La edición de un libro representa la culminación de un largo proceso de cientos de horas de desvelos, mucho esfuerzo y un desmedido trabajo personal.
Es una gran inversión en sueños postergados, de idas y venidas, de marchas y contramarchas.
Pero también de un gasto económico enorme, y que tal vez ha excedido con creces nuestras modestas posibilidades.
Por eso y con esa sana calentura, hemos tenido que recurrir a parientes, amigos y hasta de ocasionales desconocidos, para conseguir el resto del oxígeno necesario.
Con eso, podremos ver y tocar algo que hasta cierto tiempo atrás parecía tan lejano, pero que ahora estamos casi acariciando con la punta de los dedos. Todo sacrificio será poco en aras de ver realizada una ilusión, tantas veces postergada.