martes, 27 de noviembre de 2012

TANTO ESTRÓGENO SUELTO ES PELIGROSO

En la mayoría de las especies animales, son siempre las hembras quienes se muestran mucho más agresivas que los propios machos. Y como ya saben aquellos que siguen mis comentarios, que es mejor un ejemplo que mil palabras. Por lo que aquí van algunos de ellos. 

La reina de la selva es la leona, y no el león, como los mitos y las leyendas lo acreditan. Ya que el gran macho melenudo, solo se dedica a cuidar de los cachorros, mientras su pareja suda la gota gorda, corriendo detrás de cualquier cosa que se mueva, por la sabana africana. El león tendrá la mejor pieza de la cacería y tras el banquete, le espera una regia siesta. 

Dormir y hacer leoncitos es su especialidad. Feliz vida la de este bicharraco. Entre algunas especies de arañas, la hembra es diez veces más grande que el macho y hace poco se descubrió que la famosa danza ritual de apareamiento, no es tal, si no que es un estudio previo que realiza el macho, para evitar ser devorado por aquella, antes de la copulación. Triste destino la del pobre “araño” 

Pasa algo similar con las abejas. Una vez inseminadas las abejas reinas por los zánganos, estos son echados fuera, de la colmena, sin contemplación, por las abejas obreras. Estos en poco tiempo mueren, por su incapacidad para sustentarse por sus medios. 

Claro, existen más ejemplos que les podría acercar, pero este no es un comentario sobre conducta animal, sino, el llamativo comportamiento que comienzan a ofrecer algunos individuos de nuestra sociedad, para el total desconcierto del resto. 

Recientemente he leído dos artículos, en dos diarios distintos, de dos países diferentes, pero que tenían un único denominador común. La despiadada y desmedida agresividad femenina adolescente. Este parece ser un fenómeno nuevo, a nivel mundial, según lo estoy constatando. 

El primero de ellos, pertenece a Argentina y se refiere a la moda que tienen las quinceañeras, de agruparse en pequeñas patotas y agredir a aquellas demasiado lindas y que potencialmente puedan ser rivales difíciles de superar. La noticia habla de una adolescente de 14 años, que por el simple motivo de ser linda, sus tres compañeras de curso, la atacaron a traición, provocándole la fractura de su nariz. 

La niña fue dejada en el suelo inconsciente, durante varios minutos, y su cara quedó desfigurada por la brutal paliza sufrida. La víctima fue internada en el hospital, con traumatismo facial y fractura de los huesos de la nariz. Muchos estudiantes siguieron de cerca la pelea e incluso la filmaron, pero sin intervenir. Esas imágenes, donde no se puede distinguir bien a las agresoras, están circulando abiertamente por Internet. 

El caso generó gran revuelo y cierta indignación entre todos los estudiantes, quienes exigieron la expulsión de las agresoras. El director dijo a la prensa que no las puede expulsar porque todo lo sucedido no ocurrió dentro del ámbito del colegio, si no a dos cuadras del mismo, por lo que se veía atado de manos. Yo diría que se mandó la Gran Poncio Pilatos. Igualmente sucedió algo parecido con la policía y la Fiscalía Penal de Menores de la zona. 

Esto ocurrió hace muy poco tiempo en la provincia argentina de Mendoza, pero no fue de ninguna manera el único caso. Algo similar ocurrió en abril de 2008, a otra niña, de apenas 13 años, que por ser más atractiva que las demás, generó cierto tipo de envidia por parte de sus compañeras, que viéndose menos agraciadas que esta, fue esperada en las inmediaciones del colegio. 

Priscila Meza, que es el nombre de la menor agredida, fue virtualmente emboscada y golpeada por cinco alumnas hasta provocarle un desmayo. Esto ocurrió en agosto del 2008, en San Isidro. En abril de 2010, otra mendocina, Brenda Gómez, alumna de 8° año, fue salvajemente atacada por un grupo de chicas y terminó en el hospital. En junio de 2010, Lucía Rossi, una modelo de 18 años, fue agredida por seis chicas a la salida de una discoteca en la ciudad de Tucumán. Tuvo suerte, ya que solo le partieron el labio. 

Aún no tengo noticias que esto ocurra en Paraguay, pero lo que si está tomando vuelo es una nueva moda que también involucra a nuestras adolescentes, pero de un modo diferente. Consiste en filmar sus genitales y luego vender el video a sus compañeros de estudios, amigos o vecinos, por un módico importe, que les permita tener saldo en sus celulares. 

He visto unas cuantas filmaciones de estos pubis adolescentes, proporcionadas por algunos de mis alumnos, y en los que las nenas, asumían originales posiciones, pero nunca mostrando su rostro. Por supuesto estaban amorosamente decorados con forma de corazoncito, o una gruesa raya de pelos, bien recortado o solo aquel divino tajo desnudo que por cientos de siglos ha sido la verdadera perdición de todo varón de la especie humana. 

Si bien lo he encarado por el lado humorístico, para quitarle todo aire de dramatismo, no se puede dejar de reconocer que es un hecho muy grave y que demuestra el nivel de degradación a que se encuentra sometida nuestra sociedad. Todos los que me conocen saben muy bien que no soy un puritano ni mucho menos. 

Pero estas no son mujeres adultas, con lo cual no me preocuparía en lo más mínimo. Pero estamos hablando de nenas que apenas tienen entre 12 a 16 años. Esta precoz pornografía llevada adelante por estas chicas evidencia la falta de un modelo de familia como de sus valores, tanto como en el caso ya citado de las adolescentes argentinas. 

Con el agravante que a nuestras nenas, les gusta el dinero demasiado fácil y que de la filmación aparentemente divertida a la prostitución consumada, hay solo un muy pequeño paso. Pero lo que más me molesta de todo este asunto es la total falta de pudor y autoestima femenina ante sus propios compañeros de curso. Ni siquiera parece importarles lo que ellos piensan de ellas. 

¿Qué es lo que hicimos mal?, ¿en qué punto del camino nos equivocamos y ¿cómo hacemos para volver al punto de partida? Porque las hormonas y los estrógenos se pueden dominar, pero cuando falta el orgullo de ser mujer y su propio auto respeto, entonces la cosa si es grave.

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