Uno de los libros que más han influido en mí, ha sido “El Origen de las especies” de Charles Darwin, uno de los libros más controvertidos en su época y que es el típico ejemplo del grado de imbecilidad que alcanza el ser humano. Digo esto ya que muchos hablan de él, pero pocos lo han leído y de hacerlo, a la mayoría les falta aprender lectura comprensiva.
Digo esto porque en ninguna parte de dicho libro dice que el hombre desciende del mono, lo que convulsionó al mundo científico del siglo XIX. Darwin dijo que fueron dos ramas paralelas que nacieron de un mismo tronco y era ese espécimen diferente al que se le conoce como “El eslabón perdido”, lo que hasta ahora no se encontró y que de hacerlo probaría que dicha teoría era correcta.
Probablemente sí descendemos de una raíz bestializada que luego evolucionó hasta llegar al hombre moderno, mientras que la otra rama quedo estancada o con una evolución más lenta. Sigo diciendo que la evolución del hombre ha sido mucho más tecnológica que mental y espiritual. No existe otra especie, en la Tierra, que sea tan destructiva y llena de maldad como el ser humano.
Su pésimo comportamiento para con el medio ambiente, su propia especie y los animales que lo rodean tienen largos milenios de interminable maldad y por sobre todo, de aquel malsano sentimiento que lo impulsa al maltrato animal. Ese mismo que satisface su bajo instinto de causar dolor innecesario a un ser indefenso.
Desde siempre el hombre utilizó a los animales en su propio provecho, no importando cual fuera el costo final, teniéndolos como parte de su patrimonio personal y sus vidas pendientes de un hilo, pudiendo terminarlas a su antojo. Una prueba de ello es la cantidad impresionante de especies desaparecidas en los últimos ciento cincuenta años, producto de la violencia innecesaria.
Los ha utilizado para divertirse, viéndoles sufrir, en un sádico espectáculo como puede ser la “caza del zorro” en Inglaterra, las “corridas de toros”, en España y algunos países hispanoamericanos, la “caza del oso” donde hostigan a osos persiguiéndolos con grandes perros, esto se practicó en Inglaterra y aún hoy en Pakistán. En caso que no haya osos, se los reemplaza con toros.
Peleas de gallos, de perros entre sí o bien persiguiendo gatos en un ruedo vidriado, donde es imposible que ninguno de los animales puedan escapar.
Estas modalidades se da en diferentes partes del planeta, con distintos tenores de violencia hace ellos. Suelta de toros por calles celebrando festividades patronales, terminando muerto algunos de ellos por fatiga o ataque cardíaco.
Las organizaciones protectoras han luchado incansablemente para evitar el exterminio de especies enteras como con las ballenas y los delfines. Actualmente hay varias especies de tiburones al borde de la extinción por culpa de la caza indiscriminada.
Tanto para la industria alimenticia como para la industria farmacéutica. Es bien conocida que a sapos, monos y conejos se les obliga a fumar hasta que tienen cáncer del pulmón.
En los laboratorios a monos, conejos, ratas blancas y cerdos se los somete a las más salvajes de las experiencias como producirle descargas eléctricas de gran voltaje para comprobar sus efectos.
A conejos y monos se los utiliza para probar distintos maquillajes de ojos o tinturas para el cabello, utilizando cepos que los mantienen despiadadamente inmovilizados provocando tal estrés que la mayoría muere por esta misma causa.
Experimentos que involucran a monos que no prueban bocado por espacio de 37 horas o más, por lo que inevitablemente fallecerán por hambre.
A monos, cerdos, ratas blancas y sapos se los somete a una alta radiación con rayos gamma. Con los gatos es normal que se los castre o ciegue o bien se le corten nervios vinculados a sus sentidos sensoriales.
A otros sencillamente se les cortan las cuerdas vocales para que no se los escuche gritar de dolor. Según datos provistos por entidades protectoras, solo en EEUU mueren 64 millones de animales, por año, en experimentos científicos. Por lo general los padres compran o les es regalado un pequeño animal que automáticamente se transformará en una mascota para sus hijos.
Lo triste del caso es que no les enseñan que estos no son juguetes y que por el contrario, la tenencia de un ser vivo en casa es sinónimo de contraer la implícita obligación de cuidar al animal en todos los sentidos posibles.
Cuando el animal es todavía chiquito, todos juegan y se maravillan con él, pero ese mismo entusiasmo se termina a medida que va creciendo y adquiere las verdaderas dimensiones del adulto, lo que parecería que esto mismo rompe el encantamiento.
Ocupa mucho lugar, come demasiado, tiene olor feo, no se puede salir de vacaciones, se enferma muy seguido, se ha vuelto viejo y orina por todos lados, ni para guardián sirve, es un gastadero total de dinero, no importando ya todo el cariño que nos ha proporcionado durante el tiempo que ha permanecido a nuestro lado.
Pueden haber muchas más excusas para empezar a pensar en el abandono, que también es considerado como un maltrato si razonamos que el peligro para su integridad física y mental en las calles les impide contar con comida suficiente, falta de cuidados de higiene y vacunación sin contar con las agresiones violentas directas como puntapiés, pedradas, palizas varias, hasta llegar al atropellamiento en cualquier calle, producto de la misma desorientación y estrés que sufre el animal.
Solo una minoría de los animales recogidos tiene posibilidades de salvar su vida, ya que cuando llegan al albergue, ha pasado mucho tiempo. Lo mismo no existe mucha cantidad de refugios para animales abandonados en las grandes ciudades y si a esto se le agrega la indiferencia de los habitantes ante el dolor y el padecimiento por los que debe pasar un animal, entonces ya queda casi todo dicho.
Muchos padres y madres tienen miedo a los animales y sin querer, con sus actitudes, les transfieren ese temor a sus hijos con lo cual la cadena se hará mucho más larga y difícil de cortar. Más vale que les enseñaran a amarlos, protegerlos y no tomar un compromiso para luego abandonarlos ya que esa es una de las mil caras con que cuenta la crueldad.
"Probablemente sí descendemos de una raíz bestializada que luego evolucionó hasta llegar al hombre moderno, mientras que la otra rama quedo estancada o con una evolución más lenta. Sigo diciendo que la evolución del hombre ha sido mucho más tecnológica que mental y espiritual. No existe otra especie, en la Tierra, que sea tan destructiva y llena de maldad como el ser humano"... Nada más explícito... Eso somos, seres pensantes bestializados... Predador 100%... Hasta de su propia especie...
ResponderBorrar