Así como en la primera parte he querido mostrar el otro lado de los escritores, no el lado oscuro, si no el lado humano sujeto a pasiones irrefrenables, que en todo artista sensible se profundizan, y estallan como fuegos artificiales.
Muchas veces esos romances pasajeros son simple escapes de la enorme presión, que por distintos motivos, ellos sienten.
Aquí les dejo más ejemplos.
Anaïs Nin y Henry Miller: La temprana separación de sus padres, marcaría la futura conducta de esta escritora norteamericana.
A los 20 años se casa con el banquero Hugh Guiler y se muda a París.
Su vida era tan acomodada como aburrida, hasta que conoce y se enamore de Henry Miller, manteniendo por algún tiempo un trío amoroso con June Smith, esposa de aquel.
Pero no solo mantuvo un romance con Miller, si no también con John Steinbeck, Antonin Artaud, Edmund Wilson, Gore Vidal, James Agee, James Leo Herlihy y Lawrence Durrell.
A pesar de estar casada, no le impidió ser abiertamente bisexual. Era una mujer menudita pero muy sensual, que hacía a los hombres caer rendidos a sus pies. En su segundo diario, ella describe haber tenido una relación incestuosa con su padre.
Gabriela Mistral y Doris Dana: Existe en Chile y en el resto de la América hipócrita y pacata, cierto secreto a voces, sobre el gran amor de Gabriela. Ella, tras ganar el Premio Nobel vuelve a EEUU y es allí cuando conoce a Doris Dana, una joven escritora de aquel país.
Desde el primer momento, quedan mutuamente fascinadas por su brillantez intelectual. Por este motivo, comienza una amistad duradera que terminaría solo cuando la muerte le sobreviene a Gabriela.
La verdad es que nunca dejaron de aparecer o de convivir juntas, ni escondieron sus sentimientos, manifestándolos Gabriela, en muchos poemas, y luego recopilados por Dana.
Después de la muerte de la escritora chilena, Dana aclaró que nunca fue su secretaria, si no su amiga y confidente por espacio de 20 años. Por los tabús de aquella época, en cuanto a los comentarios sobre su opción sexual, no quiso volver a Chile, refugiándose en EEUU.
Postura que cambió, retornando en 1953, siendo recibida con honores y nombrada Doctor Honoris Causa por la Universidad de Chile. Luego de su muerte, Dana se encargó de desmentir el supuesto lesbianismo entre ambas escritoras, más en el libro de poemas “Niña Errante”, editado en el año 2009, ponen de manifiesto que aquellos rumores si eran ciertos.
Cosa que la directora María Elena Wood lo reafirma, en su documental “Locas mujeres”, rearmando como un rompecabezas, cartas, documentos inéditos y poemas, la verdadera e íntima relación sentimental entre Gabriela Mistral y Doris Dana.
Lord Byron y Anna Isabella Milbanke: Según se cuenta, fue un escritor compulsivamente insatisfecho desde el punto de vista sexual, que mantuvo una infinidad de romances pero ninguno sólido y duradero.
Fue a los 9 años que dejó de ser virgen y Mary Gray, su joven institutriz escocesa, su primera compañera de cama, y a la que no olvidaría jamás.
Entre sus primeros romances se cuenta el que tuvo con su media hermana, Augusta Leigh, que ya estaba casada, y de cuya relación incestuosa, se presume que nació una niña.
Luego tendría un caso con Claire Clairmont, hermana de Mary Shelley, quien escribió “Frankenstein” inspirada en Byron, y con quien concebiría una niña, Allegra, a la cual no reconoceria.
En 1812 comienza una tumultuosa relación con Lady Caroline. Él tenía 24 años y ella 26. Ella lo despreció en su primera reunión, y lo describió como "loco, malo y de peligroso saber".
Luego ella lo acosaría durante varios años. En 1814 se relacionó con Annabella Milbanke, contrayendo matrimonio en enero de 1815. Poco tiempo después nacería Ada. Pero el matrimonio fracasó debido a que Byron le pegaba constantemente.
En 1819 conoció a la condesa Teresa de Guiccioli, enamorándose totalmente. La pareja vivió en Venecia y luego en Rávena. Nobles, plebeyas y prostitutas, indistintamente, así como varios hombres fueron sus amantes. Byron se jactaba de haber estado con más de 250 mujeres.
Leopoldo Lugones y Emilia Cadelago: El gran poeta, orador y político argentino, colocó en peligro su matrimonio con Juana Agudelo, por un apasionado romance con una alumna suya, del Instituto del Profesorado.
Su relación con su esposa estaba en crisis cuando conoció a Emilia Cadelago, por casualidad en la Biblioteca del Maestro. Así comienza una relación en un total secreto, no solo por la delicada posición social de Lugones, sino por la edad de su alumna.
Enterado Lugones (hijo), que en 1933 ya era comisario de la Policía de la Capital, amenazó a los padres de Emilia para que ellos la convencieran a cortar la relación con su padre. El comisario había grabado, que aquel, quería casarse con Emilia y su este, no lo permitiría.
A los pocos días ella lo abandonó. A pesar de todas las cartas de amor enviadas, no volvieron a reunirse nunca más. Es probable que esto haya contribuido al suicidio del gran poeta. (081)
Juan Carlos Onetti e Idea Vilariño: La vida amorosa del gran poeta uruguayo, es sumamente complicada y las fechas de sus casamientos y amoríos se entrelazan confusamente, variando según las fuentes. En 1930, con 20 años, se casó con su prima María Amalia Onetti.
Al año siguiente nacería su primer hijo, Jorge, también escritor. Tres años después se separa de María Amalia y en 1934 se vuelve a casar, con la hermana menor de esta, María Julia Onetti. En 1940 se rompe su matrimonio, separándose de su segunda esposa.
En 1945 se casa con una compañera de trabajo, la holandesa María Pekelharing. Naciendo en 1949, su hija Isabel María. En 1955 vuelve a casarse por cuarta vez con la argentina, Dorothea Muhr, a quien conoció en 1945 y que será su compañera definitiva.
Sin embargo, la pasión que lo encendía, era la poeta uruguaya Idea Vilariño. Ella era directora y dueña de la revista Numero de Montevideo, donde Onetti recibe muy buena crítica por su libro “La vida breve”.
Pero su encuentro personal demoró varios meses. Mientras tanto hubo una correspondencia fluida entre ambos. Su vida de amantes fue una total sucesión de rupturas y reconciliaciones. Ambos tenían un pésimo carácter, él era muy antipático en su trato y a ella le cuestionaba todas sus palabras.
Era más deseo sexual que otra cosa. De varios días encerrados pasaban a meses sin saber nada uno del otro.
Hasta que ella tomó la decisión de romper definitivamente. Volvieron a verse en 1974, en el hospital. Después ya no hubo nada más.
Pensé en terminar por aquí, pero como encontré mucho material que no es morboso, si no desmitificador.
Por lo que habrá una tercera y última parte. Debo aclarar que todos ellos son humanos y como tal están sujetos a todos los pecados habidos y por haber, como usted o como yo mismo.
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