viernes, 16 de marzo de 2012

APOLOGÍA DE LA HIPOCRESÍA


Es evidente que la sociedad paraguaya aún no se encuentra preparada para disentir en paz.
 
Eso demostraría que gran parte de la población no ha crecido mentalmente lo suficiente, ni ha aprendido a escuchar e interpretar la opinión de los otros. 
 

Es decir que continuamos manteniendo vigente en nuestro subconsciente, ciertos rasgos tiránicos del pasado, que juramos enterrar, pero que siguen imperando mediante la intransigencia, el etiquetar y el descalificar ante cualquier idea o parecer que el otro tenga.



Y esto tiene que mucho que ver con la polvareda que Eduardo Avilés ha levantado con su famoso e-mail y posteriores declaraciones a los distintos medios de comunicación. Sigo afirmando que la sociedad sigue siendo  bastante hipócrita ya que lo que este ciudadano ha expresado, es el mismo pensamiento de pánico que tienen millones de paraguayos y que por pudor, estupidez o vergüenza no se animan a confesar en público.

Lo que Avilés dice es solo una forma de blanquear una situación de hecho que ya se está dando en todo el país. En Ciudad del Este, tenemos a cerca de 12 mil guardias de seguridad  custodiando a hombres, familias y valores materiales y nadie dice nada al respecto. Eso significa que tenemos un ejército silencioso que es mucho más poderoso que nuestro Regimiento de Frontera del Km 8 Acaray.  

Y eso que estamos en la segunda ciudad más importante del país, donde bien se puede llamar al 911; eso si es que no están mirando Cartoon Network. Pero en el campo, donde la casa del vecino más cercana puede estar a 5 ó 10 kilómetros de distancia, es medio complicado. Ahora bien, estoy de acuerdo que se arme y contrate gente para defenderse, siempre y cuando se mantengan dentro de los límites de sus respectivas propiedades.

Lo que estoy en desacuerdo es que vayan a perseguir guerrilleros o delincuentes, según sea el caso, ya que eso sí, es total competencia de las fuerzas de seguridad de la Nación, aunque no cumplan cabalmente su función.

Muchos desmemoriados podrán alegar que el “chilere” se mandó una impresionante y feroz apología del delito. Estamos de acuerdo en un 50 %, ya que prometer una reforma agraria a 40 mil campesinos de San Pedro y no cumplir, es incentivar a la violencia. Cuando el vicepresidente Federico Franco mete por la ventana a 33 parientes con sueldos que oscilan desde los 2,5  a los 25 millones de guaracas de sueldo, eso también es incentivar a la violencia.

Cuando los “ñembo kuera” funcionarios de Emergencia Nacional, de clara tendencia socialista, pero “de pico para afuera”, prometen ayuda a los damnificados por las recientes inundaciones y estos no aparecen ni por casualidad, solo cuando el agua baja; eso sí que es violencia. 

Cuando los parlamentarios solo le otorgan el 3% a Educación, siendo que la misma Constitución le adjudica un monto del 20 %. Eso es condenar a los niños directamente al fracaso e ignorancia y a este punto la UNESCO lo considera como un "crimen de lesa humanidad". 

Cuando en el Senado, los señores legisladores, en vez de hacer el trabajo por el cual han sido convocados, se dedican a insultarse o mucho peor, intentar moquetearse, eso también incitaría a la violencia. 

Cuando por cualquiera de nuestras fronteras entra mercadería de contrabando, en enormes carretas de 42 toneladas, no pasa nada, pero basta que un simple despensero se atreva a pasar 10 bandejas de huevos, para que un ejército de fiscales, policías, funcionarios de vaya uno a saber de cual repartición oficial sea, le saltan encima, para confiscarle la mercadería y repartírsela entre ellos. Esto  genera mucha rabia, impotencia y por sobre todo violencia. 

Nadie dice que Eduardo Avilés sea un santo ni mucho menos. Pero expresó con total sinceridad, todo lo que sentía al respecto, aunque cierta rabia malsana lo haya empujado a hacerlo. Es más, abrir su boca fue casi lo mismo que hacerlo con la caja de Pandora, ya que nos hemos enterado que tras sus 40 años de residencia, en nuestro país, se escondía un oscuro y tenebroso pasado que al final terminó por alcanzarlo.

Todos los esqueletos tan celosamente guardados durante tanto tiempo, finalmente quedaron al descubierto. Puede ser que este sea uno de los tantos monstruosos cómplices que tuvo a su lado el satánico General Pinochet. Sin embargo me abstengo de hacer ese tipo de juicio hasta no tener más elementos a mano. Lo único que resalto de él, es el desenfado con que dijo algo que muchos no se atrevían a decir y él lo hizo y todos lo atacan por eso.

De lo otro, que sea juzgado por quien corresponda y en esto y en todo lo demás por mí expuesto aclaro que no soy el dueño de la verdad y tampoco la monopolizo. Aquí ya he expuesto mi modesto punto de vista y espero que todos ustedes lo comprendan aunque no lo compartan. Eso me daría mucho gusto saber que ustedes si tienen capacidad para tolerar el disenso sin necesidad de agredir por ello. Porque de ninguna manera he querido hacer apología de la hipocresía, al contrario quiero acabarla, y si es posible para siempre, aunque ello sea utópico. 

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