martes, 20 de marzo de 2012

LAS CONFUSIONES DE UN MARCIANO

Recibo continuamente entre 30 a 40 correos electrónicos por día, lo cual no es poca cosa. La mayoría de ellos son temas actuales bien cómicos, de colegas o amigos personales, que residen tanto aquí como en diferentes puntos del planeta. 

Pero los otros días, encontré un correo extraño, al que dudé mucho en abrir, ya que los malditos “piratas” que no tienen nada que hacer, se lo pasan inventando virus al divino botón, entre otras cosas malas.


Titubeé bastante ante las dos alternativas que se abrían ante mis ojos. La primera, el temor de toparme con un Troyano y segundo se había despertado en mí la curiosidad. Tomé el mouse y sin vueltas ni rodeos, lo abrí de inmediato. Era una carta, escrita en un castellano muy pobre, pero que se podía entender. 

“Estimado terráqueo: Me animo a escribirle solamente como una forma de descargar la angustia que nos ha provocado el conocer al planeta Tierra y especialmente donde usted vive, y que llaman Paraguay. Hemos venido de un mundo bastante lejano, con el fin de contactarnos con ustedes y hacer un intercambio de información en distintas áreas, pero antes evaluaríamos su nivel de inteligencia, de conocimientos, de riqueza espiritual, entre otros temas, antes de presentarnos.

Para eso, antes de descender de nuestra nave, tomamos un globo terráqueo, lo hicimos girar y mi amigo llamado Pliqui, se encargó de poner el dedo en algún lugar de la esfera. Por suerte o por desgracia ese sitio recayó donde ustedes viven. Como a nosotros nos daba igual un lugar que otro, nos dirigimos ahí. Los primeros días fueron turbulentos ya que su forma de ser es bastante complicada y muy diferente a la nuestra, y no me refiero solo a la parte física.

Hablamos que ustedes dicen una cosa y hacen otra, lo que ha llevado a darnos una confusión mental de grandes proporciones. Por ejemplo: dicen proteger a la naturaleza y talan 50 hectáreas de sus propios parques nacionales, sin embargo nunca castigan a los culpables. Le temen al cambio climático, pero están decididos a inundar Corpus y Aña Cuá, no importándoles el terrible impacto ambiental que ello puede producir.

Si despotrican todos los días contra sus vecinos por Itaipú y Yacyretá, ¿qué pasaría con dos hidroeléctricas más? También nos asusta pensar, ¿para qué quieren los paraguayos, dos grandes represas y maquinar una tercera, si ni siquiera tienen redes que transporten toda esa fabulosa cantidad de energía?

Pagan una fortuna para mantener a una pequeña ciudad como es su parlamento, pero les encanta desobedecer todas las leyes que esos mismos señores se encargan de crear. Otra cosa que no entendemos es: ¿Por qué, para un cargo tan delicado como es el de legislador, casi siempre eligen a los peores candidatos?, ¿Qué pasa, en Paraguay, no existe gente capaz o los más inteligentes ya emigraron?

Crean las condiciones necesarias para fortalecer a la delincuencia  y la inseguridad urbana y rural, para luego quejarse amargamente que esto ocurra. Establecen el caldo de cultivo para que existan células terroristas y cuando estas comienzan a desarrollarse, pegan el grito en el cielo, por haber desoído los consejos de su servicio de inteligencia y los rumores de los pobladores de las zonas conflictivas.

Los empresarios conservadores y los políticos de derecha se quejan del avance de los movimientos de izquierda, cuando ellos mismos le dieron cabida al pagar sueldos miserables, casi siempre en “negro”, omitiendo el seguro social y condenando a la gente a la miseria. Protestan por el éxodo del campesino a la ciudad, pero se contradicen ya que los mismos habitantes de las urbes son intermediarios de los productos hortigranjeros, pagándoles monedas por el arduo trabajo de seis meses.

No entendemos como una repartición del Estado pavimenta las calles y otra se divierte rompiéndolas, en la misma semana de haber sido inauguradas. Tienen 146 ONGs dedicadas a proteger la niñez y cada vez hay más criaturas durmiendo en la calle. Construyen hospitales y luego los dejan sin mantenimiento hasta que se caigan a pedazos, no los proveen de elementos sanitarios como remedios y material descartable. Se quejan que no hay médicos ni enfermeras, pero les encanta pagarles poco y nunca en fecha.

Les gusta hacer muchas escuelas, pero lo que ahí se enseña tiene un nivel tan bajo, que los jóvenes se reciben de “semi-burros”. Ni que decir de los profesores, que más de uno todavía firma con el dedo pulgar. En cuanto a sus profesionales, tienen abogados con muchos títulos, pero que hablan peor que “Tarzán” y escriben igualito que “Pedro Picapiedra”. Puede ser que sus profesionales se instruyan viendo sus programas de televisión, ahí se explicaría el nivel académico que tienen.

Los padres se niegan a dialogar con sus hijos y a guiarlos mientras están bajo sus cuidados y después se quejan que les han salido torcidos. Las mujeres, esas sí, que nadie las entiende. 

Salen a la calle, vestidas de manera muy provocativa, pero si alguien les dice algo, “ya son demasiado densos”. Su servicio de transporte es terrible, ni en Saturno hay algo igual, pero nadie dice que su municipalidad jamás arregla las calles, ni las limpia.

En fin, si en algún momento dado se nos pasó por la cabeza invadir vuestro planeta, con lo que hemos visto en Paraguay, hemos desistido. Son demasiado difíciles de entender y sus razonamientos nos provocan serias jaquecas. No sabemos cómo es que han sobrevivido por tanto tiempo, pensando así. Nos despedimos de ustedes y que “La fuerza los acompañe”. 

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