viernes, 29 de agosto de 2014

EDUCAR E INSTRUIR NO SON SINÓNIMOS

Desde el mismo momento que una pareja concibe a un nuevo ser, planificado o no, se crea una enorme responsabilidad, por parte de los futuros padres. 

Desde ya que no todos están preparados para serlo, ni espiritual ni desde el punto de vista económico. 

Sin embargo y por desgracia, ya que no habiendo una Escuela para Padres, no queda otra solución que hacer camino al andar. 
Pero aunque lo hubiera, son tantas las variantes que se conjugan en la vida de una criatura, que sería imposible dar una fórmula mágica universal, para la crianza de hijos. 

Aunque sea su concepción planificada o simplemente accidental, el resultado siempre será el mismo: la enorme responsabilidad de enseñarle, educarlo, instruirlo y formarlo. 

La finalidad es que cuando llegue a ser adulto, se desenvuelva libremente y sin problemas de adaptación a una sociedad agresiva, que no le dejará ocupar, con facilidad un lugar, sin tener que pelear por él. 

Por este motivo se insiste que durante los primeros cinco años, tenga a sus padres como únicos modelos a copiar, porque es esta etapa cuando empieza a mostrar la criatura, su personalidad. 

Y es en estos momentos que conceptos tan básicos y simples como enseñar-educar-instruir y hasta formar son confundidos por ignorancia, por desidia al querer delegar su función de padre a otra persona o porque les suena lo mismo uno que lo otro. 

Sin embargo no solo existe una gran diferencia conceptual entre aquellos cuatro vocablos, sino también la forma de emplearlos. 

El primer paso en el aprendizaje de todo ser humano es la enseñanza. Esto significa “la transmisión de conocimientos habilidades, ideas o experiencias pero siempre desde el punto de vista empírico”. 

La intención primaria es que el individuo comprenda y utilice las primeras normas, reglas y principios que le son impartidas. Un ejemplo muy claro de esto es enseñarle al bebé a no tocar las tomas eléctricas, no meter cualquier objeto en la boca o avisar cuando precise hacer sus necesidades fisiológicas. 

Mientras que educar “es el desarrollo de las facultades intelectuales y morales que les permitirá vivir y convivir en sociedad”. Aquí podría comenzar la tan conocida confusión, ya que es en el hogar donde comenzarán los niños la segunda etapa de su aprendizaje. Eso será cuando, por ejemplo, aprendan a contar, a leer o jugar con elementos didácticos. 

A continuación vendrá la etapa de instruir, que es cuando, tanto el infante, el pre o el adolescente irá incorporando de memoria o de un modo razonado, cada una de las distintas disciplinas del conocimiento humano. Estas serán usadas en un futuro, en un oficio, en una profesión o simplemente como cultura general. 

Es comprensible que haya cierta confusión con estas tres primeras palabras, especialmente porque coinciden tangencialmente en propiedades muy similares. 

Un detalle que ejemplifica lo ya dicho podemos ver que: ante todo se necesita dos personas (el docente y el alumno), que las tres se realizan sistemáticamente, las tres construyen el saber del individuo y finalmente, todas ellas contribuyen a dotar a la persona de herramientas útiles para poder convivir en una sociedad. 

Y por último nos quedaría analizar la palabra formar. Esta es la acción por la cual, una persona ha puesto en orden todas sus experiencias y conocimientos y sabe tomar sus propias decisiones sobre lo que le conviene o no. Este proceso resulta luego de haber incorporado todos los pasos anteriores. 

Este desarrollo es totalmente personal y es prácticamente la culminación de muchos años de adquirir y actualizar conocimientos, destrezas, habilidades y competencias; con el fin de conseguir el máximo desarrollo de toda su capacidad individual. 

Así logrará el éxito, no solo en su inserción en la sociedad, si no en su participación activa en cualquier medio, por más hostil que este sea. 

Esto debe ser el verdadero legado que todos los padres deberían entregarles a los hijos: una sólida preparación, para que estos solos puedan emprender el camino de la vida, pero con las herramientas que les permita defenderse solos, ante cualquier contrariedad. 

Esto es independiente que en cualquier momento de duda, los hijos, aún siendo ya adultos, requieran de una opinión o un consejo por parte de los padres. 

Desde el mismo momento del nacimiento, el bebé debe sentir todo el amor que un ser humano requiere, de sus padres. 

Es necesario que haya un minucioso acompañamiento de todos sus actos, ya que esa cercanía le irá dando a la criatura, la confianza necesaria. 

Estar detrás de ellos, comprobando cada paso de su desarrollo físico e intelectual, es el mayor placer que los padres pueden sentir. 

Es muy lógico que en la medida que vayan creciendo, en todo sentido, logren tener más y más libertad, cosa esta que no se debe regalar sino que necesariamente tiene que ganarse con la confianza depositada en ellos, siempre en base a la responsabilidad demostrada en cada acto en que se conduzcan solos. 

Alentarlos a romper con el cordón umbilical será siempre muy sano, buscando el equilibrio entre protección e independencia. 

Es muy importante que los padres sepan quienes son las amistades de sus hijos, que actividad hacen juntos y el lugar donde se encuentran. Pero no como si esto fuera una vigilancia carcelaria, sino a la lógica preocupación que tiene todo padre, desde el momento que aquellos salen a la calle. 

La violencia y la inseguridad ha ganado a las distintas sociedades de todo el planeta y esto intranquiliza a cualquiera. 

Sin embargo, a pesar del esmero y el cuidado de los padres y todo el amor puesto en la crianza, siempre sale algo impensado y que por supuesto envía a las cloacas, los sueños de los progenitores. ¿En qué momento un hijo se desvía del camino enseñado? 

Para luego transformarse, por desgracia, en un vulgar ladrón, un asaltante callejero, un estafador o un funcionario corrupto. 

Entonces ellos, muy tristes y totalmente apesadumbrados, seguro se preguntaran, ¿en dónde nos equivocamos?, ¿qué fue lo que hicimos mal? Y en realidad no habrá ninguna respuesta coherente que los pueda reconfortar. 

Es que son tantas las variantes que soportamos que nuestra inteligencia no siempre nos permite dominar a todas ella y siempre habrá algún detalle que se nos escape. A pesar de toda la buena voluntad puesta en la obra.

3 comentarios:

  1. Según lo que dice el diccionario acerca del término educar:
    educación.
    (Del lat. educatĭo, -ōnis).
    1. f. Acción y efecto de educar.
    2. f. Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes.
    3. f. Instrucción por medio de la acción docente.
    4. f. Cortesía, urbanidad.

    no necesariamente es una labor del maestro. Tambien lo puede ser del padre...

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  2. Cortesía y urbanidad te lo deben enseñar los padres

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