No existe una sola persona, en todo el planeta, que no haya pensado, al menos una vez, en la muerte. Esto es algo normal, ya que con su solo nombre, levanta todo un tenebroso manto de misterio, del cual se la ha rodeado, desde la antigüedad.
Según una definición totalmente aséptica, la muerte es un proceso por el cual se extinguen todas las funciones de un organismo vivo.
Sin embargo, aunque esto parezca tan fácil, existen algunas discrepancias entre lo que sería la muerte desde el punto de vista jurídico y la muerte desde la óptica médica, especialmente en cuanto a lo termodinámico y neurológico.
Es por eso que para la ciencia una persona que esté en un estado vegetativo, desde el punto médico es irrecuperable, sin embargo para el Derecho, aún todas sus funciones vitales no han cesado.
Esa discrepancia surge entre ambas disciplinas porque ya ha pasado infinidad de veces, que un individuo no tenga pulso o actividad cardíaca, sin reflejos ni respiración visible.
Ser inhumadas, para luego mágicamente resucitar. A ese estado de vida latente, por un corto e indeterminado periodo, se le denomina catalepsia.
Es por eso, que gracias a la tecnología, ante un caso sospechoso, el nuevo protocolo recomienda practicarle un electroencefalograma, para comprobar su actividad cerebral.
Y aunque esto, también resultó inútil, ante casos muy raros que resultaron ser reversibles, como el de algunos ahogados y dados por fallecidos, en aguas que estaban cerca del punto de congelación.
No quisiera detenerme en esto, ya que hay cosas muchos más interesantes a observar.
Como cuando será el momento en que a nosotros o alguien de nuestro entorno les toque el turno de partir.
Según ciertas culturas, la muerte es solo un paso por la tierra y por lo tanto se debe desterrar la pena y el dolor en la partida y su sepelio consiste en una gran fiesta, donde los concurrentes cantan y bailan, porque así le hubiera gustado al difunto.
Y en otras el llanto y la tristeza agobian a los participantes e incluso contratan a “lloronas” para que muestren a los deudos, todo el dolor que los allegados sienten.
También tienen gran influencia en el sentir sobre la muerte, la religión y las tradiciones locales, en los individuos. Para los cristianos, la muerte es un mero tránsito desde la vida terrenal hacia Dios.
Ellos piensan que, al morir, el cuerpo se desintegra, pero el alma sobrevive por siempre. La muerte es el descanso eterno junto al Creador, para quienes hayan cumplido con los Diez Mandamientos.
Los musulmanes también creen que, serán juzgados después de la muerte, según hayan sido sus obras. Sus buenas o malas acciones les llevarán al cielo o al infierno. El profeta Mahoma, el que entregó el mensaje de Dios o Alá a la Humanidad, intervendrá para que no se condenen en el infierno.
Para el hinduismo, religión seguida por 750 millones de personas, sostiene que existe vida después de la muerte, pero no como la ven los cristianos, musulmanes y judíos, en un paraíso no terrenal.
Ellos creen en la reencarnación y no siempre coincidiendo en un cuerpo humano. El karma es el resultado de las acciones pasadas y el que determina el tipo de renacimiento.
Pudiendo renacer en una serpiente si tuvo malas acciones en su vida pasada.
La meta final del individuo, es liberarse del ciclo de vidas en este mundo material y poder entrar en el Nirvana o paraíso.
Los hinduistas creen que pueden salvarse de tres formas distintas: cumpliendo con los deberes propios y familiares; mediante la meditación en la que se identificará con Brahma y por último, obtener la ayuda de uno de sus dioses.
Para el judaísmo, la muerte es una forma de descanso al sufrimiento de la vida.
Los ortodoxos afirman que un ángel en el hombro derecho registra las buenas obras, mientras uno en el izquierdo lo hace con las malas acciones. En el día del Juicio Final, se comparan ambas y allí se decide su verdadera suerte.
Si va al cielo o al infierno. Esta prohibido incinerar al cuerpo, ya que de ser así, no se tendrá presencia para cuando se presente ante Dios, en el Juicio Final.
Mientras que los budistas se aferran a las Cuatro Nobles Verdades: La vida está llena de sufrimiento; su causa es el deseo carnal; extinguir el deseo hace cesar el sufrimiento; para lograrlo hay que seguir el Óctuple Camino: Visión, vida, aspiraciones, esfuerzo, palabras, conciencia, conducta y concentración correctas.
La muerte no es un proceso terminal, sino el comienzo de otra etapa. El Nirvana representa la terminación del sufrimiento terrenal.
Algunos individuos, en ciertos momentos, acorralados por distintas circunstancias, desean terminar con su vida. Dicho acto se llama suicidio.
Lo opuesto a esto, es el instinto de supervivencia, que es lo que nos impulsa a seguir viviendo. Eso se observa cuando alguien está por saltar al vacío e intenta aferrarse de algo, para justamente no morir.
Por lo general son los muy jóvenes quienes más desafían a la muerte, solo por estupidez e inconsciencia, pensando que son inmortales, mientras que la gente mayor, la respetan. Ellos prefirieren estar mejor preparados para cuando esta se presente. Aunque nunca es el momento adecuado para morir.
Algunos científicos afirman, tras muchos años de estudio, que muerto el cuerpo, el espíritu continúa un tiempo cerca de los deudos, hasta que emprende su camino. Solo los que tuvieron una muerte violenta, quedan atrapados entre dos dimensiones y sin poder salir de allí.
Es lo que sucede con los fantasmas y espectros, detectados infinidad de veces, por cámaras infrarrojas que revelan cualquier tipo de luz no detectable a los ojos humanos. Sin embargo, los animales que tienen la vista más aguda, si lo perciben.
Cualquiera que sea su creencia, el verdadero sentido de la muerte radica en la vida misma, ya que cuando presumimos que vamos a morir, nuestra vida se hace mucho más intensa.
Tanto como querer postergar eternamente la muerte, aunque esto sea el absurdo más grande de todos los absurdos.
Por eso aproveche que vida hay una sola, pero de cualquier manera, mantenga su mente abierta y nunca cierre todas las puertas. En una de esas, todos estamos equivocados y nos encontramos con una enorme sorpresa.
Buena disertación.
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