdadero infierno.
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