sábado, 26 de noviembre de 2011

La muerte viaja sobre 2 ruedas

El creciente aumento de accidentes en moto es una triste realidad que enluta diariamente el hogar de varias familias de este país. 

Con la llegada de los primeros biciclos de origen chinos, a mediados del 2005, se creó un vacío en la legislación paraguaya, tanto a nivel nacional como municipal. 

Según parece, a ninguno de los legisladores nunca le interesó promover una ley de Tránsito en serio, porque quizás a nadie de los parlamentarios le tocó vivir de cerca la desgracia de un accidente de tránsito en motocicleta.

El tema en cuestión tiene cuatro puntos fundamentales. La facilidad con que se puede adquirir estos biciclos, la economía que ofrece su mantenimiento y la independencia del pésimo servicio de transporte urbano. El segundo, sería que no se exige ningún tipo de requisito para su circulación. Cualquier persona puede ser un conductor aún sin tener la más mínima idoneidad para hacerlo.

El tercer punto, la poca instrucción en cuanto a las leyes de tránsito que tiene toda la población. Nadie sabe por cuál mano  circular, qué significa una arteria preferencial, la correcta lectura de las señales indicadoras, y las velocidades máximas con que se puede conducir. El cuarto punto, y el más urticante de todos, pasa por la total irresponsabilidad de los conductores, tanto de motos como de vehículos de cuatro ruedas.

Las dos principales causas de los accidentes de tránsito que ocasionan los motociclistas, son producidas por la excesiva velocidad que imprimen a sus biciclos y al alto grado de alcohol que soportan los conductores a la hora de guiar sus dos ruedas. 

Existe una imprudencia total al respecto y es posible verlos en una osada actitud casi suicida, en las horas pico, zigzaguear por entre los vehículos en movimiento, como si sus vidas no tuvieran ningún tipo de valor. Pero si llevan un acompañante, entonces ya es casi un homicidio.

Pero estos no son los únicos casos de  extrema negligencia que se observan a simple vista. También puede verse a una familia entera, encima de una motocicleta, la falta de uso del casco protector o con el casco de origen chino, comprobadamente frágil, vendedores ambulantes portando mercadería que sobrepasan los márgenes de seguridad y las leyes del equilibrio y por último,  jóvenes bebiendo en exceso, guiando su vehículo de dos ruedas.

No existe un registro de las muertes a nivel nacional, ocasionado por accidentes de motocicleta,  sólo se puede tener en cuenta, lo que registra Emergencia Medicas y Bomberos de la capital. El resto del país carece de datos ciertos. 

Pero en caso de tener un informe completo,  asustarían los números  que involucran a personas a bordo de una moto. Las nóminas de accidentados deberían incluir a los miles de inválidos que quedan después de sufrir un percance de tránsito.

Es penoso observar a gente muy joven,  postrada en sus camas por el resto de sus vidas, o movilizándose, a duras penas, con ayuda de bastones. Los gastos empleados sólo con las primeras curaciones, insumen miles de millones de guaraníes por año, a las arcas del Estado, en vez de utilizarlos en niños con verdaderas carencias. 

Las desgracias en motos, en los últimos tiempos, han pasado a ser la primera causa de muerte en Paraguay, entre los adolescentes, por encima de la inseguridad, enfermedades, accidentes caseros o laborales.

Las pocas campañas emprendidas para evitar estos hechos lamentables no han sensibilizado a la ciudadanía y ésta se siente amparada por funcionarios irresponsables y leyes muy permeables.

En mayor o en menor grado, motociclistas, comerciantes y ciudadanía toda son tan responsables de esta triste realidad, porque la inconciencia es la que campea a la hora en que se tiene que asumir una responsabilidad madura y sensata. Mientras que se siga así, la muerte continuará viajando sobre dos ruedas.

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