viernes, 31 de agosto de 2012

NEURONAS SIN FUEGO

En todas las universidades del mundo, especialmente aquellas que se dedican a Filosofía y disciplinas complementarias, las autoridades siempre tienen el interés y la intención de cuidar, si no entre algodones, al menos pretenden brindar el máximo de comodidades necesarias, para que el alumnado pueda desarrollar mucho mejor sus clases y aprovechar un ambiente más propicio y placentero.

¿Por qué esto es así?, es muy, pero muy sencillo de contestar. Simplemente porque de allí saldrán las mentes ágiles, los intelectuales lúcidos que en el futuro serán líderes o al menos ideólogos de políticas que pueden elevar el nivel de vida de millones de sus compatriotas. Son las mentes brillantes que planean el futuro de las naciones. Son formadores de opinión y operarán en las altas esferas, ya que los máximos dirigentes de cualquier gobierno, se pelearán por tener a esta gente a su lado.


Por eso todos los grandes centros de estudios universitarios son tan exigentes en su selección como también celosos de la educación que imparten. 

Se esmeran en tener los mejores profesores, inclusive trayendo a extranjeros, y así ofrecerles a los alumnos una visión mucho más amplia sobre todo lo que los rodea. Ahora bien, que es lo que tenemos aquí en Ciudad del Este.


Como todo lo que se hace en Paraguay, por desgracia, es sin pensar mucho más allá de donde están nuestras narices. Nadie pronosticó que el Campus quedaría chico para albergar dormitorios, junto con un polideportivo y algún buen comedor, a precios reducidos, o lo que fuere. 

Nadie aparentemente proyectó algo como la gente, en función de las generaciones venideras. Todo se hizo provisorio, remendado, desprolijo, y que luego se transformó en permanente.

Los que no tienen movilidad propia, deben padecer las penurias del transporte público, y si tienen más suerte aún, “gozaran” de las delicias del transporte alternativo, que debería ser una buena  forma de trasladarse desde sus domicilios hasta el Campus. 

A ellos nadie los controla. Ni las autoridades de la UNE examinan los requisitos mínimos indispensables, ni los funcionarios de la Municipalidad, chequean su correspondiente habilitación.  

Casi todos operan en “negro” y los alumnos becados no pueden justificar legalmente sus gastos en concepto de transporte. Los choferes son desubicados al tocar bocina, en el estacionamiento del Campus, llamando a los alumnos, mucho antes de llegar la hora de salida, perturbando así, el lugar de estudio. Al final de cuentas se les paga por traslado y espera.

Nadie sabe porqué, ante las primeras gotas de lluvia o un poco de frío, dejan a sus pasajeros abandonados a su suerte, con el consiguiente peligro que significa caminar hasta la Ruta 7, a esa hora de la noche. Las autoridades deberían intervenir en esto así como proveerle, a estos señores, un estacionamiento adecuado, en silencio, en un lugar exclusivo para ellos, dejando libre el sitio destinados a docentes, funcionarios y alumnos.

Si bien la UNE, como institución educativa, no tiene nada que ver en un trato privado entre alumnos y transportistas; podría mediar ante las abusivas tarifas ofrecidas y que rondan entre los 280 y 300 mil guaraníes por mes y por cabeza, para un recorrido de 8 a 15 kms. Sabemos que el dinero no llueve del cielo y que el universitario por más status que tenga, nunca deja de ser un simple SOWERS.

Tampoco es mala idea implementar un servicio de control digital para registrar debidamente a todo tipo de profesor, ya que existe cierto malestar en el alumnado, por las reiteradas inasistencias sin justificativo y los inconvenientes que esto acarrea. Ahora bien, citados los puntos flojos que tendrían que ajustar las autoridades, sin embargo existe algo que es indiscutible tanto como un postulado: “A la universidad la hacen los alumnos”.

Hay algo aún, que los estudiantes de la UNE de Ciudad del Este no han comprendido muy bien. Ellos no son personas comunes y corrientes. Al contrario, están destinados, a corto plazo, a formar parte de la nueva elite intelectual paraguaya, esa que desapareció luego del 47 y los pocos que aún quedaban, se auto exiliaron con la llegada del general Alfredo Stroessner al poder. Nuestros cerebros, entonces, se repartieron por los cuatro puntos cardinales. 

Pero como lo van a conseguir si son el producto de varios experimentos pedagógicos que fracasaron rotundamente. Que por milagro del Espíritu Santo han llegado a la Universidad sin saber leer de corrido, ni escribir una frase que tenga sentido y sin faltas de ortografía. Lo veo en los comentarios “kaigue” que se hacen en la maravillosa herramienta que es ÑACURUTU NEWS y sin embargo no la saben usar. Hace poco leí, en uno de ellos, a un tal pomposamente llamado “Universitario”, que de manera amariconada, pedía que retiraran los videos de reggaetón.

En vez de presentar un ensayo sobre la inserción de este ritmo en la juventud paraguaya, poniendo énfasis en sus osadas letras y ponerlo a consideración de sus compañeros. No ganaría puntos reales pero su palabra sería de peso entre sus condiscípulos. Más no lo entendió así. Sería prudente que volviera al campo y que prosiguiera con su labor de arrancar mandioca. Ahí no hay mucho que pensar.


Al no haber políticas educativas de Estado y el grupo familiar que apoye al alumno, era indudable que se fracasaría rotundamente con la enseñanza de base. Apenas se les instruyó a estudiar de memoria y no de manera razonada. De tal página a tal página. Y punto. No se los estimuló a manejar conceptos ni razonarlos ni a investigar de donde provienen. Por lo tanto esa cuestionable apatía estudiantil queda justificada, pero que no deja de ser lamentable para una alta casa de estudios, que lo cargue a sus espaldas.

Muchos de los estudiantes tienen becas. ¿Todos ellos son merecedores de este privilegio?, ¿lo han ganado en buena ley? o ¿también prima el viejo sistema del “acomodo” en el país de los amigos? La tristeza que da todo esto, es que los estudiantes solo ven el progreso mercantil y no su avance intelectual.

La UNE, que debía ser el faro guía que alumbrara en la niebla, se ha convertido, salvo raras excepciones, en un rejunte de jóvenes que serán mediocres profesionales, sin ese fuego sagrado que deben tener todos los cerebros privilegiados de la elite pensante paraguaya. Que Dios se apiade de nuestro futuro. Amén.  

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