Es impresionante observar lo rápido que transcurre el tiempo. Si hasta parece mentira que aún recuerde, toda la euforia desatada al conocerse el triunfo del coloradismo, en las últimas elecciones, por parte de un gran porcentaje de la ciudadanía paraguaya.
Atrás habían quedado las pésimas gestiones realizadas por el ex obispo socialista Fernando Lugo y del médico liberal Federico Franco.
No obstante, aquel 15 de agosto de 2013, la alegría y la esperanza fueron renovadas, hasta límites impensados, al creer firmemente que, con la llegada al poder de un hombre exitoso, como lo es el empresario Horacio Cartes, todo sería muy distinto.
Con él se acrecentaba la posibilidad de tener un país incorporado a la comunidad de naciones emergentes, que sí quieren dejar la miseria y el atraso en el recuerdo.
Existiendo una población mayoritaria que se encuentra sumergida bajo la línea de pobreza, esperando que el nuevo presidente achicara la enorme brecha, entre los que tienen mucho y los que no tienen absolutamente nada.
Mejorar la calidad de vida en base a un mejor reparto de la riqueza. No solo desarrollando planes sociales efectivos, sino posibilitando que la actividad privada pueda absorber mano de obra desocupada.
Muchos de sus partidarios insisten en que la presente gestión merece tener un tiempo prudencial, mucho más largo que otros gobiernos, teniendo en cuenta que el país ha soportado los embates de dos nefastas administraciones, que no solo devastaron a la Nación, sino que dejaron grandes deudas que comprometen el futuro cercano de nuestro país.
Sin embargo esta excusa no es realmente muy válida, ya que el actual presidente sabía de antemano, el panorama que se iba a enfrentar. Su propio servicio de “espionaje” le había anticipado, que las corruptas gestiones de Fernando Lugo y Federico Franco, habían saqueado totalmente las arcas del Estado y desmantelado la mayoría de los entes de la Nación.
Así que para el señor Horacio Cartes, el hecho de encontrar solo telarañas en el Banco Central no debería ser una verdadera sorpresa, y de serlo, es un mero pretexto para suavizar las posibles críticas que le sobrevengan.
Al igual que en los primeros 100 días de gobierno, sigo viendo que estos 6 meses han sido realmente muy pobre no solo en resultados positivos sino en cuanto a la publicidad de sus planes concretos para el resto del período.
Al mismo tiempo se observa que el carácter amable y gentil que el señor presidente tenía durante la campaña proselitista, ahora se está volviendo mucho más intransigente y malhumorado.
Antes él buscaba a la prensa, ahora se enoja cuando esta le pregunta cómo es que sus amigos obtienen cargos, con sueldos suculentos, sin necesidad de concurso, mientras que el resto de los mortales deben encuadrarse obligatoriamente dentro de esta exigencia.
Los números de las probables y futuras inversiones extranjeras que se anuncian con bombos y platillos, por parte de Cartes, suenan como muy infladas y algo exageradas, para un país que no goza de una total credibilidad.
Tampoco se ha hecho una reforma tributaria completa y la Justicia paraguaya es tan confiable como entregarle a un “aguara guasu” para que cuide gallinas.
Ya a los seis meses tendría que adivinarse, al menos, una tendencia hacia donde vamos, pero en apariencia, todo sigue en la misma nebulosa de siempre. No hay ningún tipo de resultado positivo, a los mismos problemas de siempre, aquellos que nos torturan diariamente y que todos padecemos sin solución de continuidad.
Eso ha hecho que, por uno u otro motivo la gente haya salido a la calle a protestar, por el cambio prometido.
Las marchas son variadas y semejan manifestaciones de mendigos, exigiendo lo que por hecho y por derecho les corresponden. Una de las más increíbles es la de los parientes de los enfermos de los hospitales estatales.
Ellos solo piden que la atención sea medianamente buena y los suministros necesarios para el correcto funcionamiento de los centros hospitalarios. Sin contar que muchos empleados de blanco realizan distintos tipo de eventos para recaudar fondos y así poder continuar funcionando.
Los indígenas no se han movido de sus lugares ya habituales, en los centros urbanos, dedicándose por lo general a la prostitución de sus niñas, antes que producir algo lícito que los sustente.
Son el típico jamón del sándwich, es decir que siempre están bajo presión, en el medio entre los paraguayos y “brasiguayos”, cuando luchan ante su lamentable desplazamiento de los terrenos ancestrales prometidos, pero sin escrituras a su nombre.
Es bien sabido por todos, que la evasión fiscal en nuestro país es prácticamente una cultura tradicional, tanto como que nadie sabe a ciencia cierto el verdadero destino final de tales fondos.
Un detalle puntual es que a poco tiempo de comenzar las clases y todavía se observan cientos de escuelas sin ser reparadas, con la lógica preocupación de los padres al ver a sus hijos sufriendo en la precariedad, otro año más.
No se ha notado ninguna intención de querer sanear al cáncer de la corrupción, que envuelve a todo el aparato estatal y en donde se encuentra enquistado. Tampoco se observa grandes adelantos en el tema del EPP, una banda de asaltantes y asesinos sin ideología, que solo roba a los ricos, pero para su propio provecho.
Ni combaten el caldo de cultivo que supone la extrema pobreza, en los asentamientos de San Pedro y Concepción.
Lo positivo fue que el paraguayo, esta vez copió algo bueno del exterior: el famoso “escrache” argentino y así ejerció una enorme presión contra aquellos 23 senadores que impidieron el desafuero de Bogado, sentando así, un irritante precedente.
De allí, muchos parlamentarios fueron castigados de igual modo, ante su dolorosa burla al pueblo, por sentirse estafado y tomado por estúpido.
Luego de esto, nada digno de destacar, salvo algunas actitudes del presidente que comienzan a irritar. La forma sumisa de alinearse a Maduro o la “patinada” dicha en un discurso ante una delegación de empresarios de Brasil: “usen y abusen de Paraguay”.
Sin embargo lo que más molesta es su tono mandón y prepotente. Es pobre para 6 meses, pero veamos como sigue más adelante esta novela.
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