domingo, 29 de enero de 2017

GUÍA PRÁCTICA PARA DETECTAR ENVIDIOSOS

Todos hemos sufrido, en algún momento de nuestras vidas, los embates de un envidioso malvado, que se decía ser nuestro amigo y nosotros, tan inocentes y desconfiados, caíamos como simples palomitas, en sus demoníacas redes o algo así, por el estilo. 


Según una definición clásica de la envidia, esta nos dice que es un estado mental en el cual existe cierto dolor e infelicidad al no poseer uno lo que tiene el otro. 


Sean estos bienes materiales, cualidades personales muy superior a la de uno o simplemente cualquier cosa que aquel no posea o le resulte difícil conseguir. 

En este proceso, tanto el envidioso como su víctima, sufren algunos síntomas neuróticos. No existe aquello de envidia "sana", porque esta siempre le está marcando al envidioso la permanente y dolorosa frustración por alguna carencia. 

Esa misma que nosotros poseemos y aquel no. Por lo que tarde o temprano comenzaremos a sentir en mayor o menor grado su gran hostilidad. 


El envidioso es básicamente una persona totalmente insatisfecha, resentida e íntimamente siente cierto rencor para con aquellos que poseen algo (belleza, dinero, sexo, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad) o lo que sea. 

El envidioso también quiere tener todo eso, pero se encapricha al negar sus propios límites. 

Por eso odia a todo y a todos y le echa la culpa de su fracaso al mundo entero menos a su propia incapacidad. 

Pero por sobre todo, este no quiere mejorar su posición solo desea que al otro le vaya peor. 

En realidad la envidia es la única arma que tienen los mediocres al alcance de sus manos, 

Esa necesidad de “vengarse” de los que tienen mucho y él nada es lo que lo motiva a vivir. Su vida es rastrera y mezquina. Prefiere eliminar a lo que él supone que es su competencia directa, en vez de desarrollar sus propias cualidades innatas o aprender de aquel, lo que le falta. 

Las principales características de un envidioso, además de vivir siempre insatisfecho y ser vengativo, es el enorme deseo por constituirse en el centro de atención de todas las miradas. 

Del mismo modo que lo haría un niño de tres años y no un adulto bastante inmaduro. Se auto flagela mentalmente por su falta de todo y culpa a su víctima de su infelicidad. 

Por lo general, el envidioso/a no es muy sutil y por lo tanto, es bastante fácil de detectarlo, pero su consumado arte de la zalamería y las adulaciones disimulan bastante bien sus arteras intenciones. 

La manera que tiene el envidioso de atacar a su víctima nunca es de frente, porque el envidioso es un cobarde consumado. 

Lo hará siempre a sus espaldas con críticas maliciosas, murmuración falsas, injurias de todo tipo, chistes de un insoportable humor negro, maquillando su rivalidad, y dejando que la vulgar difamación haga bien lo suyo. 

Ahora bien, aunque los celos y la envidia resulten conceptos aparentemente muy parecidos, en realidad no lo son. 

Y la explicación es muy simple; el envidioso quiere por sobre todas las cosas, arruinar a su víctima, a la que culpa por no dejarla sobresalir. Mientras que los celos, quieren conservar el afecto de su ocasional blanco. 

Ya los griegos y romanos la inmortalizaron con muchas obras artísticas, representándola como una anguila o la cabeza de una anciana, mayor llena de serpientes. 

Los griegos también llamaban a la envidia “Mal de Ojo”. Decían que era una fuerza maligna muy poderosa. 

Para proteger a sus hijos de esta, tenían dos cábalas muy sencillas. Una era atar una cinta colorada en la cintura de las criaturas pero que no se viese. Y la segunda, colocar barro del fondo de los baños, en la frente de los niños y niñas. 

Actualmente dicho ritual ha quedado en el pasado, pero igualmente la superstición se ha encargado de mantener viva a esa necesidad de protegerse de la envidia. 

Y ante cualquier daño que pudiera hacer el “Mal de Ojo” se acostumbra a portar pequeños amuletos que supuestamente “espantan” todo daño. 

Este sería un colgante que tuviera varios corales de color rojo; muy efectivo para estos casos, según cuenta la imaginería popular. Pero por las dudas, no es malo llevar uno de estos encima. 

Si bien cuesta detectar a un envidioso, se los puede descubrir utilizando mucha paciencia y una buena dosis de observación, para comprobar si repite varias veces sus actos de pura maldad. 

 El envidioso tiene muchas particularidades por el cual se lo puede individualizar pero con 8 de ellas, ustedes pueden darse por muy satisfechos. 


1.- Pinchar el globo: No puede verte contento ni un solo segundo, por lo que tratará de apagar toda tu alegría y tu entusiasmo como dé lugar. Verte desilusionado es una gran victoria para él. 

2.- Te menosprecia ante testigos: Le encanta hacer comentarios que te dejen mal parado ante muchas personas y sentirá un placer enorme cuando te enteres y vea tu cara de tristeza o infelicidad. 


El envidioso siempre tendrá a mano una sonrisa cuando la víctima esté contento y una cara de tristeza cuando aquella este abatida.

Copiar sus gestos disimula muy bien sus malas intenciones. 

3.- Cuenta siempre conmigo: Tu amigo se verá muy solidario, recalcando aquello de “en las buenas y en las malas”, pero en el momento justo de la verdad siempre desaparecerá. 


Luego de un tiempo reaparecerá trayendo una y mil excusas. 


4.- Te serrucha el piso: Ante cualquier éxito que hayas logrado, el envidioso le dirá a todos aquellos que quieran oírlo, que jamás hubiera logrado algo sin su valiosa ayuda. 

5.- Te deprime en todo momento: Siempre un verdadero amigo te apoya aún en los proyectos más locos. 

Pero el envidioso es ese tipo de persona que te saca las ganas de emprender cualquier cosa porque siempre pone piedras en tu camino.

6.- Ahora esta, ahora no está: Justo en el mejor momento de tu vida, aquel desaparece como si se lo hubiera tragado la tierra. 

Y solo te lo encuentras muy de vez en cuando. Lo que sucede es que odia el éxito y la felicidad del otro, porque le recuerda que él es un fracasado y tan frustrado que prefiere alejarse para no sentir más dolor. 

7.- Critica a todo el mundo: Al escuchar hablar mal de tus amigos al envidioso, debes enseguida sospechar que lo mismo hará contigo cuando no estés presente. 

8.- La curiosidad los carcome: El envidioso vive curioseando la vida de los demás, dice que es para ayudar pero en realidad es todo lo contrario. Oculta todo lo que puede sobre su vida ya que se avergüenza de ella. 

Ahora que ya están todos avisados y capacitados para detectar a los envidiosos, sabrán que hacer con ellos y como sacárselos de encima antes que les envenene su preciosa vida y cuando se den cuenta de ello, ya sea tarde.

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