Como
consecuencia de la publicación de mi comentario “El tamaño no importa”, en la
página digital Neike.com, he
recibido un correo de un alto funcionario de la empresa PETROPAR, que no citaré
su nombre, por no tener su autorización, pero que se ha sentido aludido por mi
pensamiento en aquella columna de opinión.
En
aquella ocasión dije: “En Paraguay todavía se piensa que el tamaño estatal es
un tema que tiene que ver con la ideología, cuando esta cuestión solo pasa por
la honestidad. En este país siempre se robaron todo, hasta la comida del
gato”. En otro párrafo agrego que: “Si
los funcionarios no son honestos y el Estado no los castiga, solo los están
premiando con la impunidad”.
Para
concluir con aquello que decía: “Sacando raras excepciones, el Estado es
ineficiente, y esto se nota con ANDE, COPACO, PETROPAR y demás joyas de la
corona”. También creo haber dicho en repetidas ocasiones que PETROPAR era la
única petrolera en el mundo que daba pérdidas.
En su primer correo, luego
de una educada presentación, me cuenta que en el 2009, bate su record histórico
de utilidades, siendo de aproximadamente U$S 80 millones, esperándose superar
esa cifra en el 2010, aún a pesar de sufrir todos los sobresaltos del mercado
internacional. Hecho este que la prensa jamás se encargó de destacar.
Concluyendo su misiva con que ningún usuario de este país formó fila para
cargar gasoil.
Mi
contestación fue que: “las empresas estatales, en este país eran utilizadas
como caja chica por el partido gobernante. Como recurso líquido para sus
campañas políticas y en el ascenso personal de status y calidad de vida.
Que
revisara las últimas cúpulas que dirigieron la empresa, a la cual le dedica sus
desvelos tantas horas al día. Que examinara las declaraciones juradas (si las
hay) antes de asumir sus cargos y confrontarlas con el patrimonio después de
haber dejado el cargo y se llevaría una asombrosa sorpresa”.
Agregando
a continuación que: “Los números ofrecidos serían interesantes si van
acompañados de una reducción de la deuda que PETROPAR, la más ineficiente
empresa del Estado paraguayo, arrastra desde hace muchos años. Me entusiasmaría
si hubieran incorporado tecnología, adquirido bienes de capital, introducido
una expansión en el mercado nacional e
internacional. Los números pueden ser dibujados como los índices de inflación o
disminución de robos y asaltos”.
“En
cuanto a que la gente no forme fila para cargar combustible, no es ningún
mérito, solo están cumpliendo con el trabajo para el cual han sido designados.
No me pida que haga hurras por este hecho cuando es normal. Es lo mismo que
felicitar a una madre por haber educado bien a su hijo”, concluyo mi correo.
La
respuesta del funcionario no tardó mucho. “Por sus actos cada cual será
juzgado, mas tarde o más temprano, sino que lo digan los 3 anteriores
presidentes de PETROPAR que están siendo imputados, asimismo, no querer
reconocer situaciones actuales y reales y mezclar conceptos, personas y tiempos
de ninguna manera sirve para construir ciudadanía o esclarecer hechos o buscar
mejores escenarios”.
“Tiene
razón por una parte, esta empresa tiene actualmente una deuda de
aproximadamente U$S 270 millones y más del 90% de la misma se origino de un
"SUBSIDIO ENCUBIERTO" entre los años 2007-2008, y que esa deuda la
generamos los consumidores del gasoil importado y distribuido por PETROPAR, a
quien se le obligo a vender a precios muy por debajo del costo del producto”.
Rematando
con que desconocía la creación de la Oficina Interna de Investigación de Ilícitos
(OIDI) de PETROPAR y la reducción de faltantes en más del 70% entre 2009 y
2010.
Hasta acá perfecto, solo que 24 horas después y por casualidad, encontré,
hurgando en el ciber espacio, una nota del diario ABC de Asunción que me puso todos los pelos de mi cuerpo “de
punta”.
Ante
esto decidí enviarle a este funcionario, un correo, comenzando con aquellas
palabras suyas que decían:"Por sus
actos cada cual será juzgado, más tarde o más temprano...”,y esto era totalmente
independiente a lo que yo pudiera pensar de él, a nivel personal, ya que lo
hacía en función de quienes administran algo que me pertenece y que en vez de
hacerlo crecer, lo están, no solo dilapidando, si no que lo usan en beneficio
propio.
Aquel artículo hablaba que con el
gobierno Lugo, las anomalías nunca frenaron las andanzas de los máximos
directivos de PETROPAR. Mencionaba que:“ En abril de 2010, el fiscal Martín
Cabrera imputó al actual titular, Ing. Juan Alberto González Meyer.
Se indica que
PETROPAR debía cobrar U$S 7 por cada m3 (1000 litros ), ya que el
combustible de Petróleo de Venezuela S.A, guardado en las instalaciones de la
petrolera estatal, era comercializado nuevamente a Bolivia. Cabrera encontró un
daño patrimonial de U$S 260.400, pero que podría ser más alto”.
“Una cosa era almacenar y otra vender
dicho combustible a Bolivia, la situación se tornó por demás irregular. En
junio pasado, el agente fiscal Cabrera imputó por segunda vez a González Meyer
junto con varios altos funcionarios de su máxima confianza. En esta ocasión, ya
fue por un perjuicio financiero de casi U$S 2 millones, en contra del ente
estatal”.
Para concluir, este desagradable tema,
aún sigo pensando que todas las empresas estatales son ineficientes, lo cual no
deja de asustarme. Pero lo que más me intranquiliza es que a la ineficacia se
le suma la corrupción. Aún así, continuo teniéndole fe al ser humano, aunque no
se si se lo merezca. También intento, no siempre, pensar mal de nadie; porque
para eso está Dios allá arriba y la desacreditada justicia de los hombres, aquí
abajo.
Me molesta sobremanera seguir viendo
como los medios manipulan la información, según le convenga a sus intereses.
Tanto como a esos funcionarios, de muy alto nivel, que poniendo esa especial
carita de “yo no fui”, siguen engañando a la gente con falsos logros obtenidos
y promisorias metas a cumplir, en algún posible 31 de febrero.
Esto es solo mi visión muy particular de la
cosa. Y está dirigido especialmente a ese único ángel que se encuentra atrapado
en el infierno, y que espero que sepa que existe un pueblo al que se le toma el pelo todos los santos días del
año, como si fuera un perpetuo 28 de diciembre.
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