martes, 30 de julio de 2013

EMPECEMOS DE FOJA CERO

Ahora que ya ha pasado toda la alegría y la euforia producida por la reciente elección presidencial, comienza el verdadero fenómeno de la decantación, y tras esto, le sobreviene el oportuno momento del análisis y la reflexión. Porque ha quedado mucho paño suelto para cortar. 

Como en anteriores oportunidades, ha servido para tener en cuenta que la precoz lectura de las bocas de urnas, encuestas y mediciones de intención, no sirven para nada. 

¿Por qué afirmo esto con tanta seguridad?, muy sencillo, cualquiera sea el método con que se intente medir, será realmente infructuoso, ya que ellas están totalmente manipuladas y solo sirven para desorientar aún más al elector indeciso y mantener el falso orgullo, cuando se sabe muy bien que se está perdiendo por goleada. 

Sin embargo no todo se puede ver como hechos negativos, ya que hubo muchísimas menos pegatinas que ensuciaran a las ciudades y poca contaminación sonora, por alto parlantes, de vehículos que recorran los distintos barrios, que en otros actos cívico anteriores. 

También han sido menores los hechos que puedan provocar algún incidente dentro de los locales de votación. 

Pero la lectura final nos dice que el viejo voto castigo, sigue haciendo de las suyas para insomnio de los poco democráticos o aquellos que tienen algo que esconder. Así como Nicanor, en su momento, le sirvió en bandeja al ex obispo Fernando Lugo; la banda, el bastón y el sillón presidencial. 

Este mismo, para no ser menos, le retribuyó tal gentileza con la misma moneda, pero con la gran ayuda de su vicepresidente, quien luego se encargaría de reemplazarlo, faltando muy poco tiempo para culminar su mandato. 

Coincidiendo con la anterior elección, en muchas cosas, incluso que ninguno de los candidatos era realmente potable, y cuando se tuviera que elegir, sería nuevamente el menos malo pero no el mejor. 

Otro hecho destacable, fue que los nuevos y hasta los viejos electores, no se dejaron engañar, esta vez, ya que escucharon con más atención, las distintas propuestas partidarias, que no fueron finalmente muchas, si no las mismas de siempre pero reflotadas de otros viejos discursos y emitidas con un poco de cosméticos, como para disfrazar la cosa. 

Casi la totalidad de los candidatos se dedicaron con cierta saña ridícula al “Tírele al Horacio”, en vez de dedicarse por completo a exponer sobre la posición que tomarían ante la gran cantidad de necesidades que nuestro pueblo padece y que no se limitan a un solo área específica. 

Los liberales despotricaron contra todas las debilidades que podían encontrar en el candidato colorado, y supieron usar con destreza todos los bienes del Estado, exactamente lo mismo que se quejaba durante la gestión de los colorados, haciendo exactamente lo mismo que criticaban e incluso aumentando y mejorando.   

Pero hubo otra cosa que molestó mucho al electorado en general y fue probablemente la gota que derramó el vaso. La alianza de liberales y oviedistas a espaldas de las bases azules, la quinta lujosa comprada por Federico, en el peor momento económico de estos últimos tiempos. Las tierras vendidas por el Indert entre gallos y medianoche por sumas muy abultadas. 

Rutas que a los pocos meses de inauguradas, se encontraban ya deterioradas, por haber sido construidas únicamente con materiales de descarte, ¡¡total paga el Estado!!. La gente sintió esto como una verdadera cachetada en el medio del rostro, como una ofensa a su dignidad personal. 

Los partidos de izquierda no aumentaron la cantidad de votantes a su favor pero si se constituyeron la tercera fuerza, desplazando a UNACE de esa posición. Muchas de sus adeptos, que fueron reclutados entre los campesinos de San Pedro y Concepción, hartos de ser engañados con el cuento de la reforma agraria, terminaron emigrando hacia otras partidos. 

El partido del difunto Lino Oviedo, comenzó el lento pero inexorable desbande de fuerzas, debido a su traicionera alianza con el más acérrimo opositor que tuvo desde siempre. 

Pero también se cansaron que todos los dirigentes sean digitados por la familia, que por más estúpidos que fueran, siempre estarían por encima de cualquier otro adepto. 

Pero el verdadero perdedor en estas últimas elecciones fue Patria Querida, quien tenía esta vez como candidato a Carrizosa, alguien mucho menos reflexivo, diplomático y estratega que Pedro Fadul, que al igual que su colega liberal, se dedico a tocar todas las llagas del pasado del candidato colorado. 

Se lo vio, en los debates, poco convincente y demasiado almidonado para una población con graves necesidades económicas. 

Pero lo que determinó el retorno del coloradismo al gobierno fue que nunca los liberales cicatrizaron las heridas producidas durante las internas y esas llagas conspiraron para que muchos votaran en blanco o lo anularan a propósito. 

Y esto sí que fue histórico, ya que se produjeron 150 mil votos en blanco o anulados lo que constituye la mayor cifra registrada por este concepto en todas las elecciones presidenciales. Así también se identificaron muchos electores indecisos. 

Pero esto es historia vieja ya, ahora viene un largo periodo de transición, quizás demasiado largo, cosa que tendría que corregirse a la brevedad, como muchos temas que se necesitan actualizar o rellenar los nichos, de modo que no haya ningún error de interpretación. Sin embargo, los primeros movimientos del presidente electo, son algo contradictorios. 

Ha comenzado a dialogar con la izquierda, coqueteando con ellos, y echándoles miradas insinuantes. Cuando siempre fueron antípodas uno del otro. Una invitación a Maduro, a cambio de una vuelta al Mercosur y Unasur, como si nada hubiera pasado. Sin que pueda pesar que la mitad de Venezuela no reconoce a Maduro como su nuevo presidente. 

Esto sería reconocer a un gobierno que se obstina en no recontar sus votos como se estila en todo el mundo. Igualmente, hay que tener paciencia y esperar los cien famosos días a partir del 15 de agosto. Tengamos paciencia y luego sí, podremos hablar.

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