miércoles, 22 de junio de 2011

LOS OJOS DEL MUNDO PUESTOS EN PARAGUAY

Los titulares de los principales periódicos del mundo han reflejado en sus tapas varios hechos inéditos, ocurrido el pasado 20 de abril. Sucesos estos que de una manera u otra ha despertado la envidia de más de una democracia ya consolidada.

El primer lugar, el caso de que un obispo sea el ganador, en unas elecciones libres, no teniendo el Vaticano antecedentes anteriores, al menos, en la era moderna. Tampoco contemplado en el Derecho Canónico. El segundo punto llamativo fue, y en eso coinciden todos los medios de prensa extranjeros, unos comicios libre de fraudes.

Otro punto en cuestión, fue la rapidez con que se realizó el primer conteo, teniendo en cuenta la cantidad de cuadernillos que había de ser computados. Es decir que entre las cinco de la tarde y las diez y media de la noche, se habían contabilizado el 90 por ciento de los votos.

Un tercer ítem, muy destacado por los diferentes medios de comunicación del exterior, y en esto la coincidencia es total, fue que los dos candidatos, con más chances, esperaron un tiempo prudencial para declararse victoriosos, así como la hidalguía de los oponentes a la hora de felicitar al virtual ganador.

Pero todas las palmas se las llevó la ciudadanía paraguaya, sin excepción, que haciendo gala de una madurez cívica, concurrió masivamente a ejercer su derecho al voto. Mucha gente mayor hizo el esfuerzo, inválidos, que se movilizaron desde distintos puntos del país, para no perder una inmejorable oportunidad de hacer sentir su voz por medio del voto. Incluso esta euforia alcanzó a cientos de compatriotas que viven más allá de las fronteras.

Otros con menos posibilidades económicas, siguieron minuto a minuto la votación, pegados a una computadora, de algún ciber en Argentina, España, Australia, EEUU o Canadá. Esto lo comentó el diario la Vanguardia de Barcelona, donde una nutrida colonia de connacionales, comenzó a vibrar con la transmisión de los primeros conteos.


Pero el punto resaltante, muy comentado por cierto, fue precisamente la hora de los festejos, en donde primó la moderación y sin la provocación hacia el vencido, muy común en elecciones pasadas.

Mientras que los perdedores aceptaron de inmediato la derrota, quizás con alguna lágrima de por medio, pero con una noble hidalguía. Pero lo más importante de todo, que por una vez hemos sido visto por todo el mundo como un ejemplo de civilidad y no por ser ejes de piratería, contrabando, secuestros y otros hechos negativos. Que lo bueno se repita más a menudo.

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