Desde hace unos cuantos años que Ciudad del Este viene soportando una grave crisis económica, que ha provocado que cientos de comercios cerraran sus puertas y quedaran miles de compatriotas sin su fuente de trabajo. Sin embargo, aún con luces y sombras, los esteños, conseguían acercar comida a la mesa, no sin grandes esfuerzos.
Pero de dos semanas a la fecha, a toda esta delicada situación que a duras penas se podía soportar, se le añadió el asfixiante control fronterizo que efectúan los militares brasileros, en el marco de sus ejercicios de práctica, obedeciendo precisas órdenes de contener el contrabando que se efectúa a través del río Paraná o en su defecto, el lago de Itaipú.
Su política de amedrentar ha sido bastante efectiva, ya que si bien los famosos “compristas” no han sido molestados, su sola presencia infunde cierto respeto y temor, con lo cual se le dio, a la ex-tercera ciudad comercial más importante del planeta, otra vuelta al torniquete, asfixiándola aún más. Sin embargo ante la falta de brasileros, son los argentinos los que han invadido esta vez nuestra ciudad.
Pero esta pequeña oxigenación, es importante, pero insuficiente para hacer revivir a toda la ciudad. Eso se debe a que el argentino generalmente no compra para revender, si no solamente para su uso personal, lo que deja a muchos negocios, al borde mismo de una inminente quiebra. Tampoco son de comprar en las mesitas o de los vendedores ambulantes.
Para colmo de males, se ha desatado una carrera desenfrenada de desplome de todas las bolsas de comercio del mundo, que está haciendo temblar hasta la misma médula del capitalismo de Wall Street y que arrastra en su caída a todos sus socios globalizados.
Esta abrupta caída que pareciera que no tiene fin, está comenzando a golpear con dureza no solo a nuestra ciudad, si no a todo el país. El guaraní que hasta hace 45 días atrás, se encontraba en 3900 por cada dólar, actualmente se sitúa en los 4800 por cada billete norteamericano.
El impacto ha sido tan fuerte, que nuestro vecino, que sufre el mismo mal, pero con ciertos agravantes, ya que el real perdió el control y por consiguiente al “comprista”, el cambio no lo favorece.
Tal es así que ya no existe mucha diferencia con los productos similares que se venden en su país. Esto ha plantado un panorama bastante desolador por las calles del microcentro. Semejando simplemente a un día domingo por la mañana.
Los militares terminaran sus aparatosas maniobras y volverán a los cuarteles respectivos. La crisis bursátil acabará encontrando un nivel aceptable de precios, dejando tras de sí, un tendal de víctimas y destrozos económicos, como lo hacen los furiosos huracanes que sacuden el Caribe en esta época del año.
Los primeros daños ya se comienzan a sentir, con los primeros despidos masivos de empleados, por parte del sofisticado sector informático que es uno de los más sensibles a cualquier tipo de crisis.
Sin embargo nosotros seguiremos con los mismos problemas de siempre. Una economía que se resiste a formalizarse. La angustiosa espera de la sanción, por parte del gobierno brasilero, del salvador Registro de Tributo Único (RTU). Se deben acabar urgentemente las etapas finales del ordenamiento de los “mesiteros” para terminar de delinear la nueva cara urbanística de la ciudad.
Se debe tomar rápida conciencia que Ciudad del Este ya nunca volverá a ser lo que fue, comercialmente hablando. Por lo tanto se deben buscar nuevas alternativas posibles para que complemente al comercio.
Una opción válida puede ser el turismo, pero encarado con total seriedad, no como se ha hecho hasta el momento. Otras alternativas llegarán si es que se trabaja en equipo, y en coordinación, de otra manera, seguiremos siempre en la eterna agonía.
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