jueves, 6 de agosto de 2015

YA ESCRIBÍ UN LIBRO,¿Y AHORA QUE? - Parte II

Ahora bien, esto no significa que nunca escriban o editen poesía, si no que esperen un tiempo prudencial donde puedan elaborar mejor el material, mientras editan otro tipo de literatura. 

Hacer un bautismo de fuego en la actualidad, con un libro de poesía, es un acto demasiado arriesgado. 

Pero no solo por la feroz competencia con otros valores tan importantes como uno, sino simplemente porque todos lo leen, pero pocos lo compran. 

Sin embargo, cuando uno ya hizo cierta carrera dentro del gremio y tiene cierto tipo de reconocimiento, el escritor ya puede publicar lo que quiera, siempre y cuando tenga un mínimo de calidad literaria. 

Otro punto importante en la vida de un escritor, es la relación con sus colegas, con la prensa especializada y con los lectores. 


Este es un factor muy importante en la futura profesión, que muchos no lo tienen en cuenta. 

Debe imperiosamente intervenir en cuanta tertulia se realice, promover entrevistas con los medios masivos de comunicación y asistir a todos los foros que se realicen sobre literatura. 

No puede dejar de concurrir a cuanto debate se organice y mucho menos dejar de hacer acto de presencia en donde haya firma de libros. 

Esto forma parte de su profesionalidad como escritor al tomar a las relaciones publicas con seriedad.

Pero no solo debe tomarlo como una forma de inserción en el reducido clan de los artistas de la escritura, y ni siquiera por el simple hecho de auto promocionarse, sino como una parte maravillosa e indispensable de su constante capacitación. 


A su vez tendrá la fortuna de ponerse en contacto con sus futuros lectores y eso es una tarea realmente gratificante. 

Como dije antes, esta hermosa carrera tiene gratificaciones que te permitirán abrir tus posibilidades creativas hasta límites insospechados, dependiendo de cuanto talento albergues en tu interior. 

Sin embargo también tendrás grandes decepciones de personas y eventos, como en cualquier otra actividad. 

Para esos malos momentos necesitas creer sin ningún tipo de dudas, en ti mismo y en tus cualidades. 

Pero debes tener mucho cuidado como lo manejas. Estar convencido de tu talento no debe ser una excusa para convertirte en un ser sumamente arrogante. 


De hacerlo, colegas y lectores huirán rápidamente de ti. 

Una forma de probarte a ti mismo que no eres arrogante sería el hecho de dudar siempre de cada palabra que escribas. 

Eso contribuirá a afianzar los conocimientos que tienes del idioma, y que sigas cultivando tu acostumbrada sencillez. 

Nunca dejes de ser perseverante en lo que haces y ni de trabajar en tus obras, aunque solo sea un par de horas al día. 

Nunca te canses de revisar tus escritos, todas las veces que sea necesario, hasta que te encuentres bien satisfecho con el resultado final. 

Jamás te encierres en ti mismo y aprende a escuchar los consejos y sugerencias de los demás. 


En algunas ocasiones ellos tienen la razón. Cuando ya creas que está terminado, dáselo a leer a la gente de tu entorno y úsalos como banco de prueba. 

Mientras ellos examinan al escrito, estudia bien sus caras. Tus amigos podrán mentirte por piedad, pero sus gestos, nunca. 

Ahora bien, si profundizamos el tema, veremos que la autoedición o sea, publicar un libro sin necesidad que intervenga una editorial, como todas las cosas tiene su pro y su contra. 

Juntos iremos paso a paso desentrañando este enredo, especialmente para aquellos que están intentando publicar por primera vez y se sienten angustiados por la inmanencia de acontecimientos que temen que los sobrepase. 

Se sienten contentos por la realización de un sueño largamente acariciado, pero a su vez temen encontrarse con un mundo nuevo y no saber como enfrentarse a él. 

Entre lo positivo esta: que tu eres el amo y señor de tu libro, por lo tanto haces y deshaces como se te dé las ganas. 

Una vez terminada la obra, lo relees y mientras vas corrigiendo, le sacas o pones cosas que te van pareciendo mejor. 

Luego diseñas la tapa que mas crees que capte tu mensaje pero también que sea llamativa. 

Escribirás el texto de la contratapa, dando una pequeña biografía tuya y lo que te inspiró a escribirlo. 

Eres tú quien pone el día de la presentación en sociedad, la que se encargará de darle publicidad, la que recorrerá todas las librerías y puestos de diarios de la ciudad. 

Se debe aprovechar todas las posibilidades que nos ofrece Internet y las redes sociales, ya que el escritor utilizará a estas como plataforma de lanzamiento, hacia sus amigos más cercanos que la irán difundiendo como si fuera una onda en el agua. 

Lo negativo es que para que esto tenga éxito se debe entregar todo de sí, de tiempo completo, cosa que es casi un absurdo. 

Por lo que se impone con urgencia, tener a un secretario, en lo posible gratis, o al menos casi. 

Todo el trabajo recae en uno, por lo que se tiene que ser muy habilidoso para cumplir toda esa inmensa tarea. 

Lo peor de todo es que de salir algo mal, no hay a quien echarle la culpa. 

La publicidad boca a boca es muy lenta y además atender a todos los supuestos clientes exige un gran sacrificio personal. 

En las librerías y puesto de diarios es una mercancía más y no le dan la preferencia que a nosotros nos gustaría. 


En resumen, creo que la autoedición, es el mejor recurso que tienen aquellos novatos, cuando se están iniciando en la profesión. 

No es el mejor camino, pero es sin lugar a dudas, el puntapié inicial de algo que promete ser una carrera auspiciosa. 

Siempre y cuando se siga los pasos aquí sugeridos. 

Una vez que ya tiene el libro en la mano, y con el derecho de autor registrado, comenzará la fase número dos. 

La búsqueda de un agente literario, quien tendrá la función de pelearse con los dueños de las editoriales, y así conseguir todas las ventajas que pueda, para su cliente. 

Tendrá a su cargo la publicidad no solo de su libro, sino también venderlo a usted, como un excelente producto de alta calidad. Claro, todo por un módico porcentaje. 

Quedando por lo tanto liberado de todos los otros menesteres que implicaba la confección de un libro y que le impedían sentarse con la mente fresca con el solo propósito de escribir todo lo que su fértil imaginación le dicte.

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