Ningún habitante radicado dentro del perímetro de nuestro territorio nacional puede llegar a desconocer que aún el índice de analfabetismo es sumamente alto en nuestro país, en comparación con las naciones vecinas.
Las razones son muchas y la mayoría de ellas apuntan hacia un sistema perverso que ha priorizado programas educativos tendientes a disminuir la calidad de la enseñanza.
El total fracaso de los métodos impartidos durante estos últimos años ha logrado una generación de alumnos ignorantes desde el punto de vista cultural e idiotas observándolos desde la inducción y la deducción.
No se les ha enseñado a pensar ni a razonar, y mucho menos a investigar. La ley del menor esfuerzo ha prevalecido y por lo tanto las fotocopias de algo parecido a estudiantes idiotizados son los que salen al final de la cinta transportadora de egresados.
Esta gran masa colegial, ha sido convertida en una mediocre expresión del sistema que no necesita gente que piense, si no que obedezca; y si es sin chistar mucho mejor.
Con el tiempo, bastante de ellos se transformarán en abogados, arquitectos, ingenieros, contadores y médicos mediocres, solo por citar algunas de las disciplinas universitarias.
A esta importante cantidad de semi-ignorantes, le deberíamos agregar un buen porcentaje de alumnos que desertan todos los años. El motivo casi siempre surge por dos razones principales.
La primera es por falta de dinero para costear los estudios y la segunda, la imperiosa necesidad de contribuir con el trabajo personal, para ayudar con el sustento de la familia. Por desgracia la tendencia a la deserción escolar se está incrementando en los últimos años.
Si no fuéramos un tanto "delicados" con las estadísticas, se le debería sumar, a aquellos alumnos que se la pasan repitiendo el curso y de una manera u otra ya pertenecen al inventario de la universidad.
Aquellos que parecen grandes doctores pero están llenos de pésimas notas y ni que hablar de esos que aprueban las materias gracias al "copiatin" que llevan a cuestas.
Y pensar que muchos de los llamados profesionales, han egresado gracias a este método y de vez en cuando se pueden comprobar sus nefastas consecuencias.
Toda esa masa de gente, ignorante, semi analfabeta y muy poco preparada, aunque cueste creerlo, es la que ha conseguido más rápidamente trabajo, en los puestos de menor rango, en las dependencias públicas tanto nacionales, departamentales como municipales. Muchos de ellos traen desde sus casas ideologías "traídas de los pelos" ya que ni saben porque votan a tal o cual candidato. Solo lo hacen porque su papá o su mamá también lo hacían.
Si se les pregunta cuál es la idea central en que giran sus ideas y pensamientos, pondrán el CD en funcionamiento y repetirán todo lo escuchado por ahí o mal aprendido de los famosos caudillos de tribuna.
Es muy probable que ante una pregunta inteligente, se les caiga encima toda la estantería y encima se enoje con nosotros por patearle sus ídolos con pie de barro.
Siguen con verdadero fanatismo un color, pero no saben quien fundó su partido y ni que decir sobre su plataforma política.
Es capaz de seguir a su candidato por todo el país, si es que recibe una interesante “subvención” como también es capaz de vender su voto al mejor postor, en las primeras internas partidarias que se presenten.
De la misma forma que el ignorante, siendo funcionario público, en un centro de salud, no tiene la más mínima idea de lo que se le pregunta. Y no sabe porque no está capacitado para atender al público. La culpa de ser estúpido no es suya, sino de su jefe que lo ha colocado en un puesto muy sensible, demostrando que aquel es más ignorante que su subordinado.
Pero ese ignorante tenía que ser colocado en algún puesto de trabajo, porque este no abunda y el caudillo de la zona se lo había prometido en caso que ganase y como ganó, raramente cumplió. No había vuelta que dar, tenía que pagar “la factura” que le habían pasado. La gente por supuesto necesita trabajar, eso se entiende muy bien, pero si no se tiene conocimiento que al menos se tenga un buen trato para con el pobre enfermo, ya que este cuando acude a un servicio sanitario, se encuentra totalmente indefenso.
Esto se observa frecuentemente en todos los entes públicos y dar ejemplos de esto es caer verdaderamente en redundancia. Es una cosa de todos los santos días. La ignorancia indudablemente conduce al fanatismo y este cierra implícitamente los ojos y el cerebro de quien lo sufre. No existe un monopolio del fanatismo ni de la ignorancia.
Existen fanáticos e ignorantes en todos los partidos. Los hay liberales, colorados, oviedistas, comunistas, pero nunca se ha observado que existieran fanáticos e ignorantes que olvidaran por un momento sus propios colores y se pusieran a trabajar con verdaderas ganas por la maravillosa roja, blanca y azul. Ser un ignorante es dejar de comportarse como un patriota para transformarse en un patriotero. Un fanático indefectible e irremediablemente se transforma a la corta o a la larga en todo un imbécil.
Nunca sabremos si es peor en un estudiante de éstos tiempos, el énfasis de su lenguaje o su terrible ignorancia, ya que siempre aborda con orgullo los grandes temas, que ni los entendidos en ellos comprenden muy bien. Por otro lado, todos ellos, resultan ser soñadores y grandes ilusos, jamás viven con todos sus sentidos, solamente vislumbran la realidad del mundo que les rodea, en contadas ocasiones.
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