sábado, 21 de enero de 2012

Feudos en el siglo XXI

La ignorancia y la necedad son dos atributos negativos que han causado más víctimas que en todas las guerras desatadas en el curso de la Historia. La ignorancia es la venda que cubre los ojos y la necedad, es el empecinamiento en no querer sacarse esa misma venda.

También tendría mucho que ver con aquello de repetir el mismo error dos o más veces. Sin embargo esto se emparentaría con la misma estupidez humana. Este es uno de los grandes motivos por los cuales nuestro país, con toda la riqueza que posee en materias primas, no puede de ninguna manera crecer y desarrollarse.

El caudillismo también ha dejado, en nuestro país, un tendal de víctimas, de las cuales, aparentemente, nunca se va a recuperar de sus heridas. El caudillismo es individualista, pero con el tiempo tiende a compartirlo con gente de su misma sangre o amigos muy cercanos en quien confiar, ya que el poder de por sí provoca una extraña sensación de angustia por la soledad en que se debe gobernar. 

Desde siempre los clanes han tenido cabida en nuestra permisiva sociedad, que le daba carta blanca para hacer todo lo que se les antojara. La impunidad los rodeaba, y con ella a toda una población cómplice que se negaba a denunciarlos. Sabían manejar de maravillas la intriga y la famosa “usina de rumores”, para confundir y debilitar a sus enemigos políticos.

Conocían de memoria todos los resortes del poder y es por eso que resultaba difícil defenestrarlos, ya que todos eran sus socios o sus cómplices. El temor y la delación eran sus máximos aliados para controlar a la población, tanto como la corrupción, que es la madre de todos los pecados. Los romanos hablaban de “pan y circo” y eso es lo que le daban al pueblo como para desviar la atención de la cruda realidad.

En nuestro país, siguiendo las modas, también se instaló el caudillismo y de allí al clan fue un solo paso. Estos son gobernantes con un gran carisma personal, que llevan a su familia y amigos más cercanos, a un pequeño feudo que lo toman como suyo, aunque en realidad pertenezca al pueblo, por hecho y por derecho.

Los Franco en Fernando de la Mora, los Maia en San Alberto y los Ferráz en San Lorenzo son los principales personajes que ilustran y dan una idea claro de lo que es un clan. Sin embargo quien se lleva las palmas, aunque es de muy reciente data, es el clan Zacarías, quien ha salido del anonimato con una increíble fuerza y en poco tiempo, pulverizó a sus opositores.

Su patrimonio personal creció hasta niveles jamás pensados ni por él mismo. Tampoco nunca confesó como lo obtuvo. Luego de un fructífero primer mandato en la municipalidad de Ciudad del Este, ganó en un segundo período, para luego renunciar, y colocar a su esposa, en el trono y él optar por la vicepresidencia, platillo más apetecible, para sí mismo y para su clan.

Ha logrado con alianzas estratégicas que jueces, fiscales y comisarios que coman de su mano, orientándolos oportunamente sobre a quien ayudar y a quien hundir. En poco menos de diez años ha construido un imperio económico, con intereses repartidos en diferentes empresas comerciales, como también su gran influencia sobre el electorado esteño y paranaense.

Actualmente su poder es absoluto en la zona y no existe ningún tema que antes no pase por sus manos, siendo su palabra la última en cualquier discusión. Sus logros no tienen relación con todo el dinero recibido por royalties, aún así logró engañar a una gran cantidad de votantes que embelesados viven totalmente engañados. Los feudos ya se han terminado y de no hacerlo, seguiremos atrapados en un camino sin salida.

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