martes, 19 de agosto de 2014

NINGUNA MUJER MERECE EL FEMINICIDIO

Según los crecientes índices a nivel mundial, estos nos indican claramente que el feminicidio (muerte violenta de mujer a manos de un hombre) es la sexta causa de muerte entre las mujeres de 14 a 50 años. Por lo general, su asesino es el marido, el novio, el amante o bien una ex pareja que no ha podido asumir la ruptura sentimental. 

El feminicidio es la violencia doméstica, pero llevada al extremo. Es por eso que siempre se hace hincapié en frenar la violencia contra la mujer, ante el primer golpe. 
Es ahí cuando se cumple el punto de inflexión hacia un abismo, que finalmente va a terminar separando a la pareja. Es la pérdida total del respeto que siente uno por el otro. A partir de allí, ya es un punto del cual no existe retorno. 

El feminicidio es una verdadera mancha que soporta toda sociedad y que la arrastra desde el mismo comienzo de la humanidad, sin embargo se evita hablar de ello. 

Eso es porque no se sabe como afrontar el problema, ya que se prefiere esconderlo bajo la alfombra que tomar el toro por los cuernos. Admitirlo sería soportar una pesada aberración sobre su espalda. 

Solo con las distintas campañas de concientización que han venido llevando desde la década de los años 60 del siglo pasado, distintas organizaciones no gubernamentales feministas, han logrado que las leyes que castigan el maltrato doméstico y el feminicidio tengan penas mucho más duras. 

La publicidad en todos los medios masivos de comunicación ha sido fundamental, pero por los últimos índices observados, parecería que esto no es suficiente. 

Por lo que también han iniciado programas de capacitación al personal policial, judicial y médico, para que sepan actuar correctamente, cuando les toque el momento preciso. 

Miles de charlas en distintos centros religiosos, sociales, gremiales y deportivos a fin que las mujeres conozcan sus derechos y denuncien cualquier acto de violencia. 

La ONU tiene registrado en sus estadísticas oficiales (2010), que la violencia hacia la mujer afectaba a una de cada tres mujeres en todo el mundo. 

Eso significaba que algo más de mil millones de mujeres fueron golpeadas, violadas o sometidas a abusos, al menos una vez en sus vidas. 

Casi siempre el abusador es un miembro de su familia o un conocido suyo. El 70 % de las mujeres, víctimas de asesinato, mueren a manos de sus cónyuges, amantes o ex pretendientes celosos y que no asumieron la ruptura de la fallida relación. 

Según los datos presentados en las comisarías de Paraguay, el perfil del agresor, en un 80%, es un hombre de 30-40 años, trabajador no calificado o sin empleo. 

El alcoholismo es el desencadenante en el 45 % de los casos, aunque en la mayoría de los casos no hay motivos justificados.

Los intentos de abandono son interpretados por el agresor como un fracaso personal o bien piensa que ella mantenía secretamente otra relación paralela. 

Cosa que por lo general es improbable solo que los celos y la misma inseguridad que tiene ese varón, hará que muchas veces actué con una violencia desmedida. 

Serios estudios hechos tanto en la Unión Europea como en USA señalan que el mal trato está en la personalidad del agresor y no en el comportamiento de la mujer. En la mayoría de los agresores se repite el mismo patrón de conducta con todas sus parejas. 

Finge al principio una recuperación, pero luego vuelve al maltrato tanto físico como psicológico. Muchas veces la locura del agresor llega a tal punto que después de asesinar a su pareja, este intentará inmediatamente el suicidio. 

En raras ocasiones los hombres se someten a una terapia psicológica para corregir tal situación. Y de hacerlo, su recuperación es baja, ya que no reconocen que su conducta sea mala, ni que tengan nada que cambiar. Ellos culpan a la mujer, como la responsable de tal situación. De nada sirve ningún tratamiento de este tipo, sino se admite la culpa. 

Nuestro país tiene una sociedad machista, donde los números no son distintos al resto de Sudamérica, y ellos nos dicen que en Paraguay, una mujer es asesinada cada día. Estas son cifras extraoficiales, ya que los entes estatales nunca tienen sus datos actualizados. 

Por lo tanto las cifras siempre son tomadas de ONGs y organismos internacionales como la ONU o la OEA. 

A pesar de tener las leyes más modernas y de avanzada sobre violencia sexual, debido a que fue el primero en Sudamérica, en establecerlo en 1998, reformando el Código Penal y tipificando el acoso sexual como un delito, los casos de muerte femenina van en incremento a razón de un 5% anual desde hace seis años. 

Un hecho interesante y digno de resaltar es la relación que tiene la víctima con su asesino. 

En el 32% de los casos de feminicidio, el agresor fue el marido y en un 15%, el ex marido. Si nos atenemos al tipo de muerte, nos encontramos que con 49% de las veces se usa arma de fuego y en un 28%, armas blancas. 

Han sido los movimientos feministas ayudadas por varias ONGs y distintas organizaciones mundiales y regionales, quienes en base a una férrea presión, hacia los gobiernos de todos los países, lograron cambiar la legislación, para proteger a la mujer y castigar más severamente al agresor. 

En la generalidad de los casos, lo que comienza con una simple bofetada, suele desembocar irremediablemente en la muerte de la víctima. 

Durante todo ese proceso la mujer puede sufrir todo tipo de mutilaciones sexuales, pasando por el reclutamiento forzado a la prostitución, sin descontar los abortos provocados por los golpes. A veces la mujer logra escaparse del agresor, cuando ya no soporta más la tortura de la convivencia. 

De tener hijos la pareja, estos serán permanentes rehenes del agresor, con el fin de retener a la madre a cualquier costo. 

Una sugerencia que les doy a mis amigas y alumnas es que cuando conozcan a alguien que les interese realmente, sería conveniente averiguar primero con quien se meten. Las mujeres se dejan llevar por el corazón y la soledad siempre es mala consejera. 

Por lo tanto averigüen de cual agujero ha salido “la maravilla” y si no las convence, déjenlo ir. Es mejor esto que derramar lágrimas por alguien que las va hacer sufrir, si es que no las mata antes.

3 comentarios:

  1. Me he preguntado mil veces, cómo puede un hombre, marido, novio, amante o ex-pareja tener tanto control sobre su víctima...??
    Cómo es que ante la primera agresión esa mujer no se va...???
    Qué pasa por la cabeza de un hombre para actuar de forma violenta...???
    Y porqué siempre la agrede a ella y no atenta contra sí mismo, o se mata antes que matar a la mujer...???
    Mátense hombres violentos... Sean violentos contra sí mismos y librarán a este mundo de muucha escoria inútil...

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  2. Y no nos olvidemos de otras terribles formas de violencia contra la mujer, algunas aprobadas “socialmente”: la lapidación, la ablación genital, las violaciones masivas en guerras y conflictos armados, los matrimonios arreglados (principalmente de niñas y adolescentes), el acoso sexual (callejero y laboral), etc.

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  3. Me pregunté muchas veces,porque no abandona al enajenad,y busca ayuda.
    Es difícil,pero no imposible,el apego malsano domina a la pareja,lo vuelve adictivo.

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