lunes, 27 de junio de 2016

LAS MALDITAS ETIQUETAS

Existe una demoníaca y malsana costumbre, que tiene la gente, de encasillarte dentro de un esquema rígido, y que de ningún modo contempla, que se pueda pensar muy diferente a cualquier interlocutor. 


Por lo tanto y sin pensarlo dos veces, te encajan una etiqueta en el medio de la frente, del cual, luego es bastante difícil sacártela de encima. 

Esta es la típica costumbre del mediocre o ignorante, que no conoce más opciones que las suyas propias. 

Eso sí, depende mucho del carácter y sensibilidad del etiquetado, para que tal actitud resulte ofensiva e insultante. 

Muchos, por bastante menos que esto, llegan a las trompadas. 

Ahora bien, Intentaré dar ejemplos de algunas que me echaron encima y se darán cuenta no solo de lo injusto y aberrante de esto, si no que es muy posible que se identifiquen con algunas situaciones, por las que ya han pasado. 

Cierta vez, hablando de religión, cosa que no hago con extraños, me preguntaron si creía en Jesucristo, contestando que solo creía en Dios. Entendía que Jesús era solo un hombre con una filosofía muy adelantada a su época. 

Y fue recién en el Concilio de Nicea cuando es proclamado divino, unos 325 años después. 

Ninguno de los cardenales lo había conocido, cosa que lo vuelve muy poco creíble, al menos para mí. 

Especialmente cuando en su tiempo fue conocido como un hombre sabio y un líder, pero nunca como un ser divino. 

Tampoco creo en la religión, causante de millones de muertes inocentes, y para que vean lo que digo; más de 200 mil mujeres murieron quemadas tanto en Europa como EEUU, al ser acusadas de brujería. 

O el caso de Juana de Arco que fue quemada solo por no tener sexo con el Cardenal de Orleans. 

Son dirigidas por hombres quienes las utilizan para manipular mentes y como medio de fuerza, poder y riqueza y no para llevar el vacío espiritual interior que llevamos dentro. 


Mucho menos creo en la Biblia donde impera un Dios cruel, sádico y vengativo, que impone sus leyes a sangre y fuego. En vez de constituirse en un ser amoroso, compasivo y comprensivo, como lo puede ser todo padre. Que siempre es capaz de perdonar las estúpidas acciones de su creación tan imperfecta. 

Pero encontré una explicación mucho más coherente que la mía, que es la de la parcialidad Axé Guaraní. 

Ellos me contaron que no querían evangelizarse porque sus dioses eran etéreos y no les entraba en su cabeza, que un hombre de carne y huesos pudiera ser un Dios y menos aquella inentendible Trilogía. 

Ya por estos mismos pensamientos, fui etiquetado como un ateo, listo para ser condenado al fuego eterno de los infiernos. 

En otra oportunidad, estando con varios amigos, en una reunión informal, hablaban despectivamente del capitalismo y como este sometía a las personas a ser simples esclavos. 

Les contesté que sin dinero no hay nada que se pueda hacer y que tanto el capitalista depende del obrero como este de aquel. Es la unión de ambos lo que hace que un país progrese y no uno contra el otro. 

El comunismo o el engendro del socialismo sudamericano son óptimos solamente en los papeles, porque son puramente teóricos. 

En la práctica no ha sido más que una fábrica de pobres en todos los países donde se instalaron. Dos pequeñas muestras de lo que les digo sobre estos regímenes: Nadie se escapa de un paraíso y los cubanos lo siguen haciendo, desde hace 50 años, con decir que Miami es más hispana que anglosajona. 

Los países que estaban detrás de la famosa Cortina de Hierro, con tantos años de la caída del Muro de Berlín y todavía siguen atrasados con respecto a los países de oeste de Europa. 

Dos perlitas más, China se dio cuenta de ello y buscó una simbiosis que actualmente le da un buen resultado. 

Pero eso en las grandes ciudades, porque en las pequeñas nada ha cambiado y siguen las mismas reglas de la época de Mao Tse Tung. Corea del Norte produce misiles y probablemente bombas atómicas de buena calidad, pero su gente se muere de hambre y de miedo, como en todos los sistemas totalitarios. 

También sé que existe un capitalismo salvaje, donde el hombre está al servicio del dinero y no al revés, como lo predicaban los liberales enciclopedistas. 

Sin embargo, siempre existe una forma de dialogar mientras que en cualquier otro tipo de regímenes los canales de comunicación siempre se cortan. 

Por pensar de este modo, fui etiquetado como un asqueroso fascista. Solo por no comulgar con sus ideas y tener mi propia opinión. 

En otra ocasión, preparando un material de investigación, hablé con dos travestis. 

Ellos me contaron sus penurias y todas las humillaciones que sentían ante la discriminación. 

Y me confió sus pesares, de los cuales rescato tres de los más importantes. Primero, ellos consideraban tener mucho orgullo en ser homosexuales; segundo, se sentían mujeres en cuerpos de varones y tercero deseaban tener derechos plenos de casarse y tener hijos como cualquier pareja heterosexual. 

Entonces les di mi opinión sin que me lo pidieran y en el mismo orden en que me lo habían dicho. 

Primero, no encontraba ningún motivo de orgullo en ser gay y menos tener que disfrazarse para sentirse feliz. Segundo, una cosa era sentirse y otra muy distinta ser una verdadera. 


Por más implantes de pecho y vaginas de plástico que se coloquen, nunca serán mujeres. Yo también a veces me siento Superman, pero con seguridad soy incapaz de volar. 

Y tercero, ustedes usan la palabra “matrimonio” para su unión cuando en realidad esa palabra está reservada para un hombre y una mujer. 

Sería mucho más correcto emplear el vocablo “casamiento”. Y considero una aberración que dos personas del mismo sexo, que compartan una cama, puedan tener hijos o adoptarlos. Ya que los niños, en edad escolar, son muy crueles y no todos pueden soportan semejante presión. 

Y finalmente la confusión de tener a dos mamás o dos papás no siempre es entendida por las criaturas. Por toda respuesta recibí el ofensivo apelativo de homofóbico. 

Solo por dar una opinión contraria a la de ellos. Solo he dado tres ejemplos concretos, pero existen cientos de etiquetas más como: Gordo, negra, enano, prostituta. Es horrible que por tener un criterio propio seas tachado e insultado. Y la tolerancia que aquellos mismos grupos reclaman, en donde ha quedado: ¿En el freezer de la heladera?

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