domingo, 25 de septiembre de 2016

LOS ESCOLARES NO SABEN LO QUE LEEN

En el curso de estos últimos 15 ó 20 últimos años, he observado con suma tristeza, que muchos universitarios no podían comprender lo que habían recién leído. 

Pero si bien tienen un buen porcentaje de culpabilidad, también hay que remarcar que durante el mismo tiempo, los planes de estudio se han relajado bastante, exigiendo a los alumnos cada vez menos. 

Existen en nuestros países, innumerables campañas de lectura, en la mayoría de las escuelas y colegios. En ellas se incentiva a leer los libros clásicos que todos leímos alguna vez. Pero en ninguna de dichas campañas, se publicita que los organizadores enseñen la lectura comprensiva. Lo cual es lo mismo que nada. 


Ya que si no pueden comprender un simple libro de aventuras, como harán los chicos cuando acometan contra un libro de texto. 

Eso se debe a que apenas se les enseña a leer y no a analizar lo que aquellas frases pretenden decir. 

Tampoco es necesario hablar de como ellos leen en público. Da pena y risa, al mismo tiempo, escucharlos tartamudear y matar toda la magia de lo que allí está escrito. 

Sin analizar mucho en profundidad, puede decirse que, hasta que no se recupere la excelencia educativa que nuestras escuelas tuvieron alguna vez, se continuará fabricando a miles de analfabetos funcionales en serie. 

Con lo que desembocará, con el tiempo, en profesionales universitarios mediocres. 

Según datos de una encuesta realizada por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), en toda Hispanoamérica, arrojó que el 70% de escolares de primaria no entienden lo que leen. 




Esta cifra fue tomada en el año 2012, y resulta del promedio de escolares que viven en zonas rurales y urbanas, de todos los países de nuestra región, incluido Brasil. 

En dicho informe se desprende que los escolares tienen una particularidad coincidente. 

No solo ellos no comprenden textos de mediana extensión y de vocabulario sencillo, sino que tienen grandes dificultades para resolver problemas matemáticos nada complicados. 

Este censo se repitió en el 2013 y se logró una muy modesta mejora de un 2,5 % para la solución de los problemas matemáticos y un 1,78 % sobre la comprensión lectora. 

También podemos recurrir a otra encuesta, llevada a cabo en el 2014, por una Ong privada, pero solo en 6 países de Sudamérica, y que censó a unas 7000 maestras de los tres primeros grados de la escuela primaria. 

Allí, arrojó datos muchos más desoladores que los de la UNESCO. Las conclusiones dicen que los escolares no solo fallan con la lectura y su comprensión, sino que esta se extiende a casi todas las materias. 

Sin contar con las instrucciones simples que se pueden leer en la pantalla de una PC acerca de un juego o un correo electrónico más largo de lo común. 

Lo que sucede es que en los últimos 20 años ha ocurrido un importante cambio socio-cultural que atentan no solo contra la lectura y su comprensión, sino que el mercado consumista lo ha llevado a dejar totalmente de pensar. Y esto es gravísimo. 

Todo lo que a los escolares les gusta se encuentra fuera de la escuela, ya que lo que se enseña es aburrido y fuera de la época en la que ellos viven, pero si en el tiempo de sus padres o abuelos. 

Los actuales planes de estudios se han estancado en la década de los 60, y ni idea del momento en que se adecuen al tiempo que hoy vivimos. 

Los niños entre 8 y 10 años ya tienen su cuenta en Facebook y se puede observar su verdadero nivel educativo solo leyendo sus mensajes. 

Esto no se necesita mucho cerebro para pensar. Del mismo modo que los jueguitos de las computadoras, donde una vez aprendido, depende de su habilidad manual y sus reflejos. Nada para pensar. 

El tema en cuestión es que los niños solo reciben todo aquello que ha sido masticado y digerido por lo que no tienen la oportunidad de pensar por ellos mismos y mucho menos de desarrollar su propia inteligencia. 

Pierden el sentido de la deducción y el análisis, cambiándolo todo por actividades donde no se piensa y se actúa mecánicamente. 

Leer y comprender lo que se lee no es ninguna ciencia, ni se lo debe revestir con una gruesa capa filosófica, ya que eso no solo confunde a los escolares sino también a sus maestros. 

Todo debe ser explicado con palabras muy sencillas y al alcance de cualquier persona. Y como en todo sistema, debe llenar ciertos requisitos básicos, que en este caso son cinco. 

ESTAR MOTIVADOS: Este es el primer gran paso para iniciar una lectura, por lo que es necesario que el escolar, sepa de antemano, que se va a encontrar con una gran aventura. 

Y lo más interesante es que empieza y termina cuando él quiera. Y por sobre todo será siempre el protagonista principal. 

DESPERTAR EL INTERÉS: Desde ya que lo que se va a leer debe ser atractivo y divertido al mismo tiempo. 

Para ello se le debe seleccionar sus primeras lecturas. 

Y darles algunos pequeños indicios sobre el tema que leerán pero sin revelar ni el argumento y mucho menos el final. 

CONCENTRARSE EN SERIO: Por lo general los escolares de los primeros grados, siempre están algo dispersos y cualquier cosa los desconcentra. Entonces es recomendable pedirles que piensen en solo la lectura y nada más. 


Los textos no deben ser largos, al menos al principio, ya que les resultaran cansadores. 

Las interrupciones por celulares, timbres, otros niños molestos y correos electrónicos, harán que su poder de atención se esfume enseguida. 

SE DEBE SER CONSTANTE: De serlo, podrá lograr interpretar y comprender textos cada vez más largos y complejos. 

Por eso es sumamente importante crear el hábito de la lectura. Subir lentamente todos los escalones, para luego, con la perseverancia, haya grandes posibilidades de éxito en los estudios superiores. 

ELEGIR BIEN LA LECTURA: Desde ya que es necesario, al menos al principio, seleccionarle temas interesantes, que tengan cierto atractivo, de no hacerlo, es muy probable que se aburra o desmoralice y no quiera ver nunca más un libro. 

Otra forma de encararlo es preguntarles a los escolares, lo que les sugiere el título, quienes son los personajes principales, quienes los secundarios, que hacen ellos, y con sus propias palabras que cuenten lo que entendieron. 

Están son técnicas sencillas como para atraer al escolar y una buena oportunidad como para comenzar a revertir las tétricas estadísticas que de una manera u otra nos llenan de una gran vergüenza.

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