Un hecho insólito y merecedor de su registro en el libro Guinness de los records. En solo 15 días la cuadra que se extiende entre la avenida Eusebio Ayala y Monseñor Czedrich fue desvalijada en 7 oportunidades. Los vecinos están indignados con la reiterada ausencia policial y la total oscuridad que cubre dicha cuadra, más allá de las 17 horas.
La calle Boquerón entre la avenida Eusebio Ayala y Monseñor Czedrich, durante el día, es una arteria muy transitada como cualquiera otra del microcentro de Ciudad del Este. Sus oficinas burbujean de tanta gente que entra y sale de los diferentes comercios allí instalados. Solo hay una pequeña tregua durante la hora de tereré y el almuerzo, para luego continuar con el trajín diario.
Pero cuando las primeras sombras de la noche comienzan a caer, ahí la cosa cambia radicalmente. Los guardias de seguridad terminan su horario y a medida que la penumbra se hace más intensa, todo se tiñe de un color más lúgubre y sombrío.
En ese momento es cuando comienzan a rondar la gente más indeseable de la ciudad, rateros, caballos locos, violadores, ladrones de poca monta, borrachos o que fingen serlo, con el propósito de ir eligiendo una presa fácil y rápida que llene sus escuálidos bolsillos.
Y ese tramo de la calle Boquerón se hace mucho más propicio que los otros, ya que cuenta con dos ingredientes fundamentales para que los amigos de lo ajeno cumplan sus malévolos propósitos. En primer lugar no existe desde hace mucho tiempo la presencia policial. Desde hace aproximadamente unos ocho meses que la patrullera ha dejado de hacer las rondas cada hora u hora y media, por lo tanto, se ha constituido en una zona libre para cualquier tipo de atraco.
En segundo lugar, dicha cuadra, en específico, es una verdadera “boca de lobo”. Una oscuridad total se asoma después de las 17 horas. Es algo que asusta y hace apurar el paso a los empleados más rezagados, que caminan con cierto temor hasta llegar a la avenida Adrián Jara, en donde el aliento se podrá más o menos recuperar.
Esto no tendría que haber pasado, si la promesa del ingeniero Gill, uno de los principales jefes zonales de la Ande, hubiera sido cumplida en tiempo y en forma. Es más, ni siquiera la nota hecha por este semanario sobre su amable ofrecimiento que quedó en la nada, hizo mella en dicho funcionario.
Sin embargo, cuando escuchó su nombre por radio, notificándole a la población de lo ocurrido, se sacudió la modorra y aceleró el expediente de tal manera, que a la media hora, una camioneta verde de Ande con el N° 459, ya estaba estacionada en la esquina de Boquerón y Czedrich, en procura de solucionar la negligente omisión o la desesperante burocracia interna. Como diría un sabio refrán popular: “cerró la tranquera después que se escapó el caballo”.
Estas personas podrían entrar en el libro Guinness de los records, al ser objeto de graves perjuicios económicos en poco más de 15 días y algunos de ellos, se duplicó su pérdida, al ser dañadas 2 veces seguidas, en un lapso de apenas una semana.
Todo comenzó con Zuni Coiffure, de Zuni Ríos quien sufrió en 2 oportunidades. Una vez en el salón y la otra, le rompieron el vidrio de la puerta de su auto y le sustrajeron una radio grabadora.
Todo comenzó con Zuni Coiffure, de Zuni Ríos quien sufrió en 2 oportunidades. Una vez en el salón y la otra, le rompieron el vidrio de la puerta de su auto y le sustrajeron una radio grabadora.
Luego continúa con Lucciana Alta Costura de Luciana Ferreira, quien también padeció de 2 robos, al entrar el mismo número de veces a su salón, una por la ventanilla del baño y la otra rompiendo una puerta de metal, y a quien le fue sustraída aproximadamente la suma 18 millones de guaraníes, en prendas de vestir, próximas a ser entregadas.
Posteriormente le sigue la oficina de Sawa Contabilidad, al que le fue violentada la reja de la ventana, llevándose varios objetos de valor y algo de dinero en efectivo y finalmente a los licenciados Arnaldo Martínez y Juan Pío Balbuena, cuyos vehículos sufrieron los robos de sus aparatos de radio- CD y otras pertenencias menores, estando ambos rodados estacionados frente a las respectivas oficinas.
Solo quedan las cenizas
Ahora, momentos antes del cierre de la edición, los operarios de Ande, están inspeccionando el área para saber donde colocarán el poste con el tan ansiado y muy esperado alumbrado público, que seguro ya debe haber sido cobrado cientos de veces a pesar de no existir ni señales de que exista algún foco. En cuanto a las denuncias policiales, pasará el tiempo y nunca se sabrá sobre los autores ni el destino final de toda aquella mercadería que pasó de manos sin el consentimiento de sus verdaderos dueños.
Puede ser que nuevamente retorne a la zona la ronda policial y probablemente se consiga que algún agente del orden se quede de guardia en la zona. Hablando de suposiciones, pero estos 7 casos no deben ser los únicos de la zona. No se conocen datos precisos de los moradores de las cuadras vecinas y si estos hechos de vandalismos serán en realidad los últimos. Eso queda en un verdadero interrogante.
Pero lo que si queda en concreto, es que las millonarias pérdidas que han sufridos estos ciudadanos solo se podrán recuperar muy, pero muy lentamente, redoblando sus esfuerzos durante mucho tiempo. Todos ellos tienen un sentimiento de angustia e impotencia por tanto tiempo trabajado con ahínco y perseverancia, para luego ver el fruto de su esforzada labor desaparecer de un momento para otro.
El caso de la señora Luciana Ferreira es el peor de todos, ya que no solo perdió el valor de las prendas sustraídas, si no que le queda pendiente el pago de dicho valor a sus proveedores. Su estado de depresión es tal, que ni siquiera tiene deseos de quedarse al frente de su negocio tan solo por unos instantes.
Ha sido un golpe muy violento, no solo para ella, si no para todos los damnificados, ya que ninguno de los afectados goza de un pasar holgado, al contrario, como la mayoría de los autónomos, el día que no trabajan, por supuesto no comen.
Ahora le queda el trago amargo de seguir afrontando las distintas obligaciones pendientes y seguir trabajando. Desde ya, que esto no es un hecho aislado en la ciudad, solo que es difícil que se repita tan seguido y con tanta impunidad por parte de los malvivientes. Dadas las condiciones antes mencionadas, este era un hecho previsible y bastante sencillo de solucionar.
Esperamos que los responsables directos e indirectos de los sucesos anteriormente relatados les pesen en sus conciencias, haber sido cómplices de un hecho inédito que despertó la rabia e impotencia en un tramo de la calle Boquerón.
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