Estoy convencido que, para que este bendito país comience a funcionar, no son necesarios introducir tantos cambios, como muchos suponen. Y si tendría que elegir solo dos, de esas mudanzas a implementar, en nuestra sociedad, diría sin dudar un solo segundo que deberían ser: organización y respeto.
Desde que
vivo en este país, y puedo afirmarlo con
conocimiento de causa; nunca he visto nada bien organizado y mucho menos algo
proyectado en función de futuro. Todo se hace “a lo Chaco” con intenciones de
ser provisorio. Sin embargo lo que se pensó como temporario, termina siendo
definitivo y perpetuo.
En cuanto al
respeto, puedo hablar y mucho, ya que esa fue una de las cosas que llamaron mi
atención y que terminaron por deslumbrar
y enamorarme del país. Pero este, como otros conceptos básicos, se ha ido
diluyendo con el tiempo o puesto fuera de moda. Lo que sí es categórico que,
sin estos dos elementos, es prácticamente imposible que una sociedad funcione
como tal.
La primera
célula social es la familia y si dentro de ella, no se enseña a planificar y
tomar las cosas en serio, el futuro será tan caótico como hasta ahora.
Lo mismo
ocurre con el respeto. Si no se lo práctica entre sus integrantes y su entorno,
que se puede esperar entonces del resto de la gente.
La segunda
célula es nuestro barrio. Ese es el campo de
pruebas de la sociedad. Si un barrio es dinámico, crece y va proyectando
su futuro, según sus necesidades o prioridades. Es probable que toda la ciudad
se contagie con el virus del progreso. De no hacerlo, navegará por siempre en
los mares del atraso y la dejadez.
Tengo
algunos ejemplos sobre lo que les estoy diciendo y no hay que ir a buscarlo a
Europa, Estados Unidos o Japón. No, está aquí, en Paraguay y se llama Atyrá.
Esta es una pequeña ciudad ubicada a 61 km de Asunción, en el departamento de
Cordillera.
Atyrá está considerada como la “Ciudad
más limpia del Paraguay”, la séptima de toda América y la octava comunidad
saludable a nivel mundial, certificado por la Organización Mundial
de la Salud. Sin
olvidar que fue declarada “Capital Ecológica del Paraguay”, por un decreto del
gobierno nacional.
Pero este logro no nació por
generación espontanea. Fue una iniciativa del gobierno municipal, que priorizó
la concientización del cuidado ambiental y la cultura de la preservación
ecológica. Esta propuesta coherente, en seguida fue acompañada por todos sus
habitantes.
Hoy día, caminando por sus calles,
puede verse el esfuerzo mancomunado entre comunidad y autoridades. No me crea.
Vaya y compruébelo con sus ojos y verá el gran abismo de calidad de vida que
separa Atyrá de Ciudad del Este.
Para empezar, aquí, en todos los
barrios reina el más caótico de los desórdenes. Cada uno de los vecinos hace lo
que quiere y cuando quiere. No le importa a quien tenga a su costado o frente a
su vivienda. Hará todo lo posible para sacarlo a uno de sus casillas. Porque
simplemente es un desconsiderado sin educación.
Quizás no
sean tantos los que aman a Ciudad del Este, ya que la mayoría de sus habitantes
no nacieron aquí. Un gran porcentaje son
recién llegados de cualquier punto del país o del extranjero.
Y llegaron con la sola idea de hacer dinero y
volverse por donde vinieron, pero, con más billetes en sus bolsillos. Así es
difícil encarar cualquier proyecto con gente sin amor ni raíces hacia esta
tierra.
Ahora bien,
ya que nos gusta copiar los modelos extranjeros, en especial, aquellos que
sirvan para deteriorar nuestra imagen. ¿Por qué no seguir el ejemplo de Atyrá?
Ya sé que no es nada fácil, porque para ello, debemos formatear las neuronas de
todos los habitantes de Ciudad del Este. Incluso quien escribe.
Ya con el
cerebro libre de contaminación, podríamos grabarle todo aquello que hoy nos
falta. Empezaríamos por ejecutar el programa: respetar las opiniones y la libre
expresión del pensamiento de nuestros semejantes 3.1. Activar el dialogo
con tranquilidad, en situaciones que
generen un desacuerdo.
Observar que
dentro de las herramientas del programa se encuentren configuradas: el respeto
a las normas de convivencia, que incluyen por supuesto: no pintarrajear los
muros, barrer todos los días el frente de nuestra casa, arrojar los papeles en
un cesto, juntar los desechos de nuestras mascotas, cuidar los monumentos
públicos de nuestras plazas.
En el
programa ser solidario con nuestros vecinos 5.5.1, nos encontramos con las
aplicaciones: cuidar su casa cuando estos salen de vacaciones, no arrojar
nuestros desperdicios en su vereda o su patio. Que nuestras mascotas no
incomoden ni causen estragos en su patrimonio. No quemar la basura porque
contamina el ambiente, y es un delito. Ser más flexible ante la adversidad de
nuestros prójimos.
Poner en
funcionamiento el programa: pago puntual mis impuestos municipales, por lo
tanto tengo derecho de saber adónde va mi dinero 3.2. Este es un programa
bastante pesado para cualquier neurona común, por lo que debe ser revisado
constantemente para evitar que su máquina quede “colgada”.
Configure el
programa: respetar las normas de tránsito 2.0, con sus herramientas cruzar la
calle, cuando el semáforo así lo indica, manejar solo a la velocidad permitida,
utilizar el casco o cinturón de seguridad reglamentarios. Pudiendo abrir “una
pestaña”, a ser amable con los
discapacitados o las embarazadas en los vehículos públicos de pasajeros.
Si cumplimos
rigurosamente con todos estos pasos ya señalados, es muy posible que, a muy
corto tiempo, con el respeto y la organización como bandera insignia; comience
para nuestra ciudad, y por ende a nuestro país; una lenta pero inexorable
mejora en la calidad de vida. Esto traerá aparejado otro estado de ánimo.
Con estos
elementos incorporados, a nuestro funcionamiento cerebral, el despegue hacia un
futuro mucho mejor, que el presente, es nada más que un mero trámite. Pero para
llevar a cabo semejante plan, si o si, debemos formatear nuestras neuronas y
sacarle todos los virus adquiridos durante los últimos 60 y pico de años.
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