martes, 28 de febrero de 2012

SIN DERECHOS AL PATALEO

Podría decir sin temor a equivocarme que nuestro querido Paraguay es el verdadero paraíso para todos los escritores del mundo. Y lo digo así, tranquilo y sin que se me mueva un músculo de la cara, ya que ocurren tantas cosas insólitas en nuestra patria, que desde que comencé con esta profesión, nunca me faltó tema para escribir.


Como tampoco quedarme mirando como un “vyro”, la hoja virtual en blanco, que es más o menos la misma cosa. Sucede que en Paraguay no existe esa monotonía que podría darse en otros países, en donde se dice que no ocurre nada nuevo. Aquí todos los días suceden acontecimientos que nos hacen erizar, a cada uno de nosotros, todos los pelos del cuerpo, sean estos de donde sean.

Como siempre tengo ejemplos hasta para exportar; tal el caso de un amigo, que edita aquí, en Ciudad del Este, una revista de muy buena factura. 

Me comentó, bastante indignado, que su banco había cometido un gravísimo error, pero fue él, quien pago todos los platos rotos.  Resulta que mi amigo depositó, en ese banco, un cheque para pagar una cuenta. El monto cubría exactamente dos cuotas, que era la intención primaria de mi “kuate”.

Sin embargo el cajero, solo pagó una cuota y dio por “rebotado” a dicho cheque. Para no hacerla muy larga, todas las protestas fueron en vano. Nadie se hizo responsable de dicha animalada. El cajero se hizo “el ñembota” y la gerente siempre estaba ocupada o bien en una importante reunión. Saldo de todo esto, mi amigo  tiene un cheque rebotado, el cliente que le dio el cheque es una empresa internacional, es por eso que se enojaron bastante y es muy probable que dejen de hacer publicidad en dicha revista.

Pero para colmo de males y del “caradurismo”, se le cobró compulsivamente a mi amigo, un punitorio de 16 mil guaraníes y sin ningún derecho al pataleo. Nadie se ha hecho responsable de tal acto y todos esconden la cabeza como el avestruz. 

Este no es el único cliente que sale perjudicado de este mismo banco, y por lo que estuve averiguando por ahí, la mayoría de las entidades bancarias proceden de la misma manera. Los montos son generalmente chicos pero a uno lo hacen quedar como al mismísimo c…, bueno úsese la imaginación.

Con las cooperativas ocurre otro tanto. Se le otorga crédito a quien tenga más amigotes dentro de la comisión directiva. Por lo general generan ganancias astronómicas, pero no pagan ningún tipo de impuestos, por lo que no le dejan al país nada de nada. Sus regímenes son usurarios, pero bien camuflados, llegando a competir cabeza a cabeza con las financieras en cuanto a la rigurosidad en el cobro, porque no te perdonan ni cien guaraníes.

En varias oportunidades se las quiso monitorear desde el Banco Central, sin embargo estas se oponen tenazmente. Según las últimas estimaciones, el 25% de todos los préstamos otorgados en el país, provienen de las cooperativas de créditos y consumo. Estas entidades se empeñan en mantener su propia autonomía y exigen seguir bajo la débil e insuficiente tutela del INCOOP (Instituto Nacional de Cooperativismo), a cargo del Ingeniero Antonio Ortiz Guanes. 

Es evidente que este ente no tiene ni la capacidad ni la jerarquía de monitoreo como lo exigen tanto el Ministerio de Hacienda como el Banco Central del Paraguay (BCP).

Las quejas contra el INCOOP no vienen solo por parte del gobierno, sino de los numerosos grupos cooperativistas que se encuentran descontentos con la entidad que los agrupa, por la forma desprolija con que generalmente suele actuar. 

Ahora bien, me pregunto sin ningún aire de malicia; si no tienen nada que esconder, ¿en dónde radica el problema para ser controlados?

Las grandes empresas prestadoras del servicio de telefonía celular, también se ríen en la misma cara de los usuarios, ante cualquier queja, especialmente si es cometida por aquellas. Todos los empleados se pasan la responsabilidad uno a otros, como “pelota tata”, sin embargo nadie resuelve el problema. En resumen, te vacunaron sin necesidad de concurrir a un Centro de Salud.  

Nadie sabe a ciencia cierta como realizan el cobro mientras se utiliza la línea, lo que si la gente sabe es que su tarjeta de quince mil es devorada en un instante. También existen muchos servicios que figuran como gratuitos, pero que al final de cuentas, terminan por sacudirte la billetera. Nadie saldrá en tu defensa, aunque tengas toda la razón del mundo. Porque es imposible luchar contra estos molinos de viento. 

En cuanto al TV Cable, los problemas son más o menos parecidos al caso anterior. Cambian los canales sin previo aviso, levantan programas o series muy promocionadas, suspenden partidos de fútbol que el usuario había esperado ver ansiosamente, corte o suspensión del servicio por varios días, pero que no es descontado del abono mensual, con lo cual el cliente se vuelve un socio silencioso pero solo para las pérdidas.

El consumidor es el sufrido personaje que mantiene a toda la estructura económica. Sin embargo tiene la posibilidad de situarse en los dos lados de la cosa. Proveedor y consumidor. Dependiendo en donde se sitúe, será víctima o verdugo. Pero en una sociedad tan salvaje como la nuestra donde el pez grande sigue comiéndose al chico, esto es lógico pero injusto que el usuario común se encuentre desamparado y sin derechos al pataleo.

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