viernes, 21 de junio de 2013

LAS VIEJAS FRASES NO PASAN DE MODA


A través de toda nuestra vida, nos movemos, aun sin saberlo, dentro de un círculo de viejas frases estereotipadas, que no por ser anticuadas son dejadas de utilizar. 

En ellas se concentran verdaderos momentos inolvidables en cada uno de nosotros. Y así como estas son molestas e irritantes cuando van dirigidas a nosotros; resultan bastante risueñas cuando estas mismas apuntan hacia otra persona. 

Existe siempre una de estas expresiones que encaja justo en cada uno de los momentos de nuestra vida. Como si fuera la pieza que falta, en este gran rompecabezas que es la misma vida. Todo parece muy vago y confuso. Pero con un par de ejemplos se les aclarará todo el panorama. Intentare hacerlo más o menos cronológicamente y verán como tengo razón. 

La primera frase que escuchamos, teniendo ya cierto uso de razón, es cuando hemos ido de visita a la casa de alguien que no conocemos y nos pregunta, muy estúpidamente: “¿A quien queres más, a papá o a mamá?”, tras la solución, al dilema de la extraña, nos tira a quemarropa, la ya clásica y poco original: “¿qué vas a ser cuando seas grande?” 

Uno no se puede olvidar tampoco de aquello de: “¿Ya tenés novia/o me supongo?”, macanada dicha por compromiso, a falta de algo inteligente para decir, en especial a una criatura de no más de seis o siete años. Entonces, viendo que, ante tanta desprotección infantil sufrida ante estos ataques de chabacanería, la indefensa criatura buscará el momento oportuno para vengarse de tanta agresión junta. 

En la primera ocasión que mamá deba hacer un trámite y no tenga con quien dejarnos, y luego de cierto tiempo de total aburrimiento y fastidio, con la larga y tediosa espera, la buscaremos y le diremos en su oído, como para que nadie más no nos escuche: “¡uf, mamá!, ¿cuando nos vamos?” 

Por lo general, siempre las madres, ante cualquier travesura, sea del calibre que sea, lanzarán al aire, cierta cantidad de amenazas como las recordadas:¡¡¡ “Ya vas a ver cuando venga tu padre, lo que te va a hacer”!!! O no, la menos famosa: “parece que sin el cinto no andas derecho”.

Luego, cuando se es mayor, se escuchan estas frases, pero ya con un tenor diferente, no tan amenazador, si no más sutil: “Si queres ir a bailar, andá, pero sabes que tu pobre madre no va a pegar un ojo hasta que no vuelvas”. 

Hermosa frase como para que uno sienta remordimiento por dejarla sola. O la muy conocida: “Por favor, no tomes mucho que mañana tenemos un compromiso”. 

Tampoco puedo olvidarme de expresiones nacidas del entendible mal humor materno, al decirnos: “Si no te gusta como cocino, podes ir a comer al bar de la esquina” o el infaltable: “No te olvides que soy tu mamá, no tu sirvienta”, sentencias estas que no tienen una respuesta, ni es conveniente darla. 

También se suelen hacer referencias hacia el tipo de amistades que sostenemos: “De donde sacaste a tus amigos, ¿de una rifa?”, o “Decime, ¿quién es el peluquero de ese?, que le meto plomo”, y a veces con nuestro particular estilo de vestir: “¿Donde es la fiesta de disfraces, porque parece que empezó el carnaval?”.

Luego viene la adolescencia y la etapa de rebeldía y entonces los padres, viendo que se les puede escapar de sus manos el control, dicen algo así: “En esta casa mando yo, y se hace lo que yo digo, y si no te gusta, podes mudarte cuando quieras”. Contundente y sin apelación y para rematarla nos tiran: “Cuando seas mayor de edad, y formes tu propia familia, ahí vas a entender lo que te digo”. 

Sabias palabras, comprobadas solo con el tiempo. Pero estas frases no son las únicas en esta etapa de la vida, pero si las más representativas. Sin embargo existe una que si la define y es un ícono que nadie la olvida jamás: “Tu madre y yo nos rompemos el alma para que tengas todo lo que nosotros no tuvimos a tu edad y lo único que te pedimos es que estudies” Como pueden ver es matadora, como les anticipé. 

Muchas veces, siempre mirando hacia atrás en el tiempo, nos damos cuenta que tan equivocados ellos no estaban. Tal vez la falta de comunicación hacía que el desmesurado cariño se convirtiera en retos y órdenes y nuestra apasionada rebeldía no era más que los simples deseos de obtener la tan ansiada libertad. 

Otras expresiones, dichas cuando uno ya casi está dejando la adolescencia podrían ser: “Si vas a salir abrigate, al menos llevate tu bufanda”, “¿Por qué no te buscas una buena chica/o y no a todas esas/os locas/os que siempre traes a casa?, “A mi edad generalmente se empieza a pensar en los nietos” 

Luego cuando aparezca alguien muy especial, y debamos enfrentar la presentación oficial, pueden aparecer en el panorama, otro tipo de frases hechas, tan ácidas e incomodas como las anteriores: “¿Estas seguro que sabe cocinar, para mí, que se le quema hasta el agua?” o “La verdad, no tiene pinta que sea muy guapa”. Desde ya esto se ajusta para un hijo o una hija.

También existen frases clásicas que se pueden usar en cualquier momento y en todas las etapas de nuestra vida: “¡¡Ya vas a ver cuando lleguemos a casa!!”, o “¿Vos crees que al dinero me lo regalan o lo encuentro en el piso?”, “Ahora lo quieren todo servido, cuando yo tenía su edad…”, “Entre la calculadora y el Internet, ya nadie usa la cabeza”.

“Mire, en este momento, la empresa no está en condiciones de darle un aumento”, “La semana que viene nos vemos y te pago lo que te debo”, “Hablame como la gente, que no soy uno de tus amigotes de morondanga”, “Estas son horas de venir, ¿donde estuviste todo este tiempo?, “¿Cómo, venís con tus amigos a cenar?, no tenes un teléfono para avisarme antes”. 

Todos estos dichos, forman una parte importante en nuestras vidas, ya que están ligadas a momentos puntuales y que quedaran grabadas en el inconsciente, como si fuera algo genético. Por eso no se las debe menospreciar, ya que tarde o temprano nos encontraremos de golpe, frente a nuestras narices, con aquellas viejas frases hechas, que nunca pasan totalmente de moda.

1 comentario:

  1. Muy ilustrativo todo... Así éramos y así nos decían, hoy decimos lo mismo a nuestros hijos...

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