miércoles, 19 de octubre de 2016

LA INESPERADA MUERTE SUBITA

A raíz de la muerte de un muy conocido atleta, mientras este dormía, cosa que me causó una profunda tristeza, saber que se perdía una vida tan joven y con muchos sueños a realizar. 

Pensé que como todos los seres humanos, habrá pensado alguna vez, que eso jamás le iba a pasar a él. 

Sin embargo ahí ya está el pobre hombre, enterrado y sin haber puesto en orden sus cosas. 


Existen dos acepciones para la muerte súbita.

La deportiva, que es una forma de desempate, por medio de la cual, el primer contrincante que logre su objetivo, vence el encuentro, causando así la eliminación inmediata del competidor vencido.

Y la fisiológica, que es la aparición repentina e inesperada de una parada cardiaca en una persona que, aparentemente se encuentra sana y en buen estado físico. 

Su principal causa es una arritmia cardíaca, no siempre detectada, llamada fibrilación ventricular, donde el corazón pierde su capacidad de contraerse normalmente, por lo que deja de latir.

Primero pierde el pulso, y en pocos segundos, también el conocimiento y la capacidad de respirar.

De no recibir atención médica de inmediato, sobrevendría el fallecimiento al cabo de unos minutos. 

Por eso es tan importante tener ciertos conocimientos de primeros auxilios, para así poder ejecutar las maniobras de reanimación cardiopulmonar, con cierta rapidez.

Hay que tener muy en cuenta que la víctima de una muerte súbita depende mucho con la prontitud con que se la atienda.

Porque, de ser así, en la generalidad de los casos, el paciente recupera el ritmo cardíaco, evitando su muerte prematura y posibilitando ser llevado a un centro asistencial. 

Los grupos de mayor riesgo se identifican con las personas mayores, que ya sufren de alguna enfermedad cardíaca.

Sin embargo, no debe descartarse de ninguna manera, aquellos jóvenes atletas que se entrenan para la alta competencia o los bebés que supuestamente son sanos, y a los que no se les ha detectado ningún problema cardíaco, ya que estos también pueden morir repentinamente. 

En verdad existen más de cien causas probables, para que se produzca una muerte súbita, tal como un choque eléctrico, tomar accidentalmente un veneno, atragantarse con un bocado de comida, o bien un ataque epiléptico.

Aunque por lo general tienen su posible origen en problemas cardíacos, pulmonares, vasculares y cerebrales. 

Existe una clasificación para los adultos de ambos sexos que hace la Organización Panamericana de la Salud (OPS) entre las causas de muerte súbita, siendo la estrella principal el infarto fulminante, siguiéndoles a cierta distancia las arritmias malignas.

Luego un poco más lejos se encontraría la embolia pulmonar, para ir cerrando el pelotón con la ruptura de un aneurisma, el ACV (accidente cerebro-vascular) y la epilepsia. 

Con la profesionalización del deporte, los preparadores físicos han evolucionado como las marcas estadísticas que van cayendo en cada encuentro deportivo.

Para eso someten a los atletas a un esfuerzo cada vez más severo, que los preparará para la alta competencia.

Hace 30/40 años, la muerte súbita en los deportistas era un evento muy raro, pero que en los últimos años, se lo está viendo bastante más seguido en los noticieros, en las tapas de los diarios y en las revistas de actualidad. Habitualmente las víctimas son muy jóvenes y en apariencia saludables. 

La mayoría de los casos tienen alguna enfermedad cardiovascular, que a pesar de los constantes controles médicos que habitualmente son sometidos, nunca han podido ser detectados, hasta el momento mismo del paro cardíaco.

La causa de la muerte súbita en ellos, es casi siempre, una arritmia cardíaca maligna como un aneurisma aórtico o muy probablemente de origen cerebral. 

El síndrome infantil de muerte súbita (SIMS), es la principal causa de muerte entre bebés, hasta el primer año de vida. Esto ocurre de forma inesperada e inexplicable en niños aparentemente sanos.

Y se lo halla asociada con el sueño, por esto mismo es conocida como “muerte en cuna”. Por lo general la muerte súbita en los bebés sucede en el primer mes de vida.

Las posibilidades aumentan entre los 2 y 4 meses. Pero luego del 4 º mes, el peligro se aleja notablemente, siendo cada vez más improbable que ocurra pasado, mucho más allá de los 6 meses de edad.

Aún no se conocen las causas de la muerte súbita en los bebés, aunque parecería haber una relación probable con la posición en que duerme la criatura.

Aquellos que duermen boca arriba tienen un menor riesgo de muerte súbita con los niños que duermen de lado o con la boca pegada a la almohada.

La difusión masiva de estos hechos, por parte de los pediatras, ha logrado a reducir mundialmente, los alarmantes índices de muerte súbita en los bebés. 

Para que cualquier persona pueda identificar los síntomas de la muerte súbita; sepa que la víctima, de golpe sufre un profundo desmayo y no responde a los estímulos normales.

Puede que los engañe el hecho de tener los ojos abiertos, pero lo importante es asegurarse que aún respira. Enseguida la piel pierde su color natural y se vuelve de un azul violáceo. 

Existen dos procedimientos de emergencia ante una eventualidad de este tipo. Primero es la reanimación cardiopulmonar o RCP básica, que es una técnica manual de primeros auxilios, que puede muy bien utilizarse hasta que llegue la ayuda de la ambulancia.

La experiencia muestra que una RCP bien hecha, mejora notablemente la calidad de la salud de la víctima y su posterior recuperación. El segundo es la desfibrilación, o sea la administración de una descarga eléctrica controlada, al corazón, con un aparato llamado desfibrilador.



Este equipo emite un choque eléctrico a todas las células del corazón, al mismo tiempo. Por lo que entonces se reinicia la actividad cardíaca, casi siempre de inmediato, a menos que ocurra otro tipo de complicaciones, más severas, no contempladas por los mismos paramédicos. 

Es fundamental tener en cuenta el tiempo que la víctima lleva entre que el corazón se detiene y el que se reanima, ya que se calcula que por cada minuto de demora existe un 10 por ciento menos de posibilidades que el paciente se recupere.

Pero a partir de los 3 minutos de una muerte súbita, existe un 90 % de posibilidades que, con tanto tiempo sin irrigar el cerebro, el accidentado quede en un estado vegetativo o de muerte cerebral. 

La idea principal de este comentario no ha sido competir con alguna revista médica de la espacialidad, sino concientizar a los lectores a que deben hacerse un examen anual, para controlar su salud.

Pero a su vez, explicarles las causas de este síndrome y sus síntomas, que como antes dije, nadie está a salvo de este síndrome.

A partir de allí, cada uno es responsable de sus actos. Solo me causaría una gran satisfacción saber que les haya sido de gran utilidad y provecho.

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